
España es un país atractivo para los inversores internacionales. Pero para los pelotazos. Warren Buffett quiere crear una inmobiliaria en España, mientras que la de John Paulson y George Soros, Hispania, se queda con Realia a precio de saldo total. Las Koplowitz (FCC) y Goirigolzarri (Bankia) llevaban meses desesperados para colocarla. Al final, el premiado fue Soros, no se sabe si como compensación por su entrada en FCC para que Esther Koplowitz no perdiera el control del grupo constructor.
Realia es fruto de la fusión de las propiedades inmobiliarias de la antigua Caja Madrid y de FCC y estaba llamada a ser una de las grandes inmobiliarias españolas. Sus acciones pasaron de 6 euros, en su salida a bolsa, a alrededor de 50 céntimos, en que está planteada la opa para hacerse con la mayoría. Koplowitz cometió el mismo error que el Gobierno con las cajas de ahorro: las pusieron en manos de políticos.
El presidente de Realia, Ignacio Bayón, pasó por diversos cargos en la Transición hasta llegar a ministro de Industria en los Gabinetes de Adolfo Suárez y Calvo Sotelo. Eran tiempos en los que el conchabeo político se pagaba a precio de oro, en los que las puertas giratorias para devolver servicios prestados funcionaban a la mil maravillas.
El negocio no se edificaba sobre la eficiencia, sino sobre los contactos. Atrás quedó también la etapa en que Miguel Blesa fue considerado uno de los hombres fuertes de FCC por impulsar una alianza empresarial, que luego extendería a las autopistas y otras grandes infraestructuras, con un resultado ruinoso.
Hoy, el imperio de FCC se tambalea tras décadas de semiabandono y Soros se presenta como el gran salvador a precios de derribo. El atractivo inversor está en limpiar los escombros para levantar otro edificio.
España ya no está en desarrollo, su economía cosechará crecimientos exiguos durante los próximos años. Es un país admirado fuera por sus grandes infraestructuras. Detrás hay grandes firmas como FCC, Sacyr, Ferrovial, OHL o ACS, cuya cartera de futuro está fuera de nuestras fronteras, donde los márgenes son mucho más estrechos, y hay que mirar hasta el último céntimo para ganar dinero. Realia representa, en realidad, el estertor de un modelo caduco, que no volverá jamás.
El contencioso en el que metió Luis del Rivero a Sacyr con el canal de Panamá puede costarle caro si la autoridad del Canal no da la razón a sus reclamaciones. La obra es el paradigma del fino margen de rentabilidad con el que se trabaja en las infraestructuras internacionales. Afortunadamente, su sucesor al frente de Sacyr, Manuel Manrique, tiene ya acordada la próxima refinanciación de la constructora gracias a un pacto con Repsol para recomprar parte de sus acciones.
Esta semana, Moody's rebajó el rating sobre el endeudamiento de OHL porque su negocio genera en la actualidad "pocos ingresos mientras que requiere grandes inversiones en proyectos", pese al valor de las participaciones que la constructora de Juan Miguel Villar Mir tiene en Abertis y en OHL México, un país que se encuentra en pleno auge inversor.
El instinto de supervivencia de Florentino Pérez permitió amarrar a ACS a la tabla de salvación de la germana Hotchtief, que la mantuvo a flote durante la crisis. Aunque si hay una empresa que creció desde una constructora local, a la que hasta hace poco salpicaban escándalos como el del Palau de Barcelona, a una gran constructora internacional es Ferrovial, de la mano de Rafael del Pino. Ferrovial es la que mejores perspectiva de futuro tiene de entre las españolas.
La internacionalización cambiará el modelo de negocio de las constructoras y debería poner fin a la etapa de corruptelas políticas para pasar a otro basado únicamente en las mejoras de la gestión.
Quienes siguen viviendo de espaldas a la realidad no son los empresarios, sino los políticos. Pese a que anda predicando moralina a los demás, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, enmascaró las producciones audiovisuales para terceros a través de una asociación sin ánimo de lucro, con objeto de rebajar la factura fiscal ante la Hacienda Pública, como publicó esta semana elEconomista. Los cachorros neocomunistas de Podemos aprendieron pronto a aplicar el principio capitalista de que para maximizar los beneficios hay que minimizar el coste, aunque en esta ocasión sea fiscal. O lo que es igual, se solidariza el gasto y se queda uno con la rentabilidad.
Se trata del modelo de negocio más viejo del mundo, que reciente aplicaron con similar éxito personajes ilustres como Iñaki Urdangarin ó la infanta Cristina. Iglesias se apunta así a las maneras de la España del pelotazo, que la mayoría de las empresas intenta dar por liquidada. Prefiero no imaginarme qué haría si un día accede al poder.