El BCE enfrió ayer su mensaje antiinflacionista. Trichet aparcaba el tono más duro de enero y reducía el temor hacia una inminente alza de tipos de interés. Ahora bien, los avisos del Banco Central hay que anotarlos. La firmeza de hace un mes encerraba más una fuerza preventiva que una voluntad interna de materializar subidas de tipos.
Es decir, avisaba a economías navegantes, como la española, de lo que se podía avecinar y lo doloroso que en nuestra tesitura podría tornarse un encarecimiento de créditos e hipotecas. De fondo, el mensaje de Merkel: no gastemos más de lo que tengamos. Es decir, cuidado con la negociación colectiva y las revisiones salariales. No alimentemos una inflación que se sume a la que traen petróleo y materias primas, de modo que el bolsillo de todos sufra aún más con los tipos.