
Madrid, 5 oct (EFE).- El madrileño López Simón, que salió a hombros en la segunda de feria, y el murciano Paco Ureña, que cuajó el mejor toreo del ciclo aun sin cortar orejas, han sido a costa de derramar su sangre los únicos triunfadores de una feria de Otoño de Madrid de muy bajo nivel ganadero.
Los dos diestros, más aparatosamente uno que otro, resultaron corneados de distinta consideración como tributo a sus buenas actuaciones en una de las últimas ferias decisivas de la temporada, y en la que buscaban una buena posición de salida para la campaña del próximo año.
Simón, con un puntazo de 12 centímetros en el muslo izquierdo, se mantuvo en la arena hasta a estoquear a su primer toro de la tarde de 2 de octubre y aún salió de la enfermería para lidiar a los otros dos de su lote y conseguir sendas orejas que le daban derecho a salir por la puerta grande de Las Ventas por tercera vez consecutiva este año.
Considerado como el torero revelación de la temporada, López Simón logró, por la vía de la épica y la ostentación escénica del heroísmo, el triunfo más sonoro del abono de otoño madrileño, ratificando a lo grande una racha de éxitos que le confirma como máxima novedad del escalafón.
Pero el mejor toreo que se vio en el abono llevó la firma de Paco Ureña, especialmente en las series de naturales que compusieron la faena que le hizo al último toro de los lidiados, el mejor de una complicada corrida de Adolfo Martín.
Atendido también en la enfermería de una fuerte contusión en un brazo al entrar a matar al primero de su lote, el murciano sufrió otros dos percances más aparentemente sin consecuencias, aunque al llegar al hotel se descubrió que sufría una cornada interna en uno de los gemelos.
En este caso, no hubo aspavientos ni escenificaciones heroicas, sino que Ureña se concentró en conseguir los muletazos, como antes habían sido las verónicas, de mayor pureza y autenticidad de cuantos se han visto en Las Ventas en este arranque del mes de octubre.
Y, aunque perdiera seguros trofeos por su deficiente forma de estoquear al de Adolfo Martín, esa última faena de la feria le convirtió también en triunfador moral del abono, sobre todo en el recuerdo de los aficionados.
El resto del ciclo otoñal madrileño dejó pocas cosas más en esa memoria, en tanto que el nivel ganadero estuvo bajo mínimos, tanto con la descastada, aunque manejable, novillada de El Torreón, como por el pobre juego de los cuatreños de Puerto de San Lorenzo y Vellosino, además de las dificultades de los astados de Adolfo Martín.
El oficio y el magisterio con las "duras" de Rafaelillo y Fernando Robleño, los buenos detalles de Diego Urdiales ante un lote negado en el mano a mano con López Simón y la madurez mostrada por el joven madrileño Gonzalo Caballero en una alternativa ofrecida súbitamente por la empresa a menos de veinticuatro horas vista fueron las notas toreras que se salvan de la quema.
A falta sólo de los dos festejos que restan por celebrarse el próximo fin de semana, la plaza de Las Ventas ha cerrado prácticamente la temporada de 2015 con una feria de Otoño que ha resultado mejor de lo esperado en lo referente a la asistencia de público a los tendidos.
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