Cultura

El escultor Kapoor desata en París a un monstruo marino

PARÍS (Reuters) - Entrar en la última escultura de Anish Kapoor a través de una oscura puerta giratoria sin ventanas, los visitantes experimentan un apagón momentáneo antes de emerger en una cavidad similar a un útero, cálida, opresiva y bañada por una luz rojiza.

Es el "Leviatán", en el Gran Palais de París, el primer trabajo en Francia desde hace 30 años del escultor británico nacido en Bombay, que fue abierto al público el miércoles, una experiencia que uno puede imaginar que es como ser tragado por una ballena.

Famoso por su Cloud Gate de Chicago y el Sky Mirror de Nueva York, aclamados por la crítica, Kapoor es el cuarto artista invitado por el Grand Palais para la exposición anual Monumenta en su enorme nave central con una bóveda de cristal.

Los artistas que anteriormente expusieron en el histórico edificio Art Nouveau construido para la Exposición Universal de 1900 fueron Christian Boltanski en 2010, Richard Serra en 2008 y Anselm Kiefer en 2007.

"Es fantástico. Es un espacio muy desafiante, y eso es lo que me motivó", confesó Kapoor a Reuters tras una presentación de la exposición.

En una entrevista el martes con los medios británicos, Kapoor dedicó su instalación al artista Ai Weiwei, calificando su arresto y detención por las autoridades chinas de "inhumana", y urgiendo a los museos y galerías a cerrar durante un día como protesta.

No hay noticias de Ai, un crítico sin tapujos con la violación de derechos humanos por parte de China, desde que fue detenido el 3 de abril en el aeropuerto de Pekín.

"Esto nos devuelve a la época soviética, cuando la voz de los artistas era vista como algo peligroso", dijo Kapoor a la BBC.

FUERZA ARCAICA

Dentro del Leviatán, se invita al visitante a tomar parte en una experiencia física y mental, una inmersión sensorial en una membrana translúcida diseñada para interactuar con la arquitectura del edificio en el que se aloja.'

La luminosidad roja es creada por la luz del día, que penetra por el techo de cristal de la nave y a través de las paredes como de tienda de campaña de la escultura, y su intensidad, así como la temperatura de la cavidad, varía según las nubes tapen el sol.

Desde fuera, sin embargo, el Leviatán ofrece una experiencia completamente distinta, un sobrecogimiento por la abrumadora escala de la gomosa y bulbosa escultura, que llena la cavernosa nave del Grand Palais.

"Para mí, esta enorme fuerza arcaica está ligada a la oscuridad. Es un monstruo cargado con su propio cuerpo, que vigila alguna olvidada región de nuestra consciencia", explica Kapoor.

Quizá evoca el familiar interior del útero, sin embargo, hay algo vagamente erótico en el exterior de la escultura, y es difícil despojarse del sentimiento de que se está mirando a un gigantesco aparto de masaje de tres bolas, más que a un mítico monstruo marino.

"Creo que no existe el observador inocente. Toda observación, toda visualización está ligada a ciertas complicaciones, a historias anteriores, a un pasado más o menos real".

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