Por Alexandra Ulmer
SANTIAGO DE CHILE (Reuters) - Después de mucho tiempo como espectadoras, más y más mujeres en América del Sur se están calzando los botines para saltar a los terrenos de juego y ganar posiciones en el deporte más seguido de la región.
El machismo está perdiendo fuerza en grandes partes de la región, mientras las mujeres avanzan en la política y en el mundo corporativo. Y a medida que evoluciona América del Sur, también lo hace el fútbol.
"Yo era la única mujer del barrio. Era casi una deshonra que una mujer jugara fútbol", dijo Daniela Pardo, de 25 años y capitana de la selección femenina de Chile.
"Ahora se ve como algo que le sirve a las mujeres para independizarse. En mi comuna soy un ejemplo para las jóvenes", agregó la centrocampista que nació en una zona pobre de la capital chilena, durante un descanso.
Las mujeres de América del Sur están jugando mucho más y mejor, allanando el camino para convertirse en una fuerza a tener en cuenta en el escenario del fútbol mundial.
La prueba es más anecdótica que estadística. Responsables de la FIFA dijeron a Reuters que, aunque no hay cifras actualizadas, el fútbol femenino está floreciendo en la región en la cuenta atrás para el Mundial de Brasil.
El fenómeno es parte de un auge mundial. Hoy, unas 29 millones de mujeres y niñas juegan a nivel global. Pero es especialmente sobresaliente para América del Sur, una región venerada por su juego de pelota y tristemente célebre por su machismo.
Brasil encendió originalmente la chispa, pero ahora equipos de mujeres en Argentina, Chile, Colombia y Venezuela comienzan a hacer sudar a la potencia del fútbol.
"Este fútbol se ha disparado. Es una goma (obsesión), una pasión, una fiebre", dijo Felipe Taborda, director técnico de la selección femenina colombiana, quien estima que hasta un 70 por ciento más de mujeres están jugando en su país frente a 2007.
UNA REVOLUCIÓN SILENCIOSA
En una escuela de fútbol en Santiago durante una fría mañana de domingo, decenas de niñas de cinco años o más practicaban sus regates, mientras sus cabellos recogidos en una coleta se balancean.
Javiera Paves, una sonriente niña de 10 años que estaba entrenando, dijo que tenía sólo dos cuando comenzó a practicar pases con su padre entrenador de fútbol y aseguró que le gustaría ganar el Mundial para Chile.
Y con más equipos escolares, ligas y superestrellas de cosecha propia como la delantera brasileña Marta, chicas como Javiera están pensando a lo grande.
"Ver la Copa del Mundo en Brasil y vivirla con una gran emoción, incluso desde las gradas, animará a todas a ir en busca del mismo sueño en el futuro", dijo Marta, premiada cinco veces como jugadora del año, en un reciente vídeo de la FIFA.
Los hombres de América del Sur se han coronado campeones del Mundial en nueve ocasiones, pero las mujeres de la región aún tienen que levantar el codiciado trofeo.
Estados Unidos, Alemania, Japón y países escandinavos generalmente logran las preciadas medallas.
Los equipos de la región están entrenando duro para dar la sorpresa en la Copa América de septiembre en Ecuador, donde estarán en juego dos pases y medio para el Mundial femenino 2015 en Canadá.
"Ojalá se pueda llegar a clasificar y ¿por qué no ganar?", dijo Yusmery 'Miku' Ascanio, venezolana de 23 años, que como muchos de sus compatriotas creció con un bate de béisbol antes de abandonarlo por el fútbol.
NIVELANDO EL CAMPO
Sin embargo, el fútbol sigue siendo una prioridad lejana para muchas mujeres, en una región todavía azotada por altos índices de violencia doméstica y sexual.
Y aunque las barreras sociológicas del fútbol están retrocediendo, las deportistas advierten que los obstáculos económicos siguen en pie.
"El fútbol femenino se juega por pasión más que por fama o por dinero", apuntó Ascanio.
Las selecciones nacionales y los clubes en general no pagan a sus jugadoras, lo que suele obligarlas a trabajar a tiempo completo y les deja poco tiempo para practicar con la pelota.
Los medios de comunicación rara vez cubren los partidos y los estadios están a menudo incómodamente vacíos. Eso a su vez desincentiva a los potenciales patrocinadores, alimentando un círculo vicioso.
"Acá en Sudamérica hay muy buenas jugadoras y no se les conoce", dijo Estefanía Banini, una argentina de 23 años apodada "la Messi femenina" debido a sus hábiles fintas y su envidiable cuenta goleadora.
"Para mí, se para el mundo con el mundial masculino. Me encantaría que tuviera el mismo apoyo (el femenino)", agregó minutos antes de marcar cinco goles para el Colo-Colo de Chile, considerado uno de los mejores clubes femeninos de la región junto con el Santos y el San José de Brasil.
Lo positivo de estos obstáculos, según los entrenadores, es que las mujeres que persisten están totalmente entregadas al juego.
"Dejamos todo por esto, a veces a cambio de nada. Yo dejé muchas cosas por el fútbol por las que nunca me arrepiento", dijo la capitana chilena Pardo, que estudia diseño gráfico en por la mañana, trabaja en un club de fútbol de hombres en por tarde y corre para llegar a tiempo al entrenamiento por la noche.
"Me apasiona. Siento cosas cuando le pego a la pelota (...) Que la gente crea en nosotras", dijo, antes de salir corriendo al terreno de juego.
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