
Los recientes ataques terroristas en Bruselas, que han dejado más de tres decenas de muertos y centenares de heridos, han vuelto arrojar dudas sobre la eficacia de los servicios secretos a la hora de prevenir estos ataques. Las revelaciones del ex agente de la NSA Edward Snowden demostraron hace años que prácticamente ninguna comunicación por Internet escapa a los oídos de los espías de los países desarrollados, y esa es precisamente la justificación que suelen dar las democracias occidentales para saltarse a la torera sus propias constituciones: es para evitar el terrorismo. Siga en directo toda la actualidad sobre los atentados terroristas de Bruselas.
El problema es que, como los recientes ataques han demostrado, no sirve de nada pinchar cada cable submarino, interceptar cada paquete retransmitido por las antenas de las operadoras de telecomunicación, ni instalar puertas traseras en los sistemas operativos más utilizados, si los enemigos de la seguridad recurren a la sencilla técnica de no usar Internet.
Y eso es precisamente lo que ocurrió en los días previos a los atentados terroristas de París del pasado mes de noviembre. No se sabe aún si los ataques de Bruselas están o no relacionados con los de la sala Bataclan y el resto de escenarios del horror en Francia, pero si se pudieran extrapolar algunas conclusiones de éstos para aquéllos, el resultado sería que los terroristas han terminado por considerar la red como un canal de comunicaciones que es inseguro por definición.
Como los terroristas saben, ni siquiera la encriptación sirve para evitar que las fuerzas de seguridad detecten la preparación de un atentado coordinado, puesto que son precisamente los mensajes codificados los primeros que llaman la atención de agencias como la CIA.
No hace falta, y la propia agencia lo reconocía hace unos meses, saber qué están diciendo dos personas que ya son sospechosas por su proximidad a círculos radicales. Basta con saber que dos de esos sujetos bajo vigilancia pasiva se han puesto en contacto, y que lo han hecho con comunicaciones cifradas, para que se enciendan todas las alarmas.
Ni un solo whatsapp
Por eso no sorprende el resultado de las investigaciones de los ataques de París, donde los terroristas no se molestaron en usar la encriptación para coordinarse. Les bastaron un puñado de móviles desechables y llamadas convencionales, en abierto y sin cifrar, para sembrar el terror.
Allí por donde pasaron los investigadores se encontraron con un rastro de esos teléfonos de baja gama, como cuenta el diario estadounidense The New York Times. Uno de los atacantes del Estadio de Francia activó el móvil que usó para confirmar su acción al resto de terroristas apenas una hora antes del ataque.
En los alrededores de la sala Bataclan, la policía encontró otro teléfono desechable, con una SIM belga que sólo había sido usada una vez, para llamar a un número en Bélgica que no ha podido ser identificado. Ni uno solo de estos aparatos, ni del resto de móviles interceptados por las fuerzas belgas y francesas fueron sido utilizados para enviar SMS, o un whatsapp, o un email. Eso podría apuntar, según el diario, a una nueva etapa en el terrorismo islamista, en la que la red ha dejado de ser una vía para la coordinación de células, y se utiliza sólo para reclutar fanáticos y hacer propaganda del horror.