
El presidente retrasará el pacto fiscal con Cataluña y el rescate todo lo que pueda y más.
El Gobierno esperaba un otoño caliente, lleno de manifestaciones y reivindicaciones contra su política de ajustes, pero en lugar de eso se encuentra con el órdago del presidente de la Generalitat, Artur Mas, que amenaza con la independencia. Pretende disolver el Parlamento catalán y convocar elecciones a comienzos de año para refrendar su postura independentista. El momento elegido no es casual, ya que por esas fechas se conocerán los datos sobre el déficit público autonómico de 2012, lo que puede obligar a la intervención de Cataluña. De esta forma tapa los errores de gestión y las corruptelas de su partido, tales como el caso Palau o la investigación en curso sobre el secretario general de CDC, Oriol Pujol.
Mas tiene el apoyo de una parte importante de la burguesía catalana y de la población, a la que convenció con el argumento de que Cataluña podría evitar los recortes si no formara parte del Estado español. Sin embargo, casi ninguna de las grandes empresas están con él, como quedó patente con el vacío que le hicieron el jueves pasado en el desayuno celebrado en el madrileño hotel Ritz.
Cataluña podría vivir holgadamente como un Estado independiente, al igual que ocurre con las repúblicas bálticas tras separarse de la Unión Soviética. Pero antes tendrá que pasar por el infierno de la devaluación y hacer cola detrás de Montenegro para reingresar en la Unión Europea. La diferencia es abismal. Montenegro es uno de los países con menor renta per cápita de Europa, que intenta sacudirse las secuelas de la cruenta guerra de los Balcanes. Cataluña es una de las regiones más prósperas de Europa. Sus dos principales entidades financieras, La Caixa y Sabadell, irían a la quiebra si abandona el euro. Multinacionales como Volkswagen -dueña de Seat-, Bayer o Basf emprenderían de inmediato su traslado a otra parte, como ocurre en Grecia ante el riesgo de que abandone la moneda única.
Mas no tiene por delante un camino de rosas. Su socio de coalición de Gobierno, Unió, no quiere oír hablar del asunto. Su presidente, Antoni Duran i Lleida, no tuvo más remedió que acudir a la Diada, pero se negó en redondo a asistir al desayuno del Ritz, donde Mas intentó disculparlo con la excusa de los problemas de movilidad.
La gigantesca demostración de fuerza de la Diada se produce en vísperas de la entrevista que celebrará en el Palacio de la Moncloa con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Pero si piensa que eso lo ablandará, se equivoca. El presidente le dará buenas palabras y la promesa de estudiarlo más adelante, cuando haya pasado el tsunami sobre la economía. En el Partido Popular hablan de hartazgo del "chantaje catalán". Rajoy fijó su hoja de ruta en la entrevista concedida el lunes pasado a TVE, en la que remarcó que su prioridad absoluta será cumplir con el déficit. El resto de asuntos quedan relegados a esta meta.
Un aviso a navegantes. Las cifras sobre déficit anunciadas tanto por el Estado como por las autonomías muestran que hasta ahora cumplen, pero por los pelos. El Eurogrupo presiona con más ajustes por temor a que surjan desviaciones de última hora, como ocurrió el año pasado.
El Gobierno ha agotado la vía de la subida de impuestos, de momento, con los gravámenes sobre las plusvalías de capital anunciadas esta semana. Muchos dan por hecho que no tendrá más remedio que tocar las pensiones y las prestaciones por desempleo. La gran asignatura pendiente es la delimitación de competencias de las Administraciones Públicas para evitar duplicidades. Una medida prometida en varias ocasiones que sufre retrasos inauditos por sus efectos no deseados: eliminará multitud de altos cargos, colocados a dedo para pagar favores. El fuego amigo puede ser cruel en ocasiones.
El otro asunto pendiente es el rescate. La carrera de obstáculos para su aprobación hace prácticamente imposible que se anuncie antes de las elecciones gallegas, como informó este periódico. Rajoy quiere conocer las condiciones antes de solicitarlo. Concretamente, pide que el BCE establezca qué nivel de prima de riesgo está dispuesto a garantizar para decidir si pide un rescate total o simplemente una línea de liquidez.
Sin embargo, el presidente del BCE, Mario Draghi, quiere que sea el Eurogrupo el que ponga los límites para evitar enfrentarse de nuevo con el Bundesbank. El Eurogrupo urge a Rajoy a que haga su solicitud, aunque es improbable que tome una decisión antes del próximo 29 de octubre.
El Gobierno no tiene prisa, está relajado e incluso dibuja un escenario más optimista para el próximo año de lo previsto en un principio, debido a que considera que el sector financiero está haciendo sus deberes, lo que puede reactivar el crédito y la inversión.
El límite puesto por el Tribunal Constitucional germano a la concesión de fondos por parte de Alemania para salvar a los países periféricos refuerza el papel del BCE, que tendrá que suplir la carencia de fondos del futuro mecanismo de rescate europeo con la adquisición de bonos europeos. En fin, que Rajoy, especialista en hacerse el gallego, parece dispuesto a usar su proverbial paciencia frente a Europa y Cataluña hasta ver quién aguanta más.