Política

Discreción, austeridad y templanza, el nuevo estilo de un Rey profesional

  • Felipe VI cumple 50 años este martes en un momento de popularidad

A Felipe VI no se lo han puesto fácil. El bloqueo institucional de los procesos electorales maniató por completo su agenda durante año y medio. Además, el juicio a la infanta Cristina, por el caso Nóos, constituyó una experiencia amarga que le ha obligado a romper con su hermana, a la que estaba muy unido. Y el desafío soberanista de Cataluña sigue marcando notablemente el inicio de su reinado.

Con la llegada del Jefe del Estado, quien cumple 50 años este próximo martes 30 de enero, la recuperación económica de España ha sido lenta, pero constante. Reflejan, de hecho, sus propias palabras en su discurso de proclamación, cuando afirmó que se disponía a representar "una monarquía renovada para un tiempo nuevo".

Y ha logrado superar todas las dificultades desde entonces. Está poniendo un gran empeño en modernizar la institución y dotarla de una mayor transparencia. Y, sobre todo, está empezando a conseguir otro gran objetivo estratégico. Este no es otro que el de despersonalizar la institución. Es decir, pasar página al juancarlismo. Felipe VI quiere aprovechar al máximo las ventajas que supone la monarquía parlamentaria con los valores de unidad que representa para todos los españoles, más allá de la persona concreta que ocupe el trono.

A lo largo de su vida se había ido preparando para la tarea que afronta desde su proclamación el 19 de junio de 2014: reinar. Y ha conseguido devolver a la monarquía la buena valoración en las encuestas. De hecho, ésta aparece como la segunda institución más valorada, justo por detrás de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

El 76,2 por ciento cree que Felipe VI es un buen Rey. Recibe una valoración de 7,4; más del doble que los líderes de los cuatro principales partidos. Solo un 14,5 por ciento de la población considera que no realiza las funciones que le corresponden correctamente.

Lo abultado del porcentaje muestra de forma clara que se trata de un sentimiento extendido a lo largo de todo el espectro de opciones políticas. En la segmentación por edad el apoyo, amplísimo entre las personas más mayores, es también alto entre los encuestados de entre 18 y 29 años (6,5 por ciento). La valoración que los encuestados otorgan a Felipe VI es incluso dos décimas superior a la que conceden a la Institución que representa, la monarquía, a la que se le otorga un 7,4.

En la labor de representación en el ámbito internacional llega al 78,8 el porcentaje de los que creen que tanto Don Felipe y Doña Letizia desempeñan bien sus tareas de representación. Solo un 14 por ciento es escéptico al respecto.

En lo que se refiere a la sucesión de la Corona hay una abrumadora mayoría a favor de reformar la Constitución para eliminar la preferencia de los varones. Un 80,9 por ciento es favorable a este cambio legislativo, que será vital cuando llegue el momento y la Princesa de Asturias, Leonor, tenga que recoger el testigo que dejará su padre.

Apoyo mayoritario

El manido debate de si una república saldría más económica que una monarquía no está nada claro. Las repúblicas no son, por definición, más baratas. Y no hablamos aquí, obviamente, de los presidentes con poder real como en EEUU o Francia, sino de aquellas con competencias representativas o muy limitadas como Alemania e Italia. Esta segunda categoría es la que hay que tener en cuenta. Y su mantenimiento suele ser más caro pese a no tener el nivel de popularidad y efectividad de representación de las monarquías europeas modernas en el extranjero. El cliché republicano de criticar el coste de la Corona para los contribuyentes no parece ser ya mayoritario.

En cuanto a la abdicación de Juan Carlos I, el 87,3 por ciento cree que fue acertada su sucesión en la Jefatura del Estado. Esto refleja el desplome de popularidad que sufrió en la recta final el Rey emérito. En aquel momento la opinión pública suspendía con contundencia a la monarquía en conjunto con un 3,7.

Este masivo apoyo del conjunto de la sociedad española otorgaría lleva a una amplia mayoría a considerar innecesario realizar una consulta o referéndum para elegir entre Monarquía y República. En concreto, el 60,5 por ciento no la cree pertinente. Los votantes más jóvenes son más partidarios de esta consulta aunque solo por un exiguo 51,11 por ciento.

En su crónica sobre Felipe VI, El Rey Frente al Espejo, la periodista Ana Romero retrata a un monarca sereno. Un hombre con un respeto profundo a la Constitución. Rodeado de mujeres en su familia: la reina Letizia y sus dos hijas, Leonor y Sofía. En lo que tal vez sea una reacción a los escándalos de su antecesor ha dispuesto mayor austeridad y discreción en la Casa Real. Es, en cualquier caso, una persona más introvertida, seria y discreta. Un Rey profesional. Si bien no se le puedan aplicar los epítetos de campechano y espontáneo atribuidos a su padre, cuando se relaja, Felipe VI se muestra quizá hasta más cercano que Juan Carlos.

Ha habido críticas hacia la monarquía en el sentido de quedar etiquetada como una institución del PP. Pero no es así, el Rey ha sabido establecer una jefatura del Estado transversal y de todos los españoles. Es muy fácil hablar mal de la monarquía y atacar a quien la encarna. Sin embargo, Felipe VI está demostrando ser un buen Rey. Hombre muy preparado y de gran formación es un ejemplo internacional y el mejor embajador de España en el mundo. Tiene el reto de conectar cada vez más con la sociedad para ayudarle en la defensa del Estado.

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