Cuentan que Sir Alec Issigonis, inventor del Mini, odiaba las matemáticas pero amaba la tecnología. Y que cuando se convencía de una idea la perseguía sin concesiones. Le ocurrió con "su" Mini, cuyo primer diseño quedó plasmado en la servilleta de un bar. Casi medio siglo después sigue siendo el utilitario de capricho por excelencia.
La relación de Sir Alec Issigonis con el mundo de la automoción y la tecnología comenzó en el taller de motores náuticos de su padre. Su pasión por los coches le llevó a hacerse con Singer-Weymann con sólo 28 años y a matricularse en la politécnica de Battersea (Londres), donde pese a su aversión a las matemáticas consiguió graduarse.
Su andadura profesional arranca como dibujante técnico. Con su primer sueldo cambia el Singer-Weymann por un Austin Seven que preparó para competir. En 1934 se muda a Coventry y entra en Humber Ltd., donde participa en el desarrollo de una suspensión independiente. Alec era bueno ideando chasis, lo que le permitiría saltar a Morris en sólo dos años. De esa época data el Morris Minor, un éxito de la posguerra con mucho de Issigonis en sus entrañas.

La fusión con Austin Motor dio lugar a la British Motor Corporation (BMC), en la que Alec se integra en 1955, tras su fallido paso por Alvis, donde la falta de recursos le impide alumbrar una berlina de lujo. Trabajador incansable, transmitió su filosofía a un equipo encargado de modelos como el primer Mini Classic de 1959, los Morris 1100 de cuatro puertas y el espacioso Austin 1800 de 1964.
¿Un coche para las clases populares?
Issigonis solía decir que más que el inventor del Mini era su diseñador. Pero aquella sencilla idea sobre ruedas triunfó y sigue haciéndolo en nuestros días. Y eso que nació con la vocación de motorizar a las clases populares en la Inglaterra de la época, lo que no logró porque era más caro de lo previsto. Pero cautivó a una acaudalada clientela que, año y medio después de su lanzamiento, en el verano de 1959, lo convirtió en icono.
Según parece, el encargo que recibió del jefe de la BMC, Leonard Lord, para la creación de un automóvil "realmente pequeño" le entusiasmó. El proyecto venía motivado por la crisis en el Canal de Suez, que había disparado el precio del petróleo. Alec se puso manos a la obra y dibujó los primeros bocetos en la servilleta de un bar. La idea que transmitió a su equipo era clara: cuatro plazas y aprovechamiento óptimo del espacio, con confort y estética rompedores.
Potencia contenida
Así, se optó por la tracción y el motor delanteros. Con 600 kilos, 948 centímetros cúbicos y 37 caballos, alcanzaba los 150 km/h en sus primeras pruebas en circuito, demasiados para sus frenos y chasis, de modo que se optó por reducir la fuerza a 34 caballos y una velocidad más contenida: 120 km/h. Para ahorrar costes optó por unas soldaduras y bisagras vistas, a la postre marcas de la casa.
El habitáculo era minimalista, con la consola vertical y el velocímetro centrado, un cable para abrir las puertas, un conmutador de luces y otro para el limpiaparabrisas. Y como los 195 litros de maletero daban para poco, la tapa se abría hacia abajo para llevar maletas al aire, casi colgando, como se mostraba en el prospecto comercial.
Issigonis fue nombrado director técnico y miembro de la Junta Directiva de Austin Motor Company en 1961. Cinco años más tarde entró en la Royal Society, y en 1969 recibió el título de Sir. Nada de eso le encumbró y siguió trabajando duro día a día. Se retiró en 1971, pero fiel a su empresa siguió colaborando como asesor hasta 1987, un año antes de su fallecimiento a los 81 años.
La nueva era del 'Mini'
Tiempo después, la compra de la compañía por parte de BMW Group rescataría del baúl de los recuerdos al pequeño utilitario. El nuevo Mini, más grande que su antecesor (3,70 m de longitud por los 3 de su predecesor) pero no más habitable, debido a las medidas de seguridad añadidas y también a las gigantescas ruedas que puede llevar -de hasta 17 pulgadas, cuando en el primero no pasaban de 10-, se sigue fabricando en la planta de Longbridge, aunque tan remozada que hoy parece un laboratorio de alta tecnología.
Su nueva andadura arranca en 2001, a partir de los dibujos y trazos del diseñador hispano-británico Frank Stephenson. Hace aproximadamente un año, y con más de un millón de unidades comercializadas de su segunda juventud, recibió una profunda puesta al día que, si bien dejó intactos los principales rasgos, enalteció la calidad del productor y aparejó mayor potencia en toda la gama.
En la actualidad, ese filón llamado Mini comprende la popular versión de tres puertas, un descapotable derivado de éste y una tercera entrega de formato alargado llamada Clubman, al estilo del modelo de idéntico nombre de los años sesenta. Pero pronto la saga se extenderá al segmento todocamino, con la incorporación de una variante de este tipo denominada Crossman. Y es que hay Mini para rato.