
En política suele decirse que jamás se puede cantar victoria hasta el recuento de las urnas. Algo así le ocurre al ministro de Economía, Luis de Guindos, después de haberse trabajado durante meses la presidencia del Eurogrupo. Guindos tiene el apoyo de la canciller germana, Angela Merkel, y el consentimiento tácito del Gobierno francés de François Hollande. El problema es que el reparto de cargos es fruto de una ardua negociación entre los países miembros. De manera que el juego de alianzas es clave para el diseño del tablero final.
Rajoy se veía hasta ahora ante el dilema de aceptar la presidencia del Eurogrupo para Guindos a cambio de renunciar a una de las grandes comisarías europeas o incluso a una de las vicepresidencias de la Unión Europea. En este caso, la candidatura del PP para la UE pierde su gran atractivo, ya que su titular jamás podría aspirar a un cargo de relevancia en Europa.
Quizá ello explique por qué el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, trasladó hace ya meses a Rajoy que no está interesado en encabezar el cartel europeo. Para acabar de comisario de Agricultura y Pesca europeo, Cañete prefiere quedarse como está.
En estas circunstancias, la elección de candidato del PP a Europa queda reducida a la disyuntiva del presidente del Gobierno de nombrar a un desconocido sin ambiciones, como hizo en Andalucía, o proponérselo al propio Guindos.
España apoyó ayer la opción germana para que el luxemburgués Jean-Claude Juncker sea el próximo aspirante del Partido Popular Europeo (PPE) a presidir la Comisión, con la esperanza de obtener el apoyo de Merkel no sólo para el Eurogrupo, sino para una de las vicepresidencias de la UE. Ello abriría las puertas a poder elegir un candidato español de peso específico dentro del PP o arrancar el sí quiero de Cañete.
La salida de Guindos amenaza, además, con destapar la caja de Pandora, ya que su ministerio es uno de los más golosos. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, suele quejarse de que él desempeña el papel más ingrato, porque debe lidiar con los presidentes autonómicos y los altos funcionarios por culpa de los recortes, mientras que el de Economía ejerce una labor diplomática fuera de España.
La tesis de Montoro no es completamente cierta, ya que Guindos es autor de la reforma que permitió reflotar la banca española, y ahora de la Ley Financiera, diseñada para ofrecer una alternativa de financiación a las empresas viables, pero muy endeudadas, y de paso aligerar los pesados balances de los bancos.
Muchos opinan que Rajoy estaría pensando en crear una vicepresidencia económica para compensar los sinsabores del ministro de Hacienda, en esta etapa final de su mandato. Si se decide, Montoro es el favorito de manera indiscutible.
El puesto de Guindos tiene demasiados novios. Quien cuenta con más papeletas en el partido de Gobierno es el jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal. No sólo porque es uno de los expertos económicos más sólidos con los que cuenta el Ejecutivo, sino porque es completamente bilingüe. Nadal ha ido trasladando su deseo de salir definitivamente de la sombra hacia alguna cartera. Con menos opciones está el actual ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo.
En el Gobierno no dan muchas posibilidades a Margallo, aunque es el amigo íntimo de Rajoy y al que éste recurre cuando quiere salir de algún atolladero. Por ejemplo, Margallo ofreció al presidente, y obtuvo su aprobación inmediata, para montar la campaña mediática del verano pasado sobre las reivindicaciones de Gibraltar. El Peñón acaba de obtener la aprobación de la Unión Europea para levantar varios rascacielos sobre la tierra ganada al mar, sin que nadie en Exteriores se haya vuelto a rasgar las vestiduras. El motivo es que se trataba de una estratagema política para evitar que los informativos y los periódicos abrieran sus ediciones con el caso Bárcenas, que implicaba directamente al presidente del Gobierno.
El tercer nombre en liza para Economía es el del ministro de Industria, José Manuel Soria. El presidente quiere premiar al otro Nadal, en este caso Alberto, por acometer el recorte del déficit eléctrico desde la Secretaría de Estado de Energía. El galardón podría ser ascenderlo a ministro, para investirlo de mayor poder en su lucha frente al sector eléctrico.
El movimiento de Soria, al que Rajoy agradece la cercanía a su padre en Canarias, por donde es diputado, es el menos probable. Todos aseguran que el presidente hará los cambios mínimos para dar la impresión ante el electorado de que no se ha equivocado. Al parecer, se negó a cambiar al titular de Educación, José Ignacio Wert, que le pidió el relevo, así como al de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que puso su cargo a disposición a raíz de la reforma sobre el aborto. Habrá crisis de Gobierno, pero mínima.