
El pasado mes de junio una ola de calor en EEUU hizo que los vuelos que tenían previsto despegar del aeropuerto de Phoenix no pudieran hacerlo por el riesgo que sería para las aeronaves hacerlo con altas temperaturas. Ahora, un reciente estudio realizado por Climatic Change apunta a que el calentamiento global puede hacer que sea cada vez más complicado que las aerolíneas puedan operar con normalidad.
Hace un mes el Servicio Meteorológico aseguró que el calor podría hacer subir los termómetros hasta los 49 grados centígrados, superándose así los 47 grados que muchos fabricantes recomiendan para algunas de las naves.
A medida que el aire se hace más cálido, su densidad disminuye, y en este aire más delgado, las alas son menos capaces de generar elevación. De este modo, conforme crece la temperatura y la dificultad de elevarse, entra en juego otra serie de condicionantes como la potencia de las turbinas, la longitud de la pista, el diseño del avión y -sobre todo- el peso del mismo.
El estudio, que recoge Gizmodo, ha sido realizado en base a los cinco tipos de aviones más comunes en los 19 aeropuertos más importantes del mundo, y apunta a que las aerolíneas deberán comenzar a buscar alternativas para volar ante las cada vez más recurrentes altas temperaturas. Por ello, indica a que sería necesario que los aviones no pudieran transportar a tantos pasajeros como hasta ahora. En concreto, apuntan que entre el 10 y el 30% de los aviones con todas las plazas ocupadas no podrían hacerlo con altas temperaturas.
Para hacer frente a este reto, Climatic Change apunta a que se tendría que restringir la capacidad de carga de combustible así como la carga en bodega, así como sería necesario reducir una docena de pasajeros por cada vuelo de 160 personas.
Esto supone un gigantesco problema para las compañías, ya que en el caso de verse forzadas por las condiciones climatológicas a readaptar la capacidad de sus aviones, podría traer un incremento del precio de los billetes para que sus vuelos sigan siendo rentables.
¿Volar por la noche, pistas más largas?
Otra de las alternativas que propone el estudio es el completo cambio de concepto a la hora de volar ya que, para disfrutar de temperaturas más suaves, sería planteable que los vuelos se realizaran por la noche o a horas con menos sol. Esta medida no sólo sería un gigantesco cambio en la operativa de las compañías aéreas y turísticas, sino también en la propia movilidad de los pasajeros.
El reto no es único para los fabricantes de aviones y las aerolíneas, sino que también los gestores de aeropuertos y en qué medidas se pueden llevar a cabo para tener las instalaciones a la menor temperatura posible, de este modo, los principales aeropuertos serán aquellos que cuentan con pistas más cortas.
La complejidad de acometer obras, el coste de éstas y el complicado retorno de la inversión hacen que el primer movimiento en el sector tenga que venir de las aerolíneas en base a las restricciones para, posteriormente, que los ingenieros trabajen en nuevos diseños más resistentes.