BANGKOK (Reuters) - Tailandia no es un país fácil en el que ser vegetariano. Pero una vez al año los ávidos carnívoros del país dejan a un lado sus picantes carnes salteadas y optan por las verduras y los sustitutos de la carne.
Durante el festival anual de diez días de duración "Tesagin Kin Pak", banderas amarillas representando el Budismo y una buena conducta moral ondean por todos los barrios, mientras que los carritos de comida ambulantes con una solitaria bandera amarilla anuncian comida para vegetarianos.
Abundan el tofu, los fideos con brotes de soja, postres hechos con sésamo y jengibre y humeantes potajes o caldos de verduras calientes.
"Dejé de comer carne para limpiar el espíritu así que mi familia prosperará", dijo Ploy Sudham, quien posee una galería de arte en las afueras de Chinatown en Bangkok.
Cada año durante el noveno mes del calendario lunar chino, la comunidad chino-tailandesa del país, a menudo la tercera o cuarta generación de chinos que crecieron en Tailandia pero se criaron con las costumbres chinas, cumplen con diez días de ayuno.
Comer carne, mantener relaciones sexuales, beber alcohol y otros hábitos, considerados vicios y contaminantes del cuerpo y la mente, se interrumpen con la devoción. La creencia es que nueve dioses descienden del infierno para inspeccionar la tierra y registran las buenas y malas acciones que comete la gente.
El festival comenzó hace 150 años en la popular isla turística de Phuket, a unos 840 km de Bangkok.
La leyenda dice que una compañía de ópera china enfermó de malaria mientras actuaba en la isla pero después de seguir una estricta dieta vegetariana y una serie de rituales a dos dioses emperadores, la tropa de recuperó por completo.
Los locales, impresionados por lo que consideraron como un milagro, comenzaron a realizar una dieta vegetariana una vez al año.
Su festividad hermana en el barrio chino de Bangkok, conocida como "Yaowarat", una de las primeras comunidades chinas en Tailandia, es igualmente merecedora de una visita.
Calles abarrotadas y caminos sinuosos son un puro caos con los taxis que no paran de pitar y un puñado de vendedores ambulantes agresivos. Pero durante el festival, la obsesión por lo vegetariano se afianza y alcanza niveles casi cómicos.
"¿Estás seguro de que eres vegetariano?", preguntó Chanun Marukpitak, de 34 años, a un trabajador de Bangkok que miraba a un puesto de cacahuetes asados.
A medida que la noche cae, se iluminan las luces de neón. Las multitudes se reúnen para ver a los vendedores preparar las guindillas, la albahaca y las verduras en los wok aceitosos.
Sentada tranquilamente en una esquina está Pawika Pengnineht, una bisabuela de 75 años con un miembro de su prole. Cuatro generaciones de su familia han vendido comida y bebidas en el barrio chino pero terminará con su bisnieto, que trabaja en una oficina.
"El blanco simboliza la pureza y renunciando a productos de origen animal, lo que supone matar menos seres vivos, proponemos hacer borrón y cuenta nueva una vez al año", dijo Pawika.
/Por Amy Sawitta Lefevre/
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