
Nada de rescate bancario a gran escala. Tampoco habrá un banco malo transalpino que se haga cargo de los 350.000 millones de créditos dudosos (casi 200.000 millones de euros que están al borde de la quiebra). Lo que Italia propone solo es un "paraguas" de garantías públicas para que cada banco pueda deshacerse de sus créditos. Este martes, mientras las entidades rebotaban tras la caída del lunes (el índice del sector subió el 2,84 %), el ministro de Economía transalpino, Pier Carlo Padoan, acudió a Bruselas para fijar con la comisaria de Competencia, Margarethe Vestager, los detalles de la operación.
No es que la banca italiana no necesite un rescate. Es que Europa, tras la crisis, ya no permite intervenir a los bancos con dinero público. La solución propuesta por Roma es la creación de un banco malo con garantías públicas a través del banco postal CDP. Cada entidad aportaría sus créditos dudosos a una "sociedad vehículo" para titulizar los activos, financiándose a través de una emisión de obligaciones garantizadas por el CDP.
La operación, sin embargo, podría salir bastante cara para los accionistas de los la bancos transalpinos. En este sentido, en un informe reciente los analistas de Credit Suisse suponen una quita del 75% sobre el valor en libros de los créditos: si todas las entidades italianas se deshiciesen de sus créditos dudosos, el coste para el sistema sería de unos 37.000 millones de euros (todo el rescate en España costó 42.000 millones).
Quién está fuera del juego...
A falta de un rescate, la solución propuesta por el Gobierno italiano es una consolidación del mercado a través de una ronda de fusiones. Fuera de este juego quedan los bancos más solidos, los que menos han temblado en los altibajos bursátiles de las últimas semanas. Además de Mediobanca, histórico banco de negocio participado por otras entidades financieras (que ha perdido tan solo el 13% durante el último mes de negociaciones, frente al 19% que ha perdido el selectivo de los bancos italianos), está el principal banco doméstico italiano, Intesa Sanpaolo, que se ha dejado el 13% de su valor desde el 1 de enero. Junto a la rentabilidad, el punto fuerte de esta última son las provisiones, que cubren el 63% de los créditos dudosos (bajo la hipótesis de una quita del 75% avanzada por los analistas de Credit Suisse).
La otra gran entidad transalpina, UniCredit, con una cobertura del 61%, ha temblado mucho más, con un retroceso en bolsa del 24% durante el último mes. Y es que el banco, que tiene una fuerte presencia en el este de Europa, acaba de lanzar un plan de recortes de 18.200 puestos de trabajo para no volver a hacer una ampliación de capital. Sin embargo, tanto Unicredit como Intesa no corren grandes riesgos gracias a un accionariado estable compuesto por fundaciones (las antiguas Cajas de Ahorros que ahora invierten los dividendos en obras sociales) y fondos soberanos.
...y quién en el ojo del huracán
En el ojo del huracán bursátil de las últimas semanas se encuentra, sin embargo, el tercer banco italiano, Monte dei Paschi di Siena (MPS), cuyo precio en el parqué ha caído un 43% durante los últimos 30 días. Esta fue la única gran entidad transalpina, junto al cooperativo Carige, en sacar un suspenso en la revisión de la calidad de los activos realizada por el Banco Central Europeo (BCE) en 2014.
Ahora se ha recapitalizado, pero a pesar de tener provisiones que cubren el 64% de las pérdidas potenciales sobre los créditos dudosos, su problema es la inestabilidad del accionariado. La fundación Montepaschi, controlada por el ayuntamiento de Siena, que ha gobernado la banca durante décadas, ha reducido su cuota y el capital (además del Ministerio de Economía que ha convertido sus préstamos en acciones) está en manos de fondos como Axa y BTG Pactual en busca de ocasiones para vender la entidad.
Tras las declaraciones del Banco Santander, que niega estar interesado en comprar el grupo italiano, el futuro de MPS depende de la consolidación de los bancos medianos. En este segmento de mercado, junto a entidades sólidas controladas por grandes grupos extranjeros como BNL (filial de BNP Paribas) o Cariparma (de Crédit Agricole), hay un puñado de grupos que están buscando pareja. Se trata de las principales entidades cooperativas del país a las que una reforma aprobada por el Gobierno de Matteo Renzi empuja hacia la creación del tercer banco italiano. Estas entidades se están convirtiendo en sociedades anónimas (antes, a pesar de cotizar en bolsa, eran cooperativas en las que cada socio tenía un solo voto prescindiendo del capital invertido).
Las más grandes -Banca Popolare di Milano (que ha bajado un 13% durante el último mes de negociaciones), Ubi (-24 %), Banco Popolare (-30%), Bper (-17%), Popolare de Sondrio (-12%)- estudian varias opciones. Los altibajos de sus valores reflejan los rumores del mercado sobre las fusiones. Sus provisiones, según los analistas de Credit Suisse, llegan a duras penas a cubrir la mitad de los créditos dudosos (siempre bajo la hipótesis de una quita del 75%), pero su accionariado es mucho más estable del de MPS o de Carige (que ha perdido el 38% a pesar del soporte de la rica familia Malacalza). De hecho, a pesar de no tener grandes inversores en su capital, los bancos cooperativos basan su fuerza en miles de pequeños ahorradores, pensionistas y antiguos empleados. Por esto, apuntan los analistas, una fusión entre bancos cooperativos medianos podría involucrar como socio minoritario una de las dos entidades más en apuros, MPS o Carige.