
En las últimas semanas, la complacencia ha dejado de lado el sopor instaurado el último año entre los inversores americanos. Convencionalismos como la baja volatilidad o el hecho de que la comatosa inflación seguiría sin hacer acto de presencia pese al repunte económico parecen haberse derrumbado. Una situación que aturde al mercado, donde se observan señales como el incremento de la rentabilidad del bono de EEUU a 10 años, como un síntoma que aventura curvas en la renta fija y la bolsa.
"En lo que llevamos de año hemos visto a la rentabilidad del treasury a 10 años pasar del 2,4 al 2,84% ante las expectativas de una mayor inflación, impulsadas por el incremento en los precios del crudo y un mayor crecimiento económico global", explican los analistas de Citi, quienes recomiendan a los inversores sobreexpuestos a la renta fija "diversificar".
A medida que el bono americano se acerca al 3%, los inversores se ven forzados a revisar sus carteras. Aquellos demasiado invertidos en renta fija no sacan jugo, mientras los que se han centrado en la renta variable en los últimos años observan esa rentabilidad como un nivel lo suficientemente atractivo para diversificar. Al fin y al cabo, el intermitente incremento en el yield del treasury a 10 años hace pensar que la Fed seguirá subiendo tipos, según algunos más de lo previsto.
Pero, ¿en qué momento este comportamiento realmente generará un trastorno en el mercado de renta variable? "Históricamente, el rendimiento del tesoro estadounidense a 10 años ha podido subir a un nivel del 5% antes de que las tasas de interés y los mercados de renta variable experimenten una correlación negativa", señala David Lebovitz, estratega global de JPMorgan. Por su parte, los economistas de Deutsche Bank avisan en un informe que la rentabilidad del bono tiene "recorrido significativo" por delante antes de hacer hacer mella en la renta variable o la propia economía. Desde su punto de vista, dicha rentabilidad pasará de respaldar las condiciones financieras a ser destructiva cuando supere el 3,5%, más de 80 puntos básicos desde niveles actuales.
Según el FedWatch de la CME, se descuenta una próxima subida de tipos el 21 de marzo y otra que llegaría bien en junio o bien en agosto pero, a partir de entonces, no existe una lectura contundente que garantice más. Esto indica que bien el mercado ha reaccionado de sobremanera al incremento del 0,3% en los salarios de diciembre o existe una falta de comunicación entre el banco central y Wall Street que Powell tendrá que solucionar.
En estos momentos, las grandes mesas de inversión observan una rentabilidad al alza para el bono americano, que puede tocar el 3%, pero no de forma permanente. Desde Wells Fargo Securities, donde sitúan el yield en el 2,95% en el cuarto trimestre, su analista económico, Harry Pershing, coincide en señalar que el mercado no está descontando suficientes alzas de tipos en 2018 y 2019.