
El año en que Armstrong hizo historia por última vez fue 2005. Engrosó sus vitrinas ganando su séptimo Tour de Francia de manera consecutiva y puso punto y final a la estela de la última gran estrella que ha alumbrado el pelotón internacional. Fue también a partir de ese año, coincidiendo con la retirada del extraterrestre, cuando el ciclismo español recuperó el lugar de privilegio que había ostentado en la primera mitad de los noventa.
En los tres últimos años, el himno español ha coronado los Campos Elíseos de París. Óscar Pereiro se adjudicó el primer Tour de la era post Armstrong, después de que el también norteamericano Floyd Landis fuera desposeído del maillot amarillo tras dar positivo por dopaje.
En 2007, la victoria recayó en el joven Alberto Contador, que este año no pudo defender su títulos, en virtud del veto que ASO, la empresa que organiza la ronda gala, hizo a su equipo, el Astana, amparándose en los positivos que dieron algunos de sus corredores.
Eso no impidió que los Campos Elíseos volvieran a situar a un ciclista español en lo más alto del podio, con el triunfo de Sastre. Mientras, Contador se dedicó a engordar su leyenda conquistando el Giro de Italia y la Vuelta Ciclista a España, ésta última ganada ayer mismo, con Leipheimer, segundo, y Sastre, tercero. Esta gesta le ha valido para que el mismo Armstrong le reconozca como "el mejor ciclista del mundo".
El regreso del 'extraterrestre'
Ahora el mismo Armstrong amenaza con regresar a la elite, tras tres años retirado del pelotón internacional con el firme propósito de sumar un nuevo Tour de Francia, el que sería el octavo de su cuenta particular.
Este miércoles, el extraterrestre ofrecerá una rueda de prensa en la que dará a conocer los pormenores de su vuelta a la carretera, desvelando el nombre del equipo con el que competirá. Ya ha trascendido que ha rechazado una multimillonaria oferta del Katyusha, el conjunto creado por el magnate ruso Oleg Tinkov, que contará con un presupuesto de 30 millones de euros para la temporada 2009.
Es una cifra que triplica los baremos en los que se mueven las escuadras más potentes del momento, y quizás la única donde podría cuadrar la alta ficha que percibía Armstrong en 2005, su último año en activo, el mismo que le llevó a facturar más de 23 millones entre salario, primas y patrocinios, una cifra que se sitúa muy lejos del medio millón de euros que ganó Contador el año pasado tras lograr su primer Tour.
Revolucionó el mundo de las finanzas sobre dos ruedas
Y es que el genio norteamericano no sólo rompía todos los registros dando pedales, sino que también revolucionó el mundo de las finanzas sobre dos ruedas. Armstrong fue pionero en desarrollar un sistema de patrocinios y material deportivo multimarca.
Entre 2003 y 2004 puso en práctica lo que se vino a llamar Fórmula Uno. Una agrupación de proveedores asociaban su imagen con el ciclista de moda a través de productos de última generación aplicados al ciclismo de firmas como Nike, AMD, Shimano, Giro, Oakley o Trek. La primera de ellas, sin ir más lejos, diseñó más de 33 prototipos de maillots ideados para reducir la deshidratación del ciclista y hacer frente a la resistencia del aire, mientras que AMD llevó a Armstrong a un túnel de viento donde se medían parámetros como la posición que adoptaba el ciclista y cómo ésta incidía en el avance de la bicicleta.
El norteamericano explotaba los últimos avances aplicados al ciclismo, a cambio de que sus proveedores se vieran compensados con una imagen de éxito y victoria. Armstrong podría rescatar aquel concepto de Fórmula Uno que tan buenos resultados le dio en el pasado, pero tres años de retiro y 37 años de edad quizá pesen demasiado a la hora de luchar por una victoria en la Grande Bucle. Sobre todo, teniendo en cuenta que su más directo competidor, aquel al que denomina "el mejor del mundo", tiene 26 primaveras y su carrera deportiva está en plena progresión.
Compañeros y rivales
La negativa a formar parte del proyecto Katyusha ha hecho saltar la voz de alarma en el pelotón. Porque el destino más probable donde puede acabar Armstrong no es otro que el Astana de su amigo Johan Bruyneel, el mismo equipo en el que corre Alberto Contador . La escuadra kazaja no es tan potente económicamente como la rusa, pero podría haberse guardado un as en la manga para atraer a Armstrong.
En lugar de proporcionarle una ficha estratosférica, existe la posibilidad de que le asegure un espacio publicitario en los maillots donde el extraterrestre coloque a sus espónsores personales, cuyo patrocinio iría a parar en exclusiva a las arcas del estadounidense. Y es que Armstrong no sólo fue pionero en sentar las bases de una nueva relación entre proveedores y patrocinadores, sino que también ha demostrado ser un auténtico sprinter en el campo de las finanzas.
A través de su fundación, creada en 1997 y dedicada a la lucha contra el cáncer, ha administrado más de 163 millones de dólares, incluyendo los 60 millones que generaron las ventas de la pulsera de silicona amarilla que él mismo popularizó. Que su regreso sea una seria amenaza para Contador en el Tour del próximo año es algo que tendrá que resolverse en la carretera, pero en el campo de las finanzas la solución está clara: Armstrong vuelve con la caja registradora a pleno rendimiento