
Dos escritores en duelo. Un acontecimiento de saña, navajas afiladas y traperas. Nadie como un escritor para poner veneno en las palabras. Caballero Bonald contra César Vidal, Javier Marías contra Rafael Reig, Valle, Umbral y Cela contra todos, Pérez Reverte ante el mundo, Vargas Llosa y Gabo, Juan Ramón y Neruda, Góngora y Quevedo. Literaturas a la gresca.
"¿Qué opina de Javier Marías?", le preguntaron a Rafael Reig. Su respuesta fue tajante: "Marías está bien, es como la mortadela, que es nutritiva y barata y yo se la pongo a mi hija en el bocata".
"Lo que me jode es que me quieran vender la mortadela como si fuera el jamón serrano", concluía Reig.
Reig vs Marías
A partir de entonces, para Marías, Reig no existe. Simplemente es el "bloguero R". Reig, claro, tiene lo suyo, basta con leer "Historia de la literatura para caníbales" (Debate): en donde dilucida por qué le parece un tormento "intentar leer" a Javier Marías, Sergio Pitol o Juan Benet, máximo exponente, sostiene, del aburrimiento llevado a su máximo extremo: "Benet es un tostón".
Marías vs Trapiello
Marías también. Es decir, Marías tiene lo suyo. Marías no deja títere con cabeza y se ha visto envuelto en numerosas escaramuzas con escritores coetáneos.
El autor de "Corazón tan blanco" la emprendió, entre otros, con Antonio Muñoz Molina ante la denuncia de éste del exceso de hemoglobina de "Pulp Fiction".
Pero la rabia de Marías cayó sobre Andrés Trapiello, simplemente porque al leonés se le ocurrió durante la entrega del Premio Fundación Lara a su novela "Al morir don Quijote" sugerir una transcripción al "castellano contemporáneo" de la inmortal obra de Cervantes para que "los jóvenes la entiendan mejor".
Eso sí, como acostumbra, su ataque fue ataque fue solapado pero evidente.
En un artículo en el que se obvian alusiones directas -"Huyamos nosotros", El País Semanal-. Trapiello respondió en el mismo diario el segundo con un "Quita tus sucias manos de mi Mozart".
Marías trata a Trapiello sin nombrarlo de "novelista de muy patético destino: empeñado en ser el más cervantino de todos, el pobre hombre no se da cuenta de que cuanto sale de su pluma huele a zapatillas a cuadros y a casino de ciudad rancia".
Trapiello no se quedó corto: "Quizá lo que les moleste a algunos es tener no sólo que compartir la excelencia con otros millones de seres, sino tener que hacerlo a la vez que ellos, en esa lógica que apesta a señorito español". Ahí queda.
Porque Trapiello tampoco, que conste, nunca se ha callado. Marías se la debía desde que el leonés describió a Benet como "ese ingeniero engreído a quien han comparado con Faulkner".No hace falta decir más.
Reig vs todos
Volvamos a Reig, para quien su "Manual de Literatura para caníbales" no es más, según escribe uno de los propios Belinchones, los velados narradores alter egos del autor, "un panorama cronológico de la antropofagia cultural en los últimos dos siglos": los novelistas y poetas, ya sea por hábito histórico, por fatalidad invencible o por decisión propia, son siempre caníbales: se devoran unos a otros.
Cervantes vs Avellaneda
Eso es. Los enfrentamientos entre escritores son tan antiguos como la misma literatura. El padre de todos los clásicos españoles, Miguel de Cervantes, sufrió a su favor la envidia y rivalidad de Avellaneda.
¿Quién era Avellaneda? Unos dicen que Tirso de Molina o Lope de Vega ?que ya le había soltado un "carnudo" a Cervantes en un soneto célebre?, otros que Fray Baltasar de Navarrete o, los menos, que si Jerónimo de Pasamonte. Da igual, todos odiaban a Cervantes.
El presumido Avellaneda, eso sí, se atrevió a firmar un libro apócrifo, continuación de "El Quijote", en donde, según mantenía en el prólogo, lo mejoraba.
Avellaneda llamó a Cervantes, entre otras lindezas de ese prólogo, que llegó a ser atribuido al propio Lope de Vega, de "agresor de sus lectores", "manco", "viejo" y "murmurador". Ego de autor. Luego, Cervantes, ya se sabe, lo hizo callar matando a Don Quijote en una segunda parte que mejoraba lo presente.
Góngora vs Quevedo
Más allá de Cervantes, Lope o Tirso, el gran duelo de nuestros clásicos lo mantienen Góngora y Quevedo. Titanes del siglo de Oro que envidaron con versos satíricos de alta escuela, en donde el uno imitaba al otro, con mala leche y agudeza que superaba el lugar común del insulto. Ya fuera físico ?mítico es el soneto sobre el tamaño nasal de Luis de Góngora? o racial ?las agudas acusaciones que Quevedo le lanzó sobre su origen judío?, aún Quevedo era más vitriólico cuando se trataba de reírse del estilo, querido Umbral, el estilo.
Umbral vs Pérez Reverte
Umbral, sí. Porque en cierto modo, salvando los dislates y el tiempo, el famoso columnista revivió con Arturo Pérez Reverte aquel combate.
Aunque Umbral se consideraba un Quevedo, ejerció de Góngora, sin duda.
