Opinión

Subir el IVA y los impuestos especiales para que esta crisis la paguemos entre todos: basta ya

Imagen de Thinkstock.

Dentro de todo el maremágnum de crisis en el que estamos metidos, hemos visto ya cómo ha subido el IVA, cómo los impuestos especiales como tabaco, alcohol e hidrocarburos no paran de subir y cómo podemos intuir en el horizonte del 20N más subidas de impuestos indirectos. Pues no, no me resigno a que sigan subiendo los impuestos a los pobres, entendiendo como pobres a ese 99%, no me resigno a que esto lo arreglemos entre todos, cuando los que han esquilmado al sistema salen con las manos limpias.

Los impuestos indirectos, particularmente el IVA como el impuesto indirecto más importante por su recaudación es el impuesto que se repercute al último consumidor. El IVA es el impuesto que nos hace a todos iguales ante Hacienda, no diferencia a pobres de ricos, dado que cuando vamos a un supermercado, millonarios, trabajadores, parados y pensionistas contribuyen con ese 18% a las arcas públicas. Pero el problema es que no todos debemos ser iguales ante las arcas públicas, sino al revés; los que más tienen, más deben pagar.

Estamos de acuerdo en que nos encontramos en una crisis global sin precedentes pero esta crisis hay que solucionarla al igual que dice nuestro artículo 31 de la Constitución. La progresividad fiscal consiste en que los que más tienen más paguen, no en dilapidar a las masas mediante los impuestos indirectos de los que no pueden escapar mientras otros ocultan cuentas en paraísos fiscales. Me hace gracia comprobar cómo en España sólo tenemos 6.724 ciudadanos con rentas superiores a 600.000 euros y en Alemania superan los 250.000. Pero claro, aquí es más sencillo culpar a esos malvados mercados y lavar el cerebro para conseguir que cada día que pasa recibamos menos prestaciones del estado de bienestar y tengamos que pagar cada día un poco más.

No es esto el concepto de justicia tributaria que debe tener un Estado democrático que persigue ante todo el bienestar de sus ciudadanos. Nuestros gobernantes, deben atacar antes a la cúspide de la pirámide para llegar a la base, no seguir exprimiendo hasta la última gota de sangre de sus ciudadanos en aras de una crisis en la que casi nadie entiende pero que nos ha declarado culpables sin juicio previo.

Por este motivo, me voy a permitir la licencia de darle dos pistas fiscales para que esta crisis la paguen aquellos que más tienen subiendo los impuestos directos y no sacrificando a la población como si de simples peones en un tablero de ajedrez se movieran sin valor alguno.

El control de las SICAVs, basta de mariachis

Las SICAVs son el vehículo más adecuado que existe para canalizar inversiones financieras. Pero el caso es que la mayoría de las SICAVs se usan simple y llanamente para evadir la tributación en el IRPF y en el impuesto de sociedades. La solución: el porcentaje máximo de una SICAV en manos de grupos empresariales o familiares no podrá exceder nunca el 30%. No queremos SICAVs conformadas por mariachis y un sólo director de orquesta. Queremos SICAVs que sean verdaderos vehículos de inversión. Por cierto, para realizar inversiones financieras no hay que tener yates ni coches de lujo en estas fórmulas jurídicas.

Los rendimientos del trabajo, son rendimientos del trabajo

En España, casi nadie gana más de 600.000 euros de manera oficial. Curiosamente, no paran de salir noticias sobre indemnizaciones millonarias, bonus, pólizas de planes de pensiones y cobros equivalentes por rendimientos del trabajo que bien se cobran en paraísos fiscales, bien se materializan a través de sociedades interpuestas.

Como he dicho anteriormente, los rendimientos del trabajo de esos grandes ejecutivos, dirigentes y resto de sectores de la población deben tributar en el IRPF al igual que tributa la nómina de un simple asalariado. No podemos consentir que un profesor, un médico o un abogado a nómina de un bufete pague un 43% de IRPF mientras que estos ejecutivos no llegan en el mejor de los casos al 21%.

En España tenemos más de 300.000 personas con patrimonios superiores a los 500.000 euros, personas que no coinciden con los 6.724 declarantes con ingresos anuales superiores a los 600.000 euros. ¿A nadie le resulta raro que esos patrimonios sean improductivos? Queremos equidad en la tributación de estas rentas altas. Aquí están los verdaderos ricos y son los primeros que tienen que ver cómo sus impuestos suben.

Y ahora, cuando el resto de la población veamos con nuestros ojos cómo estos millonarios comienzan a pagar impuestos, podremos entender que se nos suba el IVA y se nos recorten las prestaciones sociales, nunca antes. Sólo pido justicia tributaría, no pido nada más.

Remo es editor de actibva.com y El Blog Salmón.

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