
E l Instituto de Competitividad de la Universidad de Harvard ha puesto en funcionamiento el Competitiveness Hall of Fame para certificar el compromiso de personalidades que se distingan por su contribución al desarrollo de la competitividad de sus países y por sus aportaciones a la red MOC (Microeconomics of Competitiveness) -liderada por Harvard- integrada por más de 100 universidades de los 5 continentes trabajando en red.
El pasado mes de diciembre en la reunión anual de la red MOC se otorgaron las primeras distinciones a las personas que se incorporan al mencionado Hall of Fame. Con profunda satisfacción y orgullo debo anunciar que la primera nominación recayó en mi hermano, Jon Azua, por su notable contribución al desarrollo de la competitividad de Euskadi, al desarrollo del Instituto de Competitividad (Orkestra) y a la potenciación de la red MOC en el mundo (Harvard dixit).
Como hermano me enorgullece enormemente la distinción recibida. Creo que es justo reconocer que Jon ha sido una referencia permanente en mi vida, no solamente basada en el amor de hermano, sino en su compromiso permanente con el desarrollo de un proyecto de país competitivo -generador de riqueza y cohesión social- para Euskadi, a través de su participación directa desde la responsabilidad pública en la reconversión y modernización industrial vasca de principios de los años 90 del pasado siglo, proceso que ha sido ampliamente utilizado como referencia en múltiples foros internacionales.
Esta distinción, aunque con un elevado componente de premio al individuo, supone el reconocimiento a un esfuerzo de índole colectiva por desarrollar un país con capacidad de competir internacionalmente, en el que han participado agentes públicos y privados de nuestro entorno.
No podemos olvidar que las teorías del profesor Porter, que se vertebran mundialmente a través de la red MOC, tuvieron su primera experiencia práctica de aplicación en Euskadi a principios de los años 90 (por cierto, muy criticada por algunos agentes socio-económicos que abogaban por la transición hacia servicios de nuestra economía). A raíz de esa iniciativa el modelo original se enriqueció y generó una dinámica de permanente evolución a través de la red de Centros asociados al Instituto de Competitividad de Harvard.
Hoy más que nunca necesitamos centrar nuestros esfuerzos en fortalecer el proceso de mejora de competitividad de nuestro país. La articulación de mecanismos de generación de riqueza, sostenibles en el tiempo, el fortalecimiento de nuestra industria manufacturera, la apuesta por el conocimiento y la innovación, el crecimiento de nuestra presencia internacional, el incremento de valor añadido de nuestros productos y servicios, la generación de empleo cualificado, la potenciación de las empresas basadas en las personas, el trabajo compartido público-privado, la mejora de nuestro sistema educativo, la justicia y la cohesión social, etc., son algunos de los ejes de nuestro modelo de competitividad.
Hagamos nuestra la bandera de la mejora de la competitividad del país. El esfuerzo debe ser colectivo. Tenemos un enorme activo en el reconocimiento internacional del camino recorrido (con todas las lagunas existentes), lo que nos permite dialogar activamente con otras regiones del mundo para favorecer nuestro progreso.
No nos olvidemos que la incidencia de una política de competitividad se manifiesta en la vida de las personas. Tenemos que ser capaces de generar riqueza, empleo y mecanismos de solidaridad que nos permitan capear la situación económica, pero preparando el futuro. Pongamos en valor el trabajo de todos los que nos han precedido en el tiempo, para generar un espacio competitivo en el entorno internacional.
Sabin Azua. Socio-Director de B+I Strategy.