
Y era hipocondríaco, comenta un íntimo del locutor deportivo. ¿Arruinado? "Sus familiares ricos no lo hubieran permitido". Indómito, temperamental, volcánico, alineado con las causas perdidas, Montes buscaba cariño. "Su vida no pudo ser maravillosa".
Al menos tendrán que pasar tres semanas hasta que se conozcan los resultados de la autopsia. Andrés Montes, narra este domingo la Crónica de El Mundo, era el hijo de una pianista cubana aficada ahora en EEUU, un hombre que hasta ayer se encontraba desengañado y desmoralizado profesionalmente. Su amigo e íntimo asegura que Montes estaba triste.
Murió sólo, sin audiencia, cuenta El Mundo. Rodeado de monitores y decoficadores, arropado por la soledad.
"Lo del suicidio, no lo veo. Andrés sabía que cualquier día se podía ir de este mundo. Hipondríaco, con pastillas siempre encima, diabetes, la tensión... Él decía que era una bomba andante".
¿Quizá tiró por la calle de en medio, desesperado y arruinado por su afición al póker por Internet? "Se echaba sus partiditas, sí", comenta la persona cercana.
Montes había superado un cáncer, le faltaba un riñón, era diabético y en el pecho tenía tres cornadas de la ganadería bypass.
Confiesa un amigo que desde la Sexta le sugirieron hacer campaña a favor del PSOE tras el asesinato de Isaías Carrasco -una confidencia que coincide con lo declarado esta semana por Melchor Miralles-, arremeter contra Sogecable y hacerle la puñeta a Ramón Calderón, ex presidente del Real Madrid. Y añadió, al no peglarse, las altas esferas de la cadena le pusieron una cruz.
Dicen que quizás en los últimos días volvió a fumar, quizás tanto exceso gastronómico, apunta la Crónica de El Mundo, quizás tomaba demasiada Coca-Cola...
"Indómito a las líneas editoriales de las empresas, temperamental, volcánico, inseguro con una críptica manera de querer, siempre alineado en el bando de las causas perdidas, Montes, quizá sólo pretendía cariño", narra la historia.