
El intento de Hillary Clinton de sacar rédito electoral de la oposición a los "indignantes" -según sus propias palabras- precios de los tratamientos de las biotecnológicas norteamericanas está haciendo estragos en el sector. Los beneficios que el consenso de mercado prevé que sumen las 10 grandes compañías de este ramo caen un 6,5 por ciento para 2016 y un 11 por ciento para 2017 desde que la candidata demócrata a la presidencia de EEUU incendiase el debate con un tuit, publicado el 21 de septiembre de 2015, en el que prometía "trabajar para reducir el coste de los medicamentos".
Hace un año, pese a que Hillary Clinton todavía peleaba por ser la cabeza del Partido Demócrata, el mercado ya se tomaba sus posturas muy en serio. Su frontal ataque al sector a través de Twitter desató la furia bajista en el parqué: el subíndice que reúne a las empresas biotecnológicas cotizadas en el Nasdaq cayó un 4,41 por ciento al cierre de la sesión del tuit incendiario y perdió 37.700 millones de dólares en capitalización. La sangría no había hecho más que comenzar.
Detrás del tuit subyacía la subida del 5.000 por ciento que había experimentado el precio del Daraprim, un tratamiento desarrollado por Turing Pharmaceuticals contra la malaria o la toxoplasmosis. Inmediatamente después de ser señalado por Hillary Clinton, el presidente ejecutivo de la compañía, Martin Shkreli, pasó a ser la persona más odiada de los Estados Unidos. Semanas después, fue detenido y juzgado por fraude.
El aviso para el sector fue tajante y se proyectó con contundencia en el mercado y en las estimaciones de beneficios de las compañías. A finales de septiembre de 2015, las pérdidas del índice de la biotecnología se habían acelerado y eran de un 19 por ciento. Meses después, el 27 de junio de este año, los descensos desde el tuit eran superiores al 30 por ciento y llevaron al selectivo a mínimos que no visitaba desde junio de 2014, los 2.524 puntos.
Desde ese suelo, el sector inició una recuperación que se apoya en opiniones como la de Dominic Griffin, gestor de Fidelity, en que "la mayor parte de los riesgos no se materializará" porque, según recuerda, "los republicanos controlan el Senado y probablemente acojan, cuanto menos con tibieza, una propuesta legislativa para reducir los precios de los medicamentos". Una reticencia que quedó demostrada en su oposición al Obamacare, el intento del presidente saliente por mejorar la sanidad pública en Estados Unidos que "se tradujo en una versión bastante diluida de las propuestas iniciales", continúan desde Fidelity.
Pero lo cierto es que la remontada del índice, que llegó a ser de más del 20 por ciento, volvió a toparse con Hillary Clinton. A finales de agosto, otro tuit de la ahora ya candidata -y también favorita- a la presidencia de los EEUU elevó la presión bajista sobre el sector de la biotecnología. En esta ocasión, advirtió de que "no está justificado el aumento del precio del EpiPen", tratamiento de Mylan contra reacciones alérgicas agudas, que, según destacó, "puede ser la diferencia entre la vida y la muerte".
De nuevo, las consecuencias fueron catastróficas. El 24 de agosto, el índice de la biotecnología cedió un 3,37 por ciento y perdió 26.059 millones de dólares en capitalización. "Este debate podría seguir lastrando su evolución, pero al mismo tiempo podría generar puntos de entrada interesantes", observan desde Fidelity Internacional. Para Borja Rubio, de XTB, efectivamente para las grandes "cualquier retroceso supone una oportunidad", pero advierte de que las pequeñas, que dependen de pocos productos, "están en riesgo de quebrar".
De momento, Mylan, la última compañía defenestrada por Hillary Clinton, ha intentado sacudirse la presión bajista anunciando un incremento de las ayudas sociales que ofrece para la adquisición de sus tratamientos y señalando a la cadena de intermediarios que forman mayoristas, minoristas y distribuidores ante el incremento de los precios de los medicamentos.