FULUFJALLET, Suecia (Reuters) - En la ladera de un monte sueco, una pícea de 10.000 años, que podría ser uno de los árboles más antiguos del mundo, ha recibido una nueva juventud gracias al calentamiento global, mientras otras plantas luchan por crecer.
Los científicos están descubriendo que el crecimiento de zonas de cultivo para muchas plantas hacia los polos no está avanzando de forma uniforme, sino a tirones, causando problemas para los agricultores que intentan adaptarse e invertir en cosechas más sensibles al clima que esta antigua conífera conocida como "Viejo Tjikko".
En varias latitudes, especialmente en el lejano norte, el cambio climático está acarreando cambios de tiempo más grandes de lo previsto, poniendo miles de millones de dólares en juego en una campaña por desarrollar variedades resistentes a heladas y olas de calor, sequías e inundaciones.
Comprender las plantas que brotan en este entorno frenético, como este falso abeto que crece en una marisma a 900 metros sobre el nivel del mar, puede dar algunas pistas.
"Parece estar creciendo bastante bien", comentó el investigador Leif Kullman. "Es un resultado del calentamiento en los últimos 100 años".
El Viejo Tjikko se alza sobre raíces muertas que Kullman, de la Universidad de Umea, estima en unos 9.550 años de edad, justo al terminar la Era Glacial. La pícea genera clones cuando las ramas bajas echan nuevas raíces, de modo que si el pino Matusalén de California tiene en su tronco 4.800 años anillos de crecimiento anual, el tronco actual del árbol sueco, de cinco metros de altura, empezó a crecer en torno a 1940.
Sin embargo, la supervivencia de este espécimen en el mismo lugar desde los primeros días de la agricultura podría guardar lecciones para los pioneros que intentan aprovechar el calentamiento global para forzar las fronteras de los cultivos hacia el norte, pero que descubren que la mayoría de las plantas son mucho más sensibles.
"No habrá buen vino de Suecia este año", se lamentó Lauri Pappinen, uno de los nuevos productores de vino de la isla sueca de Gotland, en el Báltico, donde las uvas no maduraron tras una fría primavera seguida por el moho de un verano húmedo.
La cosecha de Pappinen en 2012 es la primera fallida desde que empezó a producir hace una década en la misma latitud que el sur de Alaska o Siberia, a modo de experimento. La región escandinava se beneficia de la corriente del Golfo, que trae agua cálida de los trópicos.
TIEMPO IMPREDECIBLE
Las cosas se vuelven aún más impredecibles hacia el norte, en el Ártico, donde la extensión de hielo sobre el océano Ártico registró un mínimo récord este verano. Se ha prestado menos atención a cómo el deshielo afecta a las condiciones de cultivo en tierra.
"Eso ha sido una sorpresa en los últimos años. Todo el mundo pensó que habría un clima más templado y agradable. Pero de pronto es más húmedo y frío en algunas regiones", explicó Lars-Otto Reiersen, responsable del secretariado del Programa de Supervisión y Evaluación Ártica.
Parte del problema de los cultivos a altas latitudes es que el sol sigue saliendo y poniéndose a la misma hora, de modo que la luz siempre será débil en primavera y otoño aunque el aire esté más templado.
"Habrá un tiempo extremo y eso también supone riesgos de heladas en la temporada de crecimiento", dijo Inger Alsos, profesor de la Universidad de Tromsoe en Noruega y especialista en ecología Ártica.
Expertos genéticos y agricultores están trabajando con un trébol resistente a las heladas, por ejemplo, descubierto hace poco en las islas noruegas de Svalbard. Podría desarrollarse para ayudar a cultivar forraje para animales en el norte.
Y Kullman, señaló que las píceas habían mostrado en varios experimentos la producción de una especie de anticongelante que les permite sobrevivir a temperaturas de 50 grados bajo cero, lo que también podría ayudar a la investigación genética sobre la resistencia a las heladas.
MÁS TRIGO
Pero para muchas cosechas, la expansión de posibles zonas de cultivo debido al cambio climático podría no aumentar la producción total.
"El equilibrio general se quedará como está", comentó Hans-Joachim Braun, responsable del programa mundial de trigo del Centro Internacional de Mejora de Trigo y Maíz, con sede en Ciudad de México.
"Las pérdidas por el cambio climático compensarán los beneficios que tenemos al expandirnos en áreas de altas latitudes", indicó, señalando que ahora puede cultivarse trigo en el sur de Escandinavia, pero muchas naciones en desarrollo que producen este cereal verán perjudicadas sus cosechas conforme suba la temperatura.
La agricultura ha hecho grandes progresos en el pasado. El maíz, señaló Braun, es un cultivo tropical que se ha adaptado para crecer a temperaturas más bajas y con más horas de luz en verano en lugares como Estados Unidos o Europa.
Kullman señaló que si bien todas las plantas sufrirán al calentarse el planeta, no se puede subestimar su capacidad de supervivencia. "Todas nuestras especies", señaló, "han sobrevivido períodos interglaciales anteriores que fueron incluso más cálidos".
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