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General Motors, una salida a bolsa como las de antes

El parqué de la New York Stock Exchange echaba humo minutos antes del toque de la campana, haciendo gala del alborotado espíritu que solía inundar la bolsa neoyorquina durante la década de los 80 y los 90. Una veintena de brokers se agolparon entre codazos alrededor del puesto 11-H, donde las acciones del renovado fabricante automovilístico General Motors pisaron el acelerador nada más comenzar su estreno bursátil. La compañía movió 66 millones de títulos en sus primeros cinco minutos de negociación a un precio que superó los 35 dólares por título.

"Ya no se ven salidas a bolsa como éstas", reconocía a elEconomista entre el bullicio Alan Valdes, de Kabrick Capital a pie de parqué.

Con la fuerza de un Camaro, la OPV más esperada del año devolvía el optimismo a los inversores, al menos por un día. Su renacimiento bursátil no pudo estar mejor acompañado. GM recaudó aproximadamente un total de 20.100 millones de dólares tras fijar el precio tanto de sus acciones comunes como preferentes y su valor de mercado se situó alrededor de los 63.000 millones de dólares. Si echamos cuentas, la compañía despachó 15.800 millones de dólares en títulos comunes y 4.350 millones de dólares, en preferentes.

No hay que pasar por alto que el fabricante puso en venta más acciones de las previstas, un total de 478 millones frente a los 365 millones inicialmente barajados y a un precio de 33 dólares por título, muy por encima de la horquilla de 26 y 29 dólares.

La metamorfosis de la compañía, con 102 años de historia a sus espaldas, ha sido asombrosa. Tras liderar el sueño americano durante la década de los 50 y 60, GM estuvo a punto de sufrir una muerte súbita en 2008, cuando el punto álgido de la crisis financiera provocó que la automovilística tuviera que solicitar las respiración asistida del gobierno norteamericano. Con 49.500 millones de dólares en su bolsillo, la empresa se sometió a una sofisticada cirugía que le ayudó, gracias a la intercesión de una bancarrota controlada por autoridades federales, a convertirse en la nueva crisálida del mercado.

Su director financiero, Chris Liddell, afirmó durante una conferencia de prensa en la NYSE que la compañía "se encuentra en una buena posición para llevar a cabo sus objetivos más inmediatos", es decir, según sus palabras, saldar cuentas sobre su deuda con el gobierno norteamericano y financiar al completo su fondo de pensiones. La compañía cuenta a día de hoy con 200.000 empledos en todo el mundo.

Por su parte, el consejero delegado de GM, Dan Akerson, puso de manifiesto que la compañía no podría haber llegado a este momento histórico sin los esfuerzos realizados por sus empleados, trabajadores jubilados, clientes y, especialmente, los contribuyentes de EEUU. "Somos conscientes de cómo hemos llegado hasta aquí y qué funcionó mal? creo que hemos aprendido la lección y nunca olvidaremos este apoyo", afirmó.

En realidad, buena parte del efectivo recaudado a través de la venta de 412 millones acciones (si se incluye el greenshoe o la opción que permite a los colocadores vender más acciones de las previstas si la demanda es mayor de lo esperado), irá a parar al Departamento del Tesoro. Así, el gobierno de EEUU reducirá su participación en GM hasta el 37 por ciento desde el 66 por ciento y podría quedarse en el 26 por ciento si se ejercitan todos los warrants y los greenshoes.

De todos modos, la excitación no nubló del todo las expectativas de los traders más veteranos de la NYSE. "Muchas OPV funcionan bien el primer día pero al final GM tendrá que vender coches y ser rentable y todos sabemos que vender vehículos en este contexto económico es bastante difícil", aseguró Kenneth Polcari, de ICAP Equities.

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