
El gobierno chino es consciente de que alimentar el turismo de viajeros internacionales a su país puede ser fundamental para el desarrollo económico de la nación en los próximos años. Quieren recibir 150 millones de turistas internacionales en 2020, 16 más que en 2015. Y para ello van a invertir 290.000 millones de dólares en cambiar los retretes públicos de buena parte del país.
China quiere lavar la imagen de suciedad que cala en algunos turistas y ha puesto en marcha un plan para adquirir o renovar 100.000 váteres públicos entre 2016 y 2020.
Las previsiones gubernamentales indican que la inversión en la industria turística hará que el país pase de crecer al 10,8% anual de 2015 a un 12% en 2020.
Esta inversión puede suponer un lento abandono del foso que usan las poblaciones rurales para deshacerse de sus excrementos, lo que les expone a numerosas enfermedades infecciosas y la filtración a pozos subterráneos que contamina el agua.