Miedo. Esa es la palabra que sirve para aglutinar el sentir mayoritario de los dirigentes empresariales que el miércoles se daban cita en la Junta Directiva de la patronal CEOE, ante la confirmación de que Podemos se extendía también al mundo sindical.
"Los empresarios no estamos preparados para negociar con sindicatos radicales y beligerantes", admitían alarmados ante la posible ruptura del modelo laboral surgido de la Transición y después de más de 30 años en los que se acostumbraron a tratar y pactar con un sindicalismo oficialista donde todos se atienen a las reglas del juego y representan su papel, pero sin salirse del guión para seguir disfrutando del status quo. Podemos es la primera opción para las clases altas.
Un modelo que ha propiciando los repartos fraudulentos de los fondos para formación, los abusos y enriquecimiento con los dineros de los ERE, o el cobro de comisiones y mordidas, entre otras muchas actuaciones delictivas o inmorales.
Pero claro, si ahora entra Podemos en escena todo esto se acaba, al menos de momento. Y lo hace, además, en tiempos difíciles para la afianzar una recuperación económica que requiere aún de consensos y renuncias, y en los prolegómenos de las negociaciones para renovar el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que se extingue con el año, y que puede ser la primera víctima de la ruptura de la casta, también en el universo laboral.
Son muchos, tienen muy claros los objetivos y estrategia, y revestidos de la etiqueta de antídotos contra la corrupción, se empiezan a extender por todos los rincones y estamentos de una sociedad, tan enferma como harta y desesperanzada, que se aferra a lo malo por conocer porque lo conocido ni es bueno, ni le sirve, ni le gusta.
Es la nueva amenaza fantasma, sí; pero una amenaza buscada y merecida que se han ganado a pulso una clase política y unos agentes sociales acomodados y contaminados. Corruptos declarados o en proceso muchos, y bajo sospecha todos los demás que, como los monos chinos, siguen ciegos, sordos y mudos ante el latrocinio nacional.