Cultura

José Mota afirma que "la cultura manchega tiene mucho de El Buscón de Quevedo"

Madrid, 19 may (EFE).- José Mota ha puesto el colofón a una temporada de rotundo éxito televisivo con el reconocimiento como Hijo Predilecto de Castilla-La Mancha, una distinción que le llena de "orgullo", porque siempre ha procurado "llevar por bandera" el nombre de una tierra cuya cultura y humor le remiten a Quevedo.

Con esta distinción se confirma que "no siempre es cierto que nadie es profeta en su tierra", explica en una entrevista con Efe el humorista manchego, quien añade que a lo largo de su carrera ha intentado, "sin esperar nada a cambio", hacer referencia a La Mancha porque "hemos estado olvidados durante bastante tiempo".

Crecer en un pueblo como Montiel -la localidad de 2.000 habitantes de Ciudad Real donde nació hace 44 años- ha tenido "una aplicación directa en el humor que hago, porque durante mi infancia me empapé de la cultura de mi tierra", apunta MOTA (EGL.LI)

No obstante, el actor y humorista no cree que haya un humor "específicamente manchego", más bien una "retranca y un cinismo muy acentuados" en la manera de ver y contar la vida, ya que "el continente del humor es internacional", señala.

Según Mota, "el humor habla de las miserias propias, de cómo somos realmente y, aunque nos gusta verlas reflejadas en el de enfrente, en realidad nos estamos riendo de nosotros mismos".

Partiendo de esa base, en La Mancha se le da a las cosas de la vida un envoltorio de "modismos y expresiones" que remitirían a un clásico del Siglo de Oro como Quevedo, una de las lecturas favoritas del humorista, quien buscando la génesis de ese carácter remacha: "La cultura manchega tiene mucho de El Buscón".

Mota recuerda expresiones muy típicas "del doble sentido" manchego, como la que responde a la pregunta de "¿cómo te va? con la frase: "En no comiendo, voy sacando para los gastos".

Sentencias como ésta y calificativos como zamarro o mugroso han poblado la última temporada de "La hora de José Mota", con la que ha liderado la audiencia de los viernes durante 14 semanas, sumando una media cercana a los cuatro millones de espectadores (más del 20 por ciento de cuota de pantalla).

Ahora, el actor y humorista manchego quiere hacer una pausa, porque echa cuentas y le sale que lleva "22 años sin parar de hacer programas de humor", salvo un paréntesis de 18 meses de descanso junto a Juan Muñoz, con quien se ha reencontrado a los tres años de su separación artística para el doblaje de "Shrek. Felices para siempre".

Mota, que sigue poniendo la voz en España al verborreico y pertinaz asno que acompaña al ogro protagonista, explica que esta cuarta entrega de Shrek le parece "más divertida que la anterior", porque vuelve al espíritu "canalla" de su debut.

Para sus próximos proyectos "tomará distancia", tras haber dado "un paso atrás" y dejar al público "con buen sabor de boca", de lo cual se deduce que no está próxima la vuelta de personajes como La Blasa o El Tío la Vara.

Un personaje este último que ha triunfado entre niños y jóvenes -"tal vez porque tiene mucho de cómic", apunta-, y al que tuvo la "valentía" de liquidar esta temporada, aunque asegura que nunca se despide "del todo" de sus creaciones, "por si pueden volver a hacerme feliz".

No obstante, reconoce que durante "su parón reflexivo" contempla la posibilidad de afrontar una serie de televisión; "estoy viendo guiones, pero la ficción hay que tratarla con mucho cuidado, es otro registro distinto", explica Mota, que tampoco tiene decidida la cadena en la que trabajará en el futuro.

"De momento no tengo nada firmado", explica el humorista, que por ahora sólo ve un horizonte de seis meses de descanso; "después de tanto tiempo metido en un plató, notas que la vida se va pasando, y me apetece disfrutar un poco", concluye el humorista manchego, casado desde 2006 con la actriz Patricia Rivas, que ha participado en sus programas y con quien tiene una hija de 3 años.

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