Unos 106.000 millones de euros en ayudas después, parece que el saneamiento de la banca se empieza a tocar con los dedos. De que estamos, afortunadamente, en la etapa final contribuye Bruselas, que ha impuesto unas condiciones tan duras que nadie duda ya de que no hay resquicio posible para que el dinero público vuelva a malgastarse.
De las cuatro entidades nacionalizadas tan sólo una, BFA-Bankia, podrá vivir nuevos buenos tiempos en solitario. Será otra entidad, mucho más pequeña, sin participaciones y volcada en pymes, a tenor de lo anunciado por su presidente José Ignacio Goirigolzarri.
Y será la única, también, en la que se puede tener la esperanza de que devolverá lo que ahora reciba del Estado. Para las otras tres sólo hay quebrantos. A Banco de Valencia sólo le ha librado de la liquidación el haber encontrado una entidad que está dispuesta a engullir su menguado balance recibiendo menos dinero del preciso para borrarla del mapa.
CatalunyaCaixa y Novagalicia también deberán afrontar su futuro próximo dentro de otra entidad. Si las condiciones de Banco de Valencia se hacen extensibles a estos dos grupos, más que probable, nada obtendrá el Estado de estas operaciones, salvo el alivio de haberse sacado de encima dos problemas.
Dentro de unos días, el 20 de diciembre, Bruselas se pronunciará sobre las otras cuatro entidades, BMN, Liberbank, Caja España-Duero y Caja3, que necesitan, como mínimo, limpiar la parte más tóxica de su balance en el banco malo. Otros 2.000 ó 3.000 millones que estarán bien empleados si de una vez por todas se sanea el sistema, el mercado deja de desconfiar y las entidades, poco a poco, se encuentran en disposición de dar créditos a la demanda solvente.
Un cuento de la lechera que después de tantos años de errores de banqueros, supervisores y ministerios puede dejar de serlo y tener un final feliz.
Ahora bien, si echamos la vista atrás y pensamos en el tiempo perdido, en las ayudas malgastadas, en la inseguridad regulatoria creada, en tantas cosas que han retrasado el saneamiento... ¿No deberíamos exigir que alguien responda por ello?