
Santander, 14 nov (EFE).- Antoni Muntadas está embarcado en proyectos que pueden durar décadas y llevarle a medio mundo para hacer un trabajo que, a su juicio, consiste en "mirar los fenómenos contemporáneos". Cree que el artista "tiene que reflejar el tiempo en el que vive" y en su obra habla de esos procesos que hacen que la vida de hoy no se parezca a la de hace 50 años.
Muntadas, que desde 1971 vive en Nueva York, expone, a partir de hoy y hasta el 11 de enero, en la Fundación Marcelino Botín de SANTANDER (SAN.MC) dieciocho obras hechas "en el intersticio" de esos otros proyectos de largo recorrido que le llevan de un lugar a otro.
Son instalaciones de vídeo, series fotográficas y xerigrafías que describe como "cuadernos de viaje", como "apuntes" tomados en distintos puntos del planeta, del Extremo Oriente a los Estados Unidos.
Entre el más antiguo, que inauguró la serie "Media Sites/ Media Monuments" con Washington y los más recientes, que son los tres trabajos de 2008 que se exhiben por primera vez, hay una distancia de 27 años, pero todos ellos hablan de "cómo vivimos y de cómo vivimos en relación a la globalización", explica Muntadas en una entrevista con Efe.
"Espacio, lugar, situación" reúne así el resultado de sus observaciones en mercados, universidades, bancos de parque, aeropuertos y otros "espacios de tránsito e intercambio".
"Soy curioso y observo", resume el artista barcelonés, Premio Nacional de Artes Plásticas en 2005, quien cree que esa observación es bastante "vital y personal", aunque quizá en el fondo, admite, esté filtrada por "el resultado de procesos interdisciplinares" que le interesan bastante.
"Pero no creo que sea una mirada muy diferente a la de mucha otra gente. Hay que empezar a pensar que ya estamos mirando diferente y que el ojo es atraído por cosas que pueden tener una particularidad o no pero se la damos, por lo que representan", argumenta.
A Muntadas le gusta hablar en sus obras de los rituales y protocolos que han transformado el modo de vida, como testimonia la exposición de Santander, que, en su opinión, es como "una serie de ideogramas para un posible film o un film deconstruido", una película que, a su juicio, muestra también mucho de quien está detrás de la cámara.
Para este artista los proyectos necesitan tiempo y disponer de él es el mayor de los lujos. "Quizá con menos dinero y más tiempo se es más rico", sentencia el creador catalán, quien ataja con un "no hay que ponerse moralizantes" cuando se le pregunta si las formas de vida ha cambiado para bien o para mal.
Las dualidades son una constante en su producción: la crítica y la alternativa, la objetividad y la subjetividad, lo privado y lo público y considera que su mirada puede compararse a un zoom, que se acerca para "escrutar las cosas" y, después de un trabajo en el que ha sido muy analítico, necesita "tirarse hacia atrás para verlas con más perspectiva".
El papel de los medios de comunicación en la sociedad actual es una preocupación que le ha acompañado desde sus inicios y en sus trabajos ha utilizado la crítica pero también ha planteado alternativas porque cree que "hay que proponer".
Los medios, su forma de transformar la realidad o de tratar la violencia hasta convertirla en algo cotidiano, han estado muy presentes en su obra hasta los ochenta y siguen interesándole aunque ahora dentro de una "cosmología" más amplia, porque, en su opinión, "todo está conectado".
Otra de sus inquietudes es lo que él llama traducción, que va más allá de lo lingüístico para adentrarse en lo cultural. "Vivimos en un mundo traducido, donde hay filtros de tipo político, social, mediático", señala.
A esa zona de su trabajo pertenece la serie viajera "On traslation", cuya próxima parada será Estambul, una ciudad en la que la acumulación cultural, la huella que han ido dejando las sucesivas civilizaciones y el interés que despierta su realidad política, social y religiosa es tal, que el visitante recibe un "choque bastante fuerte".
Lo primero que ha hecho al llegar, como siempre que viaja a una nueva ciudad, es visitar sus mercados y sus cementerios.
Es otra forma de alimentar una curiosidad que espera encontrar también en quienes acuden a sus exposiciones, aunque piensa que un artista tiene que despertarla, que intrigar con su trabajo y crear la química necesaria para que quien mira desee saber más.