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Sostenibilidad: entre ética y moda

Hace unos meses, el profesor Charles M. Vest, a la sazón presidente de la Academia Nacional Norteamericana de Ingeniería, y emérito del Instituto Tecnológico de Massachussets, fue nombrado doctor honoris causa por la Escuela de Ingeniería de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (ICAI-UPCO). Los que asistimos a la lectura de su lección magistral tuvimos una vez más el placer de escuchar la reflexión serena de un gran académico en torno al papel de la Universidad y la investigación frente a los retos del siglo XXI.

Tuvo el acierto el Dr. Vest de recoger las siguientes palabras del presidente Obama, que pretenden situar la importancia de la Universidad en el contexto de crisis que atravesamos: "Parte de lo que ha ocurrido en los últimos 15-20 años es que se ganó tanto dinero en las finanzas que alrededor del 40 por ciento, creo, de nuestro crecimiento global, fue en el sector financiero.

Dinero de papel

Ahora estamos descubriendo que gran parte de ese crecimiento no era real. Era dinero de papel, beneficios de papel en libros contables, que podía fácilmente desaparecer. Y lo que necesitamos es un crecimiento sostenido; necesitamos jóvenes. En lugar del chico listo que termina la universidad y se convierte en un banquero especializado en inversiones, necesitamos que decidan convertirse en ingenieros, que quieran ser científicos, que quieran convertirse en médicos o profesores".

Hoy estas palabras del presidente Obama recuerdan aquellas otras de Ortega y Gasset, 79 años atrás, sobre la cuestión fundamental de la misión de la Universidad, el equilibrio siempre difícil entre profesionalismo e investigación: "La sociedad necesita buenos profesionales -jueces, médicos, ingenieros-, y por eso está ahí la Universidad con su enseñanza profesional [?] sin embargo importa y mucho a la sociedad, que estos profesionales, aparte de su especial profesión, sean capaces de vivir e influir vitalmente según la altura de los tiempos".

Llama la atención, pese a la distancia temporal y cultural, que el fondo de las dos reflexiones sea el mismo. Ambas formuladas en tiempos de crisis, ambas nacidas en momentos de incertidumbre, y ambas reclamando de forma imperiosa la acción responsable de los profesionales dispuestos a cambiar la realidad en busca de un futuro posible. Acción responsable, guiada por los distintos valores que constituyen de forma esencial el estilo de vida de médicos, profesores, ingenieros, abogados, informáticos o científicos.

Valores profesionales

Sírvame el lugar privilegiado que Ortega asignaba al ingeniero en la tarea de nuestro tiempo, para recoger uno de esos valores profesionales que últimamente se encuentra en boca de todos como motor de salida de la crisis, la sostenibilidad.

Ha sido principalmente la situación actual del medio ambiente lo que ha puesto en entredicho cómo se han estado aplicando ciencia y tecnología hasta el momento. Nunca más que ahora se impone un uso más racional de los recursos y de la energía.

Parece opinión generalizada que el despilfarro cotidiano y la sustitución, en muchas ocasiones por una mera cuestión de moda, de lo usado por el último modelo de artefacto, debe tener los días contados. Un desarrollo acorde con recursos limitados y la obligación de velar por el futuro de los que están por venir, son la única senda posible.

España es hoy líder mundial en el desarrollo de las tecnologías relacionadas con la sostenibilidad. Grandes empresas de nuestro país (Red Eléctrica, Repsol YPF, BBVA, Santander, Gas Natural o Indra, por citar algún ejemplo) son también líderes en políticas e indicadores de sostenibilidad, integrando sus operaciones con una consolidada Responsabilidad Social Corporativa, y reclamando de la Universidad profesionales sensibles y comprometidos con este valor.

Retomar la idea de progreso

Hace unos días y con ocasión del inicio del nuevo curso, preguntaba a mis alumnos qué debía caracterizar al "buen ingeniero" en la época actual. Hasta este año, la respuesta solía ser la misma: un profesional que domine un amplio conjunto de técnicas para dar las mejores soluciones a los problemas técnicos más complicados.

Por primera vez, este año no he tenido que completar la definición también con la preocupación por los fines buscados en la acción técnica. Ha sido una grata sorpresa descubrir esta preocupación ya en nuestros jóvenes, es responsabilidad de la Universidad dotarles de instrumentos para hacerles capaces de evaluar en qué media los fines buscados contribuyen, o no, a una vida más humana en nuestro planeta. Queremos y necesitamos, jóvenes formados en valores que retomen la idea de progreso y bienestar desde un compromiso ético con su profesión.

¿Está la Universidad española a la altura del reto? Un repaso por la oferta docente y la labor de investigación en las principales universidades revela una preocupación cada vez mayor por la sostenibilidad, prueba de ello son cátedras como la Unesco-UPC de Sostenibilidad, ATISAE-UPM de Mantenimiento y Sostenibilidad, BP-UPCO de Desarrollo Sostenible, Cemex-UPV de Sostenibilidad, Unesco-UPV/EHU de Desarrollo Sostenible y Educación Ambiental...

Investigación mano a mano Empresa-Universidad donde surgen las ideas y la capacidad para ponerlas en práctica: parques eólicos y sistemas de control que optimizan su aportación, futuras redes eléctricas inteligentes, optimización de la gestión del recurso hídrico... Confiemos en que todas estas iniciativas logren que la sostenibilidad no se quede en mera moda contabilizada en beneficios de papel.

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