LONDRES (Reuters) - La violinista moldava Patricia Kopatchinskaja ya ha aplicado su virtuosismo a una descripción musical de la catástrofe del transbordador Columbia, los sonidos de los cohetes impulsando la aeronave hacia el espacio y su desintegración al volver hacia la Tierra.
La asombrosa interpretación del compositor húngaro Peter Eotvos' del concierto de 2006 "Seven" -llamado así por los siete astronautas que murieron en el accidente de 2003- fue la grabación del año para la revista Gramophone.
Pero interpretar una pieza que a veces parece necesitar que el violín se desintegre junto con la nave no es suficiente para la inquieta e intrépida Kopatchinskaja. Para su 37 cumpleaños este mes dará en primicia su primer concierto de violín en Berna, Suiza.
Está dedicado a una amiga, la pianista rumana Mihaela Ursuleasa, que murió de repente hace un año y medio con 33 años. Su muerte afectó tanto a Kopatchinskaja que dijo que se dejó llevar al componer la música y no está segura de poder interpretarla.
"Podría ser una música escrita no muy realista, es una utopía", dijo Kopatchinskaja, que tiene una mirada penetrante y es tan espontánea en la entrevista como lo es en sus conciertos, a Reuters en un hotel de Londres sobre una mesa con café y galletas.
"Es algo que... tomó forma solo. Me controlaba, no pude controlar lo que escribía", dijo.
Esa intensidad y espontaneidad es parte de un fenómeno a menudo llamado "Patkop" por sus promotores, que buscan una abreviatura del poco conocido nombre moldavo de alguien que cada vez es más conocido en los círculos musicales.
En una reciente visita a Londres, Kopatchinskaja añadió méritos al liderar como primer violín y sin director en la orquesta Britten Sinfonia. Se granjeó unas críticas que dieron que pensar por sus interpretaciones de Brahms, Bartok, Janacek y del compositor armenio Tigran Mansurian.
"Te puede gustar o disgustar su polémico y duro timbre, su inclinación por los extremos, su impulso casi patológico por mecerse, saltar, patear o reflejar visualmente cada matiz", dijo Richard Morrison en The Times.
"Lo que está fuera de cualquier argumento es que su feroz inteligencia, junto con un virtuosismo que le permite convertir su instrumento en un millar de personajes diferentes en una obra...", añadió.
Kopatchinskaja podría disentir sobre esta descripción. Ha tenido problemas con algunos periodistas que escribieron sobre sus actuaciones a veces descalza, algo de lo que rechaza hablar más.
Pero también es la primera en decir que quiere que las actuaciones contengan un elemento de riesgo. Sin él, piensa, la música clásica está atada.
"Creo que los conciertos se han convertido en nuestra sociedad en algo como un entretenimiento social a un alto nivel, donde todo tiene que ser perfecto y bello. Pero la música no sólo trata de hacer que la gente se sienta cómoda y relajada", dijo.
"El arte en genera es algo que no es muy cómodo de ver o experimentar- la literatura, la pintura o la música", dijo.
Añadió que cuando entra en el escenario vacía todo de su mente, excepto las notas.
"Espero tener inspiración y ser como una columna de energía que conecte la realidad con otro mundo", dijo.
/Por Michael Roddy/
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