Opinión

Involución reformista

El lío eléctrico, el parón en la venta de Aena o en la nueva reforma laboral son una marcha atrás.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, asegura que la proximidad de la agenda electoral no le impedirá seguir con los recortes. Pero esta semana forzó a las eléctricas a asumir 3.600 millones para cumplir los objetivos de déficit público y las compañías farmacéuticas andan con el alma en vilo, pendientes del cobro de 5.000 millones que el ministro prometió desembolsar antes de finales de año.

Vistas estas dificultades, cabría preguntarse si tiene sentido restituir la paga extra de Navidad a los funcionarios, con un coste estimado de 5.000 millones, e incluso restaurar parte de los moscosos. ¿Dónde están los resultados positivos de las reformas para dar marcha atrás sobre estos ajustes?

Asimismo, preocupa el déficit autonómico, aparentemente bajo control. Rajoy echó la culpa del incremento de la deuda pública a las facturas en el cajón acumuladas durante la etapa socialista. El presidente llevaba razón, pero olvidó que después de casi tres años, su Gobierno aún no logró erradicarlas. Las autonomías pueden imputar hasta marzo de 2014 las facturas correspondientes a este ejercicio, lo que les da un amplio margen para disfrazar su déficit con el retraso en el pago a sus proveedores.

elEconomista publica hoy un informe de Eurostat que muestra como el gasto público subió casi nueve puntos durante la crisis, hasta colocarse al borde del 50 por ciento del Producto Interior Bruto.

Pero aún hay más, la publicación esta semana del informe Cora, encargado por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, sobre la supresión de las duplicidades en la Administración y de organismos públicos, la gran reforma pendiente, arroja sólo un ahorro de 320 millones. El inconveniente es, una vez más, que la mayoría de las decisiones de recorte del gasto queda en manos de los gobiernos regionales.

Hay Administraciones eficientes, como las de Madrid, Galicia o Extremadura, que esta semana han visto mejorado el rating de su deuda, pero existen otras, como las de Valencia o Cataluña, en la quiebra absoluta y sin visos de reponerse.

El plan de privatizaciones tampoco refleja el perfil liberalizador con que se presentó Rajoy. Primero se suspendió la venta de Loterías y ahora la de Aeropuertos Nacionales (Aena). ¿Por qué se paraliza la enajenación de Aena que puede reportar unos 2.500 millones? El Gobierno teme que su futuro dueño cierre los aeropuertos en pérdidas.

El problema es que entre estos figuran los tres gallegos. La decisión habría sido tomada por el mismo Rajoy y es respaldada por la ministra de Fomento, Ana Pastor, ya que amenaza con propinar un duro varapalo al PP en esta autonomía. Sobre todo, teniendo en cuenta que el AVE tampoco llegará a tiempo para la próxima cita electoral.

He dejado para el final lo peor. El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha pasado las últimas semanas predicando en el desierto, porque la vuelta de tuerca que solicitaba para la reforma laboral quedará en agua de borrajas. La titular de la cartera de Trabajo, Fátima Báñez, ha limitado los cambios a una reducción del papeleo y de los formularios para realizar contratos laborales. De momento, no hay rastro sobre la posibilidad de acotar el poderío de los jueces en los expedientes de regulación, ni siquiera de clarificar las causas objetivas del despido, como solicita el mundo empresarial. La reforma laboral, una de las más elogiadas por la prensa internacional -desgraciadamente la mayoría de los periódicos nacionales abomina sobre sus medidas- queda así prácticamente zanjada. Un error estratégico. Se podría aprovechar ahora que los sindicatos están en horas bajas ante la gestión manirrota de Cándido Méndez.

Hasta los mercados de valores parecen querer tomarse una pausa después del rally vivido desde el verano pasado. El impulso reformista del que hace gala Rajoy cada vez que tiene oportunidad en sus viajes internacionales comienza a decaer ante el maratón de citas electorales.

Hasta ahora, el éxito está basado más en la mejora de la confianza exterior que en resultados concretos, si se exceptúan algunos ámbitos como el sector foráneo o el turístico. La actividad económica y el desempleo han dejado de caer, pero su mejoría es raquítica e insuficiente para garantizar el futuro. La impresión entre los expertos es que se siguen aplazando las soluciones en espera de que los ingresos se incrementen al calor del crecimiento económico.

Rajoy aseveró ayer que la economía marchará mejor en los dos próximos años. Estoy seguro de que será así, sobre todo después de ver el tirón americano, pero la cuestión es si será sostenible sin reformas estructurales.

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