Opinión

La orquesta del ajuste aún desafina

De Guindos

Rajoy aceptó la supervisión del BCE a la banca y subir el IVA a cambio de relajar el déficit.

Concluimos una semana de vértigo. El lunes los mercados se asustaron ante la falta de acuerdo en Grecia para formar un Gobierno estable; el miércoles la prima de riesgo superó los 500 puntos, y el jueves se desató el pánico por el temor infundado de que Bankia no pudiera remunerar sus depósitos. No ganamos para sustos. La incertidumbre es elevadísima, los nervios están a flor de piel y cualquier rumor puede provocar un terremoto.

Los mercados aprovechan la hemorragia de malas noticias para tumbar los valores, sobre todo los financieros. El ataque tiene su explicación. La última reforma se quedó corta. El ministro de Economía, Luis de Guindos, lo reconoció públicamente: "Hemos llegado hasta donde hemos podido". La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, eludió ayer pronunciarse sobre si España pidió ayuda a Bruselas para la banca. Es obvio que sí la solicitó.

Como informó elEconomista, De Guindos tuvo que guardar en el cajón la reforma auténtica, que exigía provisiones hasta para los créditos a pymes y grandes empresas porque implicaba la entrada del Estado en el capital de toda la banca, con excepción de los tres grandes -Santander, BBVA y La Caixa-. La recapitalización de los bancos hubiera requerido del orden de 70.000 millones adicionales a los 30.000 exigidos ya. La cifra coincide con la cuantía solicitada por los analistas internacionales de UBS o BNP para despejar por completo las dudas sobre la solvencia de las entidades.

El problema es que los mercados están cerrados para España, con la prima de riesgo rondando los 500 puntos, y Bruselas exigía la intervención del país para echarnos una mano. Además, las pegas puestas por el Tesoro para avalar las futuras Sociedades de Gestión Inmobiliaria -a las que los bancos deben traspasar el suelo y otros activos- deja éstas en el limbo. El real decreto no explica su creación ni cómo la banca podrá desconsolidar los activos dañados. Ni siquiera en el Banco de España conocen a ciencia cierta su funcionamiento.

La desolación cunde en el sector. A la incertidumbre regulatoria provocada por la cuarta reforma desde el comienzo de la crisis, presentada hace una semana por De Guindos -la segunda en lo que va de año-, se suma la obligación de someterse a la inspección de auditores independientes y del Banco Central Europeo (BCE), que pueden rehacer sus balances. "Así no hay quien gestione", se quejaba amargamente el presidente de un banco mediano.

El segundo factor de incertidumbre es Grecia. La falta de Gobierno la aboca fuera de la moneda única. Los responsables europeos aseguran que pueden contener el tsunami de su salida. Pero los analistas prevén un efecto devastador y desconocido, que podría rebajar de golpe un 2 por ciento el crecimiento de la eurozona entre 12 y 24 meses. Imagínense los afectados por el maremoto: Portugal, Irlanda, España e Italia. Sin embargo, existen motivos para la esperanza.

Las últimas encuestas apuntan a una victoria del bloque partidario de respetar el ajuste europeo. La suma de los socialistas del Pasok y la derecha de Nueva Democracia obtendría hoy la mayoría absoluta, según los sondeos. El motivo es que los comicios se plantean como un plebiscito sobre el euro, y tres de cada cuatro griegos están a favor. La incógnita no se despejará hasta el 17 de junio y hay quien vaticina un referéndum sobre el euro si permanece la fragmentación electoral. Queda un mes largo de tensiones e incertidumbres.

Entretanto, la cumbre sobre el crecimiento prevista para el próximo mes podría alumbrar el aplazamiento en un año del objetivo de déficit para los países de la periferia. Se asegura que Rajoy aceptó los auditores del BCE a la banca y la subida del IVA en otoño a cambio de esta contraprestación. El presidente solicita, además, que se reanuden las compras de deuda para relajar la prima de riesgo. Algo improbable, de momento. Según los cálculos de elEconomista, España puede aguantar hasta otoño, como mínimo, con estos tipos de interés.

El presidente del BCE, Mario Draghi, se reserva por si Grecia abandona el euro. En tal caso, el banco central reactivará la compra de bonos a gran escala para evitar el colapso de países como Italia o España y, muy probablemente, tendrá que recapitalizar sus bancos, que sufrirían fugas masivas de capital. La compra ahora de bonos españoles e italianos es como despilfarrar el dinero antes de tiempo. Draghi perdería, además, su principal arma de presión para obligar a cumplir con los ajustes.

El compromiso de todas las autonomías, con excepción de Asturias, para alcanzar el objetivo de déficit en 2012 bajo la batuta del titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, es fruto de esta presión ambiental. Aun así, hoy nos enteramos de que Esperanza Aguirre y Alberto Fabra, del PP, engañaron con sus déficits el año pasado. ¿Quién se va a fiar de nosotros? Se decretan fuertes recortes del gasto, pero las reformas estructurales siguen en el cajón. Queda reordenar y achicar el sector público, así como la sanidad y la educación o liberalizar por completo el comercio.

El Ejecutivo de Rajoy intenta afinar la orquesta de los ajustes económicos, aunque con retrasos. Lo malo es que el resultado no se verá en muchos meses o incluso años y, entretanto, seguimos expuestos a las terribles sacudidas de la crisis.

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