
La diferencia entre comprar en este mercado y los desarrollados es que el inversor tardará 12 años en recuperar su dinero vía beneficios frente a los 14 años de Europa y 17 de EEUU.
No es fácil encontrar chollos en el mercado. A pesar de que las subidas que se marcan las bolsas este año han venido acompañadas de una mejora sustancial de los beneficios, eso no ha impedido, en muchos casos, que los multiplicadores a los que se compran algunos índices empiecen a ser caros en comparación con lo que se ha pagado, de media, a lo largo de la historia. Eso explicaría por qué buena parte del dinero se dirige este año hacia los mercados emergentes, donde hoy se exige un precio de entrada menos elevado que en los mercados desarrollados, donde los expertos ya no revisan tan alegremente las ganancias al alza. Claro está que las perspectivas que se manejan para los emergentes también ayudan: todavía tienen a su favor la expectativa de que crecerán más que el resto mientras cobra fuerza la hipótesis de que la retirada de estímulos por parte de la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) se hará lo suficientemente gradual como para no perjudicarlos en exceso. De lo contrario, los bancos centrales de dichas economías guardan un as en la manga, como es la posibilidad de bajar más sus tipos. Pero quizás, lo más significativo, es que se espera que sus beneficios crezcan a un ritmo superior también el año que viene, provocando que sea la opción más atractiva por PER en 2018 para el inversor (que es el cociente entre el precio de una acción y el beneficio por acción -BPA-).
Se espera que el BPA de los valores que integran el índice MSCI Emergentes se incremente un 17 por ciento el año que viene, según Bloomberg; frente al 11 por ciento del mismo indicador para Estados Unidos y del 9 por ciento de Europa. Eso explicaría que, con los beneficios previstos para 2018, quien invierta en los mercados emergentes tardaría 12 años en recuperar su inversión por esta vía, frente a los casi 15 años que necesitaría en el Viejo Continente o los 17 años que precisaría en la primera economía del mundo.
Dentro de este universo, la bolsa más barata hoy es la rusa, con un PER de 7 veces, que es -junto a la de Arabia Saudí- la única que se descuelga de las subidas de doble dígito que dibuja el resto. Su alta vinculación con el precio del petróleo explica parte de esa penalización, que ronda el 7 por ciento. "En un escenario en el que los precios del petróleo son más altos este año, el PIB debería beneficiarse y crecer hasta el 2 por ciento frente al 1,8 esperado por el consenso", señalan en Citi. Sin embargo, dicen estos expertos, "existen riesgos a la baja". Según sus cálculos, "una bajada de 10 dólares en el precio del crudo reduce el crecimiento de su economía en un 0,9 por ciento".
Tras la bolsa rusa, la de Brasil, con un multiplicador de beneficios esperado para este año de 14,5 veces y la de China, con uno de 15 veces, son las siguientes más baratas. A favor de Brasil juega ahora, además de la recuperación de su economía, impulsada por el consumo, el hecho de que "se están limitando las posiciones bajistas en su moneda, el real brasileño", indican en Bank of America Merrill Lynch (BofA).
Pero más allá de la fotografía individual, la general es que "los mercados emergentes cotizan con un descuento del 30 por ciento frente a los mercados desarrollados, un porcentaje superior al descuento del 25 por ciento promedio de los últimos 15 años", explica James Donald, gestor de renta variable emergente de Lazard AM. "Esto hace que veamos oportunidades de valoración atractivas", dice, "en un momento en el que muchos países emergentes han mejorado su situación económica y muchas empresas están realizando cambios significativos en sus modelos operativos". Desde la gestora explican cómo muchas están viendo crecer sus flujos libres de caja, lo que les permite pagar sus deudas, desapalancar sus balances y abonar mayores dividendos a los accionistas. Como explica Elizabeth Colleran, co gestora de fondos de renta fija emergente de Loomis Sayles, las compañías emergentes "están informando de una mejoría de sus ingresos y una expansión de sus márgenes".
