AMÁN (Reuters) - Las fuerzas de seguridad sirias han arrestado a un cineasta y un actor que ayudaron a varias personas a las que las tropas del presidente, Bashar el Asad, habían dejado sin hogar o vivienda, según dijeron sus amigos el viernes, dentro de una aparente campaña contra los intelectuales laicos del país.
Arwa Nairabiya, que fundó el festival de cine documental "Damascus Dox Box", fue detenido en el aeropuerto de Damasco el jueves por la noche antes de subir a un avión con rumbo a El Cairo, según familiares y cineastas.
Además, agentes de la policía secreta registraron la casa de Mohamad Omar Oso, un actor que había protagonizado varias series populares de televisión, y le llevaron a un lugar desconocido, según indicó en un comunicado el grupo activista Centro de Medios Damasco.
Nairabiya, de 35 años, formaba parte de una nueva generación de cineastas sirios que habían desafiado la prohibición del Estado sobre la producción de cine independiente ya antes de la revuelta contra Asad iniciada hace 17 meses.
"Parece que es un delito establecer un movimiento independiente de cine en Siria", dijo el también director sirio Ahmad Malas, en un comunicado en vídeo grabado en un lugar desconocido fuera de Siria. "Pedimos la libertad de Arwa Nairabiya, actor, productor y licenciado del Instituto Sirio Superior del Cine, que siempre sonríe".
El Estado sirio tiene un monopolio similar al soviético sobre la producción de cine y televisión. La clase dirigente dejó de lado a Oso, que también está en la treintena, cuando se negó a sumarse al sindicato de actores controlado por el Gobierno y firmar comunicados declarando su apoyo a Asad al inicio de la revuelta, según sus amigos.
Nairabiya ha defendido la causa de los derechos humanos y la libertad de expresión ante los intentos del Estado de controlar la cultura a través de instituciones que monopolizan la enseñanza del arte, el cine y la danza para apoyar el culto a la personalidad de Asad.
REPRESIÓN DE LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA
Las fuerzas de seguridad sirias, que han arrestado a miles de personas desde el inicio de la revuelta, no hacen comentarios sobre las detenciones, que grupos humanitarios tachan de arbitrarias.
Asad ha afirmado que ha introducido lo que considera profundas reformas políticas en respuesta a las manifestaciones callejeras prodemocracia, pero los estrictos límites a la libertad de expresión y la expresión artística se mantienen.
Hace tres meses, tropas de Asad mataron a tiros a Basel Shehadeh, otro joven cineasta que había abandonado una beca Fulbright en Estados Unidos para documentar la represión militar sobre Homs, una ciudad del centro del país.
Además, la familia del escultor Wael Qastum denunció que murió el mes pasado tras ser torturado en una prisión de Damasco. Qastum, un cristiano de Homs, había criticado la represión del Estado.
Otras figuras culturales destacadas han sufrido serias palizas. Agentes de la policía secreta atacaron el año pasado a Ali Farzat, el caricaturista más conocido del país, y le rompieron las dos manos.
Muchos de los directores de la nueva generación han sido inspirados por el director sirio Omar Amiralay, educado en Francia y que rodó premiadas películas que registraban lo que él veía como la muerte siria bajo el Gobierno de la familia Asad. Amiralay murió por causas naturales un mes antes de que se desatara el alzamiento.
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