
Madrid, 26 oct (EFE).- Las obras de Salustiano García, Salustiano (Sevilla, 1965), cuelgan de paredes tan famosas como las de la Fundación del Dalai Lama, pero en España es casi un desconocido. Acaba de inaugurar en Madrid, donde sus "idealizaciones" fisonómicas y sus increíbles rojos arrasan.
Expone "Presente pluscuamperfecto" en la galería de Madrid de Lucía Mendoza, con otras sedes en Nueva York y Miami, 16 pinturas y varios dibujos realizados desde 2001 en los que se hace patente su ambición de belleza atemporal y su "beligerancia" en el "lado dulce de la vida", explica el artista en una entrevista con EFE.
Es "infinitamente" más conocido en Alemania, Suiza, Estados Unidos y Japón y es "muy raro" que exponga en España, pero el año pasado Víctor Lope le convenció para hacerlo en Barcelona y este lo ha logrado Lucía Mendoza.
Antes, hace 11 años, expuso en Arco y en aquel entonces aseguraba que en los 16 años anteriores no había vendido "nada" en España, pero, reconoce, esa tendencia parece haber cambiado y cada vez hay más interés por su obra en su país.
Ha participado en The Missing Peace, Artist Consider The Dalai Lama, una exposición internacional que recorre desde 2006 el mundo y que reúne el trabajo de artistas como Bill Viola, Anish Kapoor o Marina Abramovic, y tienen obras suyas el presidente de Guggenheim Museos Foundation, William Mack; el "chairman" del British Museum, Niall Fitzgerald; o Sharon Stone.
El sevillano comenzó a triunfar en Alemania con cuadros enormes y allí fue donde le hicieron la mejor "crítica" de su vida: "Un hombre compró en Colonia un cuadro de 4 metros para su casa pero tenía muchas dudas sobre si su pared sería adecuada. Lo colgamos y, cuando me volví para preguntarle que qué le parecía, aquel alemanote estaba llorando".
Explica que su cuadro más grande mide 7 metros y el más pequeño 80x80 porque "no sabe manejar nada menor": "Lo de los tamaños supergrandes fue una época. Ahora estoy en 1,50 metros de media".
Salustiano, que se llama así por un tío suyo y porque descubrió que, además de ser un nombre "rotundo" es "muy fácil" de pronunciar fuera de España, tiene como "marca de la casa" unos rojos casi "imposibles", fruto de un trabajo con pigmentos naturales exhaustivo y larguísimo.
"Si trabajas con materiales orgánicos, la tela respira. He buscado los mejores rojos para que se pongan brillantes y permanezcan. Empiezo con un naranja en capas muy finas y voy superponiendo hasta 40 manos. En preparar la tela empleo como mínimo un mes", revela.
Luego vienen otras dos semanas de preparación para "colocar" en ese rojo la figura de su modelo: "Hago el dibujo y luego empleo el gris y una lija muy suave para que toda la superficie sea muy homogénea".
Algo parecido hace con el negro y con el blanco, pero el que "impresiona más" por su brillantez es el rojo, y de hecho lo llaman "rojo Salustiano".
Sus modelos, que parecen sacados de un catálogo de ángeles prerrafaelitas, son "gente normal, de la calle", vestidos con su propia ropa.
"No son necesariamente bellos. A veces se sorprenden porque no se ven guapos y cuando se ven en el cuadro... El modelo sería como un actor de una película y yo el director, es decir, interpretan un papel", explica.
Recalca que él no hace retratos, "porque eso quiere decir que se copia la fisonomía de un ser". Los modelos, niños y jóvenes, le sirven de base para una "idealización": "Son bellos pero de una belleza interior, de cierta espiritualidad".
Cuando empezó a pintar profesionalmente, en 1994, supo que quería personajes descontextualizados y por eso a todos los hombres les "quitaba" al principio el pelo y a muchos les ponía gorros que recordaban al Renacimiento: "Quiero ser atemporal, como el arte que me gusta", resume.
En las próximas semanas, Salustiano expondrá en Beijing, Estambul, Santiago de Chile, Zurich y Vancouver, antes de protagonizar una muestra individual en Berlín y en diciembre llevará a Miami su nueva producción, "Territorio de ternura".