Los Reyes de España llegaron al pabellón del BEC de Barakaldo para presidir la final de la LXXIV Copa del Rey, entre los pitos del público y abucheos, que se atenuaron durante la breve interpretación del himno nacional. El Barça infringió una derrota histórica al Madrid y se hizo con el título por la puerta grande.
Don Juan Carlos y Doña Sofía entraron a las siete menos seis de la tarde al pabellón donde el Real Madrid y el Barcelona disputaron el choque. Unos pocos espectadores cercanos al palco les han aplaudido, mientras el resto del pabellón pitaba y se oían algunas voces de "fuera".
Al llegar sonó el himno nacional durante treinta y cinco segundos en una versión más que reducida que incluso sorprendió a la realización de TVE.
La cámara a pie de cancha tuvo que acelerar el paso para mostrar la formación de ambos equipos. Lo lógico es que el himno hubiera durado lo suficiente como para mostrar ambas plantillas con tiempo de sobra.
El himno, además, apenas se ha escuchado ya no sólo por los silbidos, sino también por el escaso volumen de la megafonía. Tan pronto como ha acabado el himno, la situación ha vuelto a la normalidad y no ha habido más incidencias.
Fuertes medidas de seguridad
Las medidas de seguridad para el partido se han extremado, y hasta una hora antes del encuentro el público no ha podido acceder a las gradas. Media hora antes de comenzar el encuentro se intercambiaron improperios entre las aficiones del Real Madrid y del Bizkaia Bilbao al desplegar los primeros unas banderas españolas, que no han pasado mayores.
Acompañaron a los Reyes, entre otros, Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte; el lehendakari, Patxi López, y los presidentes del Real Madrid, Florentino Pérez, y del Barcelona, Joan Laporta. El pabellón, con capacidad para más de quince mil personas, no estaba lleno.