
Se acabó. Punto final. El caso Lance Armstrong ya es uno de los capítulos más tristes de la historia del deporte mundial. Ayer la Unión Ciclista Internacional (UCI) confirmó que acatará la decisión de la Agencia Americana Antidopaje (USADA) y sancionará, por lo tanto, al ex ciclista estadounidense con la prohibición de volver a correr y le arrebatará sus siete Tours de Francia.
A Armstrong todavía le queda el recurso de Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) para salvar su pellejo. Lo normal es que no lo haga. Si no se defendió ante la USADA, parece complicado que lo quiera hacer ahora.
Éste es uno de los puntos negros de un caso plagado de lagunas y de recovecos que, como siempre ocurre en el caso del ciclismo, ponen más en duda un deporte cada vez más tocado. Cada vez más hundido. Estos son los siete puntos negros que más interrogantes despiertan en la sentencia a Lance Armstrong, el golpe más duro que ha conocido el deporte mundial. El golpe más duro a uno de los, hasta ahora, mejores deportistas de la Historia.
1.- Lo inútil de 218 controles antidoping
Lance Armstrong pasó desde 1998 un total de 218 controles antidoping oficiales en dos etapas distintas. La primera, entre 1998 y 2005 (etapa de sus siete Tours) y desde 2007 hasta 2010 (momento de su regreso). Esto es, los controles ejecutados por la UCI y por las autoridades antidoping competentes no detectaron nada.
Según Pad McQuaid, el presidente de la UCI, el motivo por el que no saltaron las alarmas se debe a la picaresca de los tramposos. Dicho de otra forma: los métodos de dopaje van por delante de las métodos para detectarlos. "Antes no teníamos los métodos para detectar los positivos que ahora tenemos", comentó ayer.
Como si a Armstrong le hubieran realizado alguna prueba posterior en la que hubiera sido cazado. Falso. A día de hoy ninguna prueba clínica ha dado positivo en su contra. El veredicto de la USADA se basa en testimonios y pruebas físicas (hallazgos de sustancias en equipos en los que participó Armstrong), pero no en conclusiones médicas.
2.- La acusación juzga
El ciclismo se mueve entre paradojas que son difícilmente entendibles si las aplicamos al Estado de Derecho y a las leyes que rigen en la mayor parte de los países occidentales. Ejemplo: para la UCI todos los deportistas que dan positivo son culpables hasta que ellos demuestren lo contrario y no al contrario.
Dicho esto, apunten otra de esas paradojas: en un caso como el que nos ocupa, la acusación es, a la vez, responsable de juzgar los hechos que se ponen sobre la mesa. Es como si el fiscal fuese, a la par, juez de un proceso legal ordinario, circunstancia impensable en cualquier sistema jurídico moderno.
La USADA ha sido la encargada de investigar y hostigar a Lance Armstrong, amén de poner sobre la mesa la petición de sanción que finalmente se ha aplicado. Si el ciclista quería defenderse debía hacerlo precisamente ante la USADA. No existe un tercer organismo responsable de la decisión final. De ahí que el americano no haya movido ni un dedo para defenderse. Se sentía juzgado de antemano.
3.- El sospechoso silencio de Armstrong
Aceptando lo peculiar del punto anterior, llama la atención que Armstrong apenas haya querido defenderse ni si quiera ante los medios de comunicación.
Algunos compañeros de pelotón creen que, si realmente se siente inocente por todo lo sucedido, debería haber ido hasta el final en todos y cada uno de los caminos que se le abrieron para ello. Esto es, que debería haberse defendido ante la USADA y la UCI pese a lo poco probable de un veredicto a su favor. También podría haber aprovechado el altavoz de los medios de comunicación.
En ambos sentidos el caso Contador es el más evidente. Aunque el pinteño sabía que tendría complicado hacer valer la famosa versión del solomillo, luchó hasta el final para demostrar que, efectivamente, era el origen de su positivo por clembuterol. ¿Por qué no lo ha hecho ni lo hará Armstrong?
4.- La UCI se esconde
La UCI también tiene mucho que decir en este caso. El informe de la USADA también señala a la organización de McQuaid. La acusan de haber escondido posibles positivos de Armstrong y otros ciclistas por el bien del espectáculo. Señala que había chivatazos antes de los controles para que los afectados los taparan. Incluso hablan de posibles sobornos al organismo para fomentar este oscurantismo.
En el caso de Armstrong se habla de una cantidad cercana a los 500.000 euros y la compra (paradojas de la vida) de una máquina para realizar controles antidoping. Sin embargo, para McQuaid nada de esto existe. No piensa dimitir y basa su postura en que él no estaba en el cargo cuando se produjeron aquellos posibles irregularidades. ¿Y los sobornos? "Quizá no debimos haber aceptado aquella máquina", resume. Poca seriedad para un organismo tan tajante como éste.
5.- Ganadores en blanco
Armstrong pierde siete Tours, pero nadie los ganará. En anteriores caso como los de Contador o Landis los subcampeones (Pereiro y Schleck) sí que fueron proclamados vencedores. ¿Por qué ahora no? Porque los organizadores de la ronda gala tienen miedo de que los que siguieron en la clasificación a Armstrong también estén manchados y se les tenga que desposeer del premio. De hecho, de los cinco posibles beneficiados por este caso (Ulrich, Beloki, Basso, Klöden, Zülle), tres (Ulrich, Beloki y Basso) también han estdo manchados por el dopaje.
6.- Acusaciones vengativas
Además de lo expresado en el punto 1 (no hay ni una sola prueba médica positiva contra Armstrong), las acusaciones en las que se basa este caso tiene un halo de sospecha toda vez que están fundamentadas sólo en ciclistas (ningún técnico, médico o directivo avala las acusaciones) y la mayoría de ellos han sido también cazados por dopaje.
Además, los principales testimonios son los de ex corredores (Landis y Hamilton) con los que Lance mantenía rencillas conocidas dentro y fuera del pelotón. ¿Venganza? Puede ser ¿Por qué la UCI y la USADA creen a tramposos que negaron durante mucho tiempo su culpabilidad y no creen a Armstrong? Sólo ambos organismos pueden contestar a esta duda.
7.- Comparación con otros deportes
Es otro de los puntos negros de éste y muchos otros casos de dopaje. Prácticas que en el ciclismo son consideradas ilegales, en otros deportes se aceptan como proceso terapéuticos controlados y permitidos. Sin embargo, cuando se habla de las dos ruedas, todo vale y los niveles de exigencia se disparan hasta umbrales desconocidos para otras prácticas. Las sanciones también superan las de otros deportes. ¿Demasiada dureza en el ciclismo o connivencia del resto de disciplinas?