Su enfrentamiento con el padre del capitán Alatriste tiene su origen en una crítica de Umbral a la novela de María Pau Janer, "Pasiones romanas", emitida en la misma presentación de la novela ganadora del Planeta de 2007: "Es la novela sin estilo, pero el estilo es la impronta masculina por excelencia. Está incardinada en las últimas tendencias, que no sabemos si son buenas o malas, pero tampoco Pérez Reverte tiene estilo y no se le critica por ello".
El autor de "El pintor de batallas" evidentemente se le lanzó a degüello y respondió con un rotundo artículo en El Semanal titulado "El muelle flojo de Umbral", en el que describía su "frivolidad superficial", su "incultura camuflada" o su "ignorancia asombrosa".
No sólo utilizó en su contestación la frase del periodista Giménez Arnau: "Umbral padece cáncer del alma", sino que le retó: "A todo eso añade una proverbial cobardía física, que siempre le impidió sostener con hechos lo que desliza desde el cobijo de la tecla".
No era, sin embargo, ésta la primera ocasión en que estos dos autores cruzaban insultos y protagonizaban una discusión semejante. Con anterioridad ya habían intercambiado algunas palabras con Borges y "El Quijote" de por medio.
Lo recordaba en su artículo Pérez Reverte: "Hace años tuve una polémica con Francisco Umbral que acabó cuando escribí un artículo titulado Sobre Borges y sobre gilipollas, donde el gilipollas no era Borges. Desde entonces, en lo que a mí se refiere, Umbral ha permanecido mudo; cosa que en un teclista con su logorrea ?"escribe como mea", dijo de él Miguel Delibes? supone un prodigio de continencia".
Umbral vs todos
Pero Umbral, ya se sabía no tenía concepto del enemigo. Lo eran todos. Nunca contestó a ninguno, porque lanzaba la piedra y se refugiaba en su sordera. Atacó a José Luis Sampedro cuando le ganó el sillón de la Academia.
También al centenario escritor granadino Francisco Ayala, de quien dijo: "Nunca he entendido el prestigio literario de este autor". Lo fue Marsé y su "prosa sonajera".
Pero también Cela, apenas enterrado. Del Premio Nobel sentenció: "Camilo utilizó mal el Nobel, podría haberle sacado más grandeza". Incluso en "Cela, un cadáver exquisito" lo tachó de "franquista residual" y a la vez que reivindicaba para el novelista de Iria Flavia una mayor grandeza literaria, le iba restando la humana.
Cela vs todos
Donde las dan, las toman. Cela menospreciaba a todo Dios, sobre todo si era joven y homosexual, en donde afloraba su mala baba. Pero cualquier excusa le valía para emprenderla a mamporrazos. Las tuvo con Terenci Moix, Antonio Gala, pero también con Julio Llamazares o con Antonio Muñoz Molina, a quién el Nobel bautizó como "doncel tontuelo".
Claro que Umbral copiaba, o imitaba, al mismo Cela y, sobre todo a Valle, uno de los grandes polemistas de la literatura española.
Su famoso brazo manco, no fue más, por ejemplo, que la consecuencia de una pelea a bastonazos en 1899 con el novelista Manuel Bueno, lo que le provocó al escritor la amputación.
Valle-Inclán vs Echegaray
Valle-Inclán abanderó los ataques al premio Nobel de Literatura de 1904, José Echegaray. En una ocasión, el autor de "Sonata de otoño" precisó de una transfusión sanguínea.
Echegaray, que mantenía cierta amistad con el gallego, se ofreció para tal fin. La contestación de Valle-Inclán fue rotunda: "Esa sangre no, doctor, que está llena de gerundios".
Los combates literarios siguen y siguen: Juan Ramón llamó a Neruda un "gran mal poeta" y el chileno contestó en sus memorias con el consabido "viejo niño diabólico de la poesía", al describir a de Moguer.
'Combates' gallegos...
Más o menos, el rescoldo que hoy día es la pelea, entre poetas metafísicos y de la experiencia, que más que poetas parecen bandas callejeras. Sólo un ejemplo: José Ángel Valente frente a Carlos Bousoño o Ángel González, ambos excluidos por el gallego de su célebre antología de la poesía en español entre 1950 y 2000, "Las ínsulas extrañas".
Bousoño dijo de él: "Es un ser destructivo que hizo bastante daño a las personas que tuvieron la desgracia de tratarlo en vida", y llegó a a hablar del "odio ponzoñoso que circulaba por sus venas". Ángel González fue más discreto: "Tenía complejo de número uno".
...y 'batallas' hispanoamericanas
En cierto modo, otra batalla por el número 1, esta vez de la novela hispanoamericana, enfrentó a puñetazos a Vargas Llosa y García Márquez. Aunque la excusa fuera otra. Ocurrió en México en 1976.
Las palabras con que Vargas Llosa rubricó su puñetazo no contribuyeron a aclarar las cosas: "¿Cómo te atreves a querer abrazarme -dijo- después de lo que hiciste a Patricia en Barcelona?". Patricia es la esposa de Vargas Llosa pero... ¿qué podría haberle hecho García Márquez para provocar una reacción tan violenta?
El periodista Juan Gossain, del diario "El Heraldo", de Barranquilla, contó más tarde que Gabo simplemente había aconsejado a la mujer de Vargas Llosa que se divorciara, ante una "huida" de la casa conyugal del autor peruano, encaprichado de una bella modelo norteamericana.
La versión, que Vargas Llosa nunca ha confirmado, es evidentemente colombiana. ¿Pero contará Gabo algún día la verdad?