
La posibilidad de que el BCE sea menos intervencionista de lo esperado supone una amenaza para la deuda, que si vuelve a los niveles de comienzos de año generará pérdidas del 4,7%
Desde que en el año 2012 el peso de la renta fija en los fondos de pensiones tocase su nivel máximo -rozando el 63 por ciento, según los datos de Inverco-, la importancia de la deuda se ha reducido en 4,5 puntos después de que los riesgos asociados a la inversión en este activo se hayan multiplicado. Son muchos los analistas que empiezan a considerar que la ecuación rentabilidad-riesgo de la deuda es demasiado asimétrica y recomiendan alejarse de este activo. Así, el mercado en general y los productos para la jubilación en particular han comenzado a asimilar que para encontrar rentabilidad hay que pensar en activos que entrañan, al menos teóricamente, un riesgo mayor.
El peso de la deuda en la cartera de los planes de pensiones domiciliados en España, pese a haberse reducido, aún se sitúa en el 57,5 por ciento, y ya se han llevado un susto durante el mes de octubre con el fuerte repunte experimentado por la rentabilidad -cuando se eleva el rendimiento baja el precio y viceversa-, pero la cara más aterradora de la renta fija aún está por mostrarse. "En los últimos dos años la gran rentabilidad de la deuda no procede de los cupones, sino del incremento del precio de los bonos. Estamos en un nivel en el que es muy improbable que los rendimientos sigan cayendo y tampoco parece que el BCE vaya a bajar más los tipos de interés", indica Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4.
De este modo, con los rendimientos en niveles paupérrimos, el cupón no proporcionará grandes retornos y tampoco parece que los tipos vayan a caer desde estos niveles, por lo que por precio tampoco se obtendrán rentabilidades altas, si bien el comportamiento del mercado de deuda seguirá siendo dependiente de las próximas decisiones del BCE: "La única justificación de los tipos de cualquier bono actualmente es la intervención del BCE", recuerda Sánchez-Quiñones. Y el discurso sobre el Banco Central Europeo ha cambiado sustancialmente en las últimas semanas, ya que se ha pasado de pensar solo en la llegada de nuevos estímulos a pensar en el tapering -una retirada paulatina de los mismos-.
Pérdidas del 5%
Así, la deuda soberana de las principales economías de la eurozona ha provocado en el mes de octubre pérdidas del 3 por ciento de media y, en caso de volver hasta los niveles en los que comenzaron el año, la sangría será aún mayor. De hecho, si el bono español regresase a los niveles en los que cerró 2015, generaría pérdidas del 5 por ciento por precio. "España tiene una de las tasas de crecimiento más altas dentro de la Unión Europea, pero también uno de los desequilibrios fiscales más altos, por lo que no vemos mucho espacio para una mayor caída de las rentabilidades de la deuda", explica Markus Allenspach, director de análisis de renta fija de Julius Baer. "En otras palabras, la deuda gubernamental española ya está cara", concreta Allenspach. Así, el bono del país ya no parece tan atractivo en comparación con su homólogo italiano, que se lleva la peor parte al provocar pérdidas del 3,5 por ciento y situar su rentabilidad a solo 1 punto básico del nivel de comienzo del año. Mientras, la deuda germana ha generado pérdidas del 2,9 por ciento durante el mes y sitúa su rendimiento en máximos del mes de mayo.
Y es que los últimos datos macro de la eurozona han sido más positivos de lo esperado y las expectativas de inflación están, por fin, comenzando a repuntar gracias al efecto de la subida en los precios de la energía, lo que da margen al BCE a la hora de tomar sus próximas decisiones. "Solo una semana después de la última reunión de la entidad, este comportamiento subraya la preocupación sobre el próximo movimiento de política monetaria", explican desde Credit Suisse. "Con la duración del porfolio de bonos global cerca de 7 años, los inversores podrían afrontar grandes pérdidas de capital si los tipos se incrementan de un modo significativo", incide Anthony Doyle, director de inversión en M&G. Así, Doyle recalca que "el mercado está más centrado en el estancamiento económico que en los miedos por la inflación, pero con el petróleo doblando casi su precio desde los mínimos del año (...) un shock de inflación global podría estar más cerca de lo que muchos esperan".
En cualquier caso, la mayor parte de los analistas aún cree que el BCE ampliará estímulos, si bien se advierte del enorme riesgo que implicaría para la deuda un Draghi mucho más hawkish de lo esperado: "Los riesgos de un resultado alternativo son cualquier cosa menos despreciables. El BCE tiene un historial de sorpresas y sabemos sin duda que no todos los miembros de la entidad están contentos con las actuales medidas de estímulos monetarios", indican en Nordea.