
Desde que la Reserva Federal iniciase la ardua tarea de normalizar su política monetaria el pasado 16 de diciembre de 2015, Janet Yellen y los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) han sido particularmente cautos a la hora de concienciar a los inversores sobre futuras subidas de tipos.
Con solo dos vueltas de tuerca en cartera, el conocido dot-plot del banco central estadounidense, como se conoce a las proyecciones que plantean sus funcionarios sobre futuros incrementos de tipos de interés, se ha convertido en la constelación que guía al mercado.
En su última edición, publicada como aderezo a la segunda subida de los tipos de interés de la última década el 14 de diciembre de 2016, la Fed ya telegrafió al mercado la posibilidad de encarecer el precio del dinero hasta en tres ocasiones a lo largo de este año. Un mensaje que coincidió con la resaca electoral, el consecuente rally bursátil asociado con el presidente Donald Trump y la tediosa prudencia con la que Yellen y su equipo han implementado incrementos en los tipos de interés federales. Es por ello que, desde comienzos de año, buena parte de los inversores no atisbaban un nuevo movimiento por lo menos hasta el encuentro del próximo mes de junio.
Cambio en la expectativa
Sin embargo, varios miembros del FOMC, incluida la gobernadora Lael Brainard, quien hasta ahora se ha erigido como la principal defensora de las políticas ultraacomodaticias, o la propia presidenta de la Reserva Federal, han optado por romper los esquemas tanto de analistas como de economistas e inversores casi dando por seguro que incrementarán los tipos hasta el rango del 0,75% y el 1% el próximo 15 de marzo. Un cambio de expectativas que no ha sido recibido con grandes movimientos en la renta variable.
Entre las promesas de una reforma fiscal y de una inversión de un billón de dólares en infraestructuras por parte de la Administración Trump, así como el repunte de la inflación y un mercado laboral que sigue bien afianzado, la coyuntura macroeconómica respaldaría la decisión del banco central estadounidense. De ahí que las expectativas llegasen a lograr que el mercado dé un cien por cien de posibilidades a una subida de tipos. Dicho esto, no es la primera vez que Janet Yellen pone a los inversores a punto de caramelo para después echar el freno.
"Si no sigue adelante con la subida, el mercado podría molestarse", indica Robert Johnson, analista de Morningstar.
En otras ocasiones, como el 17 de septiembre de 2015 o el día 21 del mismo mes un año después, la Fed contaba con el suficiente apoyo del mercado, cierto es que no tan amplio como el actual, para haber movido ficha y, sin embargo, no lo hizo. Decisiones que, en ningún caso, generaron una oleada de ventas en la renta variable y que siguieron fomentando la simpatía de las bolsas por el dinero barato.
Improbable cambio de ruta
Aun así, tal y como están las cosas, "sólo un factor de gran peso" podría justificar que la Fed no cumpliese el miércoles, señala Deborah Cunningham, directora de inversiones en Federated Investors. "En el caso contrario, si la Reserva Federal decide no subir tipos, perderá toda la credibilidad conseguida hasta ahora", añade aclarando que existe un mínima posibilidad de un cambio de guión que ponga la reunión de mayo en el foco de atención.
Para algunos expertos, el hecho de que la Fed eleve o no el precio del dinero el día 15 no se postula como el principal problema para el mercado; el problema sería, más bien, que el banco central pueda incumplir la hoja de ruta que implicaría tres subidas de tipos este año. "Si no suben la semana que viene, una sorpresa en el resultado de las elecciones francesas podría frenar la posibilidad de una nueva alza en junio", reconoce John E. Silvia, economista jefe de Wells Fargo Securities. "Con una subida en marzo, Janet Yellen cuenta con margen para subir hasta dos veces antes de diciembre, cuando Donald Trump podría anunciar el posible sucesor en la Fed", justifica.
Desde Evercore ISI, sus estrategas no interpretan una subida esta semana como un giro hacia una política monetaria más agresiva, sino simplemente como una señal de la confianza de la Fed en la economía. "El mercado es consciente de que Yellen es extremadamente cauta y no moverá ficha sin tener confianza plena", añaden, al tiempo que esta decisión "podría disparar la confianza".
De no llegar a materializarse la medida, el banco central lanzaría implícitamente el mensaje de que la actividad económica a este lado del Atlántico no es tan robusta como indican los últimos datos. Eso perturbaría a los mercados. En lo que llevamos de año, y en un 2017 en que Wall Street ha visitado nuevos máximos históricos, el Dow Jones se anota un 5,5%, el S&P500 un 5,7% y el Nasdaq 100 se dispara más de un 10%.
A la espera de conocer las próximas previsiones que coteja la Fed, así como de escuchar a Yellen en su primera rueda de prensa posterior a la reunión del FOMC del año, los inversores barajan dos subidas adicionales a la que podría ocurrir el miércoles, que llegarán en junio y septiembre. Posteriormente, a finales de año, el banco central optará por aprovechar la situación para comenzar a reducir su colosal balance de 4,5 billones de dólares en activos, un hecho que puede postularse como más problemático para el mercado que los incrementos en los tipos de interés.