"Las oportunidades de inversión permanecen a medida que el crecimiento mundial se ha recuperado y algunos desequilibrios importantes como los déficits por cuenta corriente se han corregido", señala Gaël Combes, analista del equipo de renta variable de Unigestion. Desde el FMI, sin ir más lejos, cifran el crecimiento que experimentarán estas economías entre el 4-5 por ciento anualizado en los próximos cinco años, que es aproximadamente un 3 por ciento superior al que tendrán las economías desarrolladas.
Las bolsas emergentes acumulan seis trimestres consecutivos de ganancias gracias, también, a la recuperación que ha vivido el precio de muchas materias primas. Ni el dólar -por el momento-, que recupera terreno frente a algunos de sus principales pares ahora que la Fed empieza a dejar clara su hoja de ruta aunque tampoco se espera que saque un músculo excesivo, ni tampoco la inflación, que ahora se encuentra en mínimos históricos, representan, a corto plazo, una gran amenaza para el futuro de estas economías.
En UBS se preguntan si ha llegado el momento de que los precios suban: "Nosotros no lo creemos". Con la tendencia actual de la inflación subyacente (la que excluye el precio de la energía y de los alimentos), sopesan, "unos bancos centrales conservadores y un rebote del crecimiento enfocado solo en el comercio sugieren que lo más probable es que la inflación en estos países se aplane y no que repunte bruscamente". En Pimco coinciden: "Es probable que disminuya en todos los mercados emergentes en 2018".
Oportunidades a la vista
La expectativa de rentabilidad a la que aspira un inversor que se fije en este tipo de mercados de cara a los próximos años es, en opinión de Robeco, la más alta si se compara con la que se podrá esperar de otras bolsas. Esta gestora espera que la renta variable emergente arroje rendimientos del 7,25 por ciento anualizado en los próximos cinco años frente al 6,5 por ciento que augura para los parqués desarrollados. Sin embargo, el universo emergente es muy amplio.
Desde Loomis Sayles, Elizabeth Colleran destaca estar buscado el "momentum" para continuar en las economías que se encuentran en fase de recuperación en América Latina, como pueden ser Brasil, Argentina o Uruguay. "Los países que trabajan en reformas amplias, como India e Indonesia, también son atractivos", añade. No se muestra tan positiva con México o Turquía que, "si bien han resistido bien este año tras un comienzo algo inestable", ahora observan "ruido político y una inflación elevada".
La India también entra en la lista de países con los que Rahul Chadha, co-director de inversiones de Mirae Asset, se muestra optimista: "Seguimos estando sobreponderados en China, India y Corea a través del comercio electrónico, consumo discrecional como autos, bienes de consumo duraderos y aseguradoras y bancos en India".
Potenciales riesgos
"A pesar de la mejora de las condiciones macroeconómicas existen riesgos", apunta Lupin Rahman, de Pimco. A la vanguardia está, además de un endurecimiento de la política monetaria más rápido del esperado en EEUU, "la desareceleración en el crecimiento del crédito de China" y, también, la política. "Es probable que el calendario electoral de 2018 mantenga elevados los riesgos políticos en los principales mercados emergentes", argumentan. Habrá elecciones presidenciales en Rusia en marzo de 2018; en México en julio de 2018 y en Brasil en octubre de 2018. "México en particular destaca por un posible cambio de régimen si el candidato Andrés Manuel López Obrador gana la presidencia, lo que podría tener implicaciones negativas para la deuda mexicana. En Brasil esperamos una coalición centrista y en Rusia una continuación de la doctrina del presidente Vladimir Putin", argumenta Rahman.
Además de los anteriores, Gaël Combes, de Unigestion, añade otros: que China se desacelere significativamente o que "se produzcan guerras comerciales". También debe tenerse en cuenta el efecto divisa que, como sucede con la renta fija, puede comerse parte de los rendimientos obtenidos.