
Barcelona, Cataluña y España pueden respirar de alivio ya que la mayor feria de telecomunicaciones del mundo no cambiará de sede en 2019. La incertidumbre política y económica que ha sacudido a la comunidad catalana durante los últimos meses ha puesto en riesgo el evento, pero sin que el Mobile World Congress (MWC) y el Mobile World Capital decidan trasladar el evento y la institución a otra gran ciudad europea.
La GSMA, organizador del evento y entidad formada por más de un millar de compañías tecnológicas, ratificará el primer día del próximo MWC tanto la fecha como el lugar de la edición de 2019: "Seguirá siendo en las instalaciones de la Fira de Barcelona, en L'Hospitalet de Llobregat, entre el 25 y el 28 de febrero", según han confirmado a elEconomista fuentes conocedoras de la situación.
Según coinciden dos de las compañías de mayor presencia en la feria, la organización ya les ha enviado "los contratos para volver a alquilar del espacio con un año de antelación y algo parecido habrá realizado con el resto de los expositores, como viene siendo tradicional en anteriores ediciones, por lo que no tenemos ninguna razón para pensar que el MWC se mudará de sitio el próximo año", indican fuentes de uno de los expositores.
El futuro inmediato del MWC no estaba ni mucho menos claro. Las turbulencias políticas y la declaración unilateral de independencia de Cataluña hicieron temer por lo peor. De hecho, en octubre de 2017, tras meditar la grave situación de aquellos días, la GSMA emitió un comunicado en el que aseguraba la celebración de la feria en 2018 entre el 26 de febrero al 1 de marzo, tal y como estaba previsto desde el año anterior. "Hubiera sido mucho peor el remedio que la enfermedad, cualquier pequeño cambio en el MWC es demasiado complejo", valoraron entonces a este periódico fuentes próximas a la organización.
En aquellas alturas del calendario, dada la proximidad del evento, resultaba prácticamente imposible romper los contratos firmados meses atrás y apresurarse a buscar una nueva ubicación alternativa. Pese a salvar la edición de 2018, la asociación internacional indicó su intención de "monitorizar la situación en España y Cataluña y evaluar cualquier impacto potencial para la Mobile World Capital y el Mobile World Congress".
Aquellas dudas se disolvieron el pasado 1 de febrero, fecha de gran trascendencia para el MWC y para Barcelona. La alcaldesa Ada Colau acogió en el Ayuntamiento de la ciudad el Always Connected, acto de apoyo de la GSMA a Barcelona que se escenificó con presencia de más de un centenar de representantes de la industria de las telecomunicaciones y la tecnología. Allí, John Hoffman, el consejero delegado de la GSMA, despejó cualquier recelo anterior al mostrar su "enorme cariño por Barcelona" y su absoluta "confianza" en la ciudad.
Escaparate del mundo
Tres años antes del estallido del procés, acontecimientos que convulsionaron cualquier inversión relacionada con Cataluña, la GSMA y Barcelona ya habían firmado la renovación del contrato hasta 2023, derrotando a otros candidatos como París, Múnich y Milán. Aquel voto de confianza en la capital catalana se celebró como no se recordaba desde la concesión de los Juegos Olímpicos de 1992. Y no era para menos.
El impacto económico, mediático y reputacional de la mayor feria del país es superlativo. Según estimaciones de la GSMA, la feria riega la ciudad, comunidad y país con más de 465 millones de euros. También crea 13.200 puestos temporales de trabajo, sin contar con otros miles de puestos temporales en empresas de servicios y turísticas. Año tras año se superan los récords, con más de 108.000 visitantes en 2017, el 7% más que el año anterior, con 101.000 congresistas.
Pero el MWC no solo es un maná para Barcelona desde el punto de vista cuantitativo, sino también cualitativo. Según la GSMA, cerca del 55% de los visitantes se corresponden con altos ejecutivos, entre ellos 6.100 consejeros delegados. Las acreditaciones de prensa y de analistas del sector superaron los 3.500 pases.
Barcelona tomó el relevo de Cannes en 2006 y desde entonces el MWC ha ido creciendo en prestigio y reconocimiento global. No solo se trata del mayor escaparate tecnológico global, superior al CES de Las Vegas (EEUU) o el IFA de Berlín, sino que también se ha consolidado como el centro neurálgico de las tecnologías llamadas a cambiar la vida de las personas.