
Londres está expuesta a un creciente riesgo inmobiliario, aunando precios de la vivienda en máximos y subiendo, y barrios fantasma. Pero no es una situación generalizada en el país pese a los recientes mensajes de alarma que advierten de una burbuja en la vivienda en Reino Unido.
Así lo asegura la consultora EY (antes Erst & Young) en un informe recogido por la CNBC donde destierra el temor de que el país británico vaya a sucumbir a los ataques del ladrillo.
Según apunta la firma, en la mayor parte de las ciudades británicas los precios de los inmuebles están por debajo de los máximos anteriores en términos reales. "Tanto el niveles de asequibilidad como la deuda de los hogares están mucho mejor que antes de la crisis financiera", apunta EY.
La consultora cree que en los próximos cinco años la demanda de vivienda seguirá creciendo, siempre y cuando no empeoren las condiciones económicas y se mantenga el empleo y la política de apoyo estatal a la compra de vivienda. Esta tendencia al alza de la demanda se verá acompañada por un aumento de la oferta, ya que los constructores seguirán iniciando nuevas promociones, de forma que los precios seguirán contenidos, expone. De media, estima un encarecimiento del 6,5% en los próximos cinco años.
Londres, el problema
Sin embargo, la capital británica no está corriendo la misma suerte. "Londres es la excepción. El limitado stock y la elevada demanda han llevado la relación entre precio e ingresos a nuevos máximos, lo que apunta a un recalentamiento potencial", explica Erst & Young en su informe. En concreto, un inmueble en Londres cuesta ahora un 14% más que en su pico de 2007.
Según los últimos datos oficiales disponibles, correspondientes al pasado mes de noviembre, Londres fue con diferencia el lugar donde el valor de la propiedad más se encareció noviembre, al subir una media del 11,6%, frente al incremento medio del 5,4% registrado en el conjunto del Reino Unido.
El informe coincide con la entrada en vigor, este mes de febrero, de las nuevas medidas aprobadas a finales de 2013 por el Gobierno británico para evitar una posible burbuja inmobiliaria. Según anunciaron en noviembre el Banco de Inglaterra (BoE) y el Tesoro británico, a partir de febrero se eliminan los incentivos incluidos en el Esquema de Financiación del Crédito (FLS por sus siglas en inglés) para fomentar los préstamos hipotecarios y centrar el programa en impulsar el acceso al crédito de pequeñas y medidas empresas (pymes).