El príncipe Enrique, que ha pasado las últimas diez semanas luchando contra los talibanes en Afganistán, cree que su madre, la difunta princesa Diana, hubiera estado "orgullosa" de su misión.
"Creo que hubiera estado orgullosa", explicó a los reporteros que lo visitaron en Afganistán la semana pasada.
Su secreta participación en el frente afgano, confirmada por el ministerio de Defensa británico este jueves, debía en principio ser anunciada una vez hubiera terminado su misión. Sin embargo, la noticia fue filtrada por medios no británicos.
La forma en cómo se imagina ese orgullo el príncipe Enrique, de 23 años, está teñida de nostalgia.
La princesa Diana "hubiera bajado la mirada y hubiera reído suavemente al ver las estúpidas cosas que he estado haciendo, como ir a la izquierda en lugar de a la derecha, lo que me situó en una posición embarazosa hoy", explicó.
El príncipe, tercero en la línea sucesoria al trono, explicó a los periodistas que recibió una carta de su hermano mayor, el príncipe Guillermo, que le aseguró que su madre estaría orgullosa.
Diana murió en agosto de 1997 en París cuando el príncipe Enrique tenía 12 años.
Inmerso en las tareas diarias del frente afgano, en Helmand, una de las provincias más duras del país, Enrique explicó que, en realidad, no tiene mucho tiempo para pensar en todo ello.
"Soy un oficial, así que al fin y al cabo se supone que tengo que ocuparme de todos (mis subordinados)", explicó.
"Siempre eres el último, así que no he tenido por ahora ninguna oportunidad de sentarme y pensar en ello", añadió.
Enrique ejerció tareas de oficial de enlace aéreo en su regimiento de Caballería de la Casa Real, y según el alto mando británico, estuvo a centenares de metros de los talibanes, corriendo los mismos peligros que la mayoría de los 7.000 soldados destacados en ese país.
Preguntado sobre la reacción de la opinión pública británica, Enrique contestó: "no creo que se preocupen mucho de ello".
"Me parece que lo único que dirán es: 'me alegro por él, al fin y al cabo es un soldado'" describió el príncipe, cuyo propósito inicial, el año pasado, era prestar servicio en Irak, un lugar considerado demasiado peligroso por el Estado Mayor.
Tras esa enorme frustación, Enrique hasta pensó en abandonar el Ejército. Pero "hablé con los chicos que regresaron de ahí (Irak), y de todas formas, no parece nada formidable".
La posibilidad de ir a Afganistán le fue planteada "como una zanahoria" para que no abandonara las fuerzas armadas, reconoció.
Los que lo tildaron de "cobarde" por no ir a Irak "deberán tragarse ahora sus palabras", enfatizó.
El príncipe parece apreciar por encima de todo la camaradería del frente.
"Es curioso", explicó. "Aquí estoy, sin haberme duchado en cuatro días, sin haber lavado mi ropa en una semana, y todo parece normal", explicó.
Antes de viajar a Afganistán, en otra entrevista que en principio debía quedar en secreto hasta su regreso, Enrique llegó a desear no ser un miembro de la realeza británica.
"Pero, en el fondo, Guillermo y yo nos hemos dicho muchas veces que hay un montón de cosas que nos perdemos, pero que también tenemos un montón de oportunidades, por lo que somos", explicó.
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