
Si hay algo por lo que se conoce a Jesús Mantas -director general mundial de consultoría y procesos de IBM- en Estados Unidos es por fomentar el cambio y tener una visión progresista. En 1994, puso rumbo a California con la idea de aprender inglés, disfrutar la experiencia americana y regresar tres años después.
Sin embargo, las oportunidades laborales que se le fueron presentando -Pricewaterhouse y, más tarde IBM- lo han mantenido vinculado al país norteamericano. Tras una estancia de cuatro años en América Latina, Matas regresó a Estados Unidos y asumió en 2014 el cargo de líder mundial de externalización de procesos y, poco después, de la parte de consultoría.
¿Qué balance hace de estos dos años?
Es un balance muy positivo y transformador. Cuando tomé esta práctica teníamos que reencontrar IBM y, además, era una época donde la industria de externalización de procesos estaba intentando descubrir cuáles serían las tendencias de futuro. Llegué con ideas muy frescas de cómo podíamos reinventar el trabajo. De hecho, durante mi primer mes al frente del cargo hablé con más de 20 clientes y me di cuenta de que la mayoría querían algo diferente a lo que el mercado les estaba ofreciendo, es decir, más innovación y menos reducción de costes. En apenas tres semanas creamos una nueva estrategia -muy bien recibida por parte de los clientes y nuestros trabajadores-, en un año la implantamos y las ventas subieron un 60%.
IBM está haciendo mucho hincapié en la computación cognitiva. ¿Podría contarnos en qué consiste?
El sistema cognitivo es una herramienta clave para todas las industrias. En lugar de cómo hacemos con la mayoría de los ordenadores actualmente, en los que tú los programas, ahora pasamos a un sistema cognitivo que aprende ingiriendo documentos e información en su forma original. De este modo, es capaz de entender información estructurada como números o tablas, pero también información no estructurada como imágenes. A partir de entonces, el sistema ayuda a las empresas o las personas a tomar decisiones basándose en todo el conocimiento que se le haya dado.
¿Cuál sería el punto débil de las compañías en lo relativo a la transformación digital?
Más que punto débil, yo diría que el punto más complicado es analógico, es decir, el cambio de las culturas, de las personas, de las conductas y procesos... Cuando has hecho algo de la misma forma durante los últimos diez años y ahora hay una forma mejor de hacerlo, la parte referente al sistema digital es la más fácil; es la parte humana la que entraña más dificultades. Vencer esa resistencia a los procesos nuevos es lo más complicado.
Según el estudio Redefining Markets, el 66% de los directivos declaraba estar interesado en crear experiencias digitales. ¿Cree realmente que su interés es tal?
Sí, y se incrementa cada día. Además, hay que tener en cuenta que hace 20 años tener una página web te diferenciaba de tus competidores, pero diez años después todo el mundo tenía una. Ahora, está pasando algo similar en el ámbito digital y la mayoría de los directivos tienen muy claro que la digitalización no la pueden parar, es algo fundamental y está creciendo a mucha velocidad.
¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta IBM de cara al futuro?
El reto permanente durante toda la historia de IBM es no conformarse con el status quo. De hecho, somos la única empresa tecnológica que ha sobrevivido 103 años. Nuestro propósito es mantener esa constante transformación a un nivel alto de valor y apostar por la computación en nube y por ser una compañía de soluciones cognitivas.