
Acerinox se convirtió en el valor en el que depositaron su confianza la mitad de las 54 casas de análisis que elaboran el índice Eco10. Cuenta con una diversificación geográfica que ayuda en momentos de mercado como el actual, con un 85 por ciento de las ventas en "economías estables": EEUU y Europa
Con ciertas dificultades para elaborar proyecciones de crecimiento a futuro ante la volatilidad de las bolsas, el crecimiento del mercado del acero inoxidable a nivel mundial es una baza ganadora en momentos en los que China amenaza con una recesión mundial, al menos sobre los emergentes. Lejos de representar una amenaza para la compañía, Rafael Miranda, presidente de Acerinox, y Bernardo Velázquez, consejero delegado de la firma, ven en el cambio de modelo económico del gigante asiático una oportunidad para seguir creciendo.
¿Cómo vivieron el pasado año 2015?
Bernardo Velázquez: A pesar de la mala situación de las materias primas hemos navegado bastante bien y hemos conseguido mantener el beneficio. Si hemos sido capaces de sobrevivir o leer bien el 2015, el potencial de crecimiento es alto.
Rafael Miranda: Mientras que otros no fueron capaces de saber reinventarse, Acerinox lo hizo (ya en la crisis de 2006). Es de las pocas industrias siderúrgicas que está bien estructurada por continentes: un 85 por ciento de sus ventas está en países muy estables, con casi un 50 por ciento en Estados Unidos y el resto en Europa. Y también estamos en Asia que, aunque algunas veces nos perjudica, otras nos beneficia. Acerinox está excesivamente penalizada porque no somos tan dependientes de China. El mercado registra un crecimiento del consumo de acero inoxidable del 6 por ciento al año.
¿Cuál es la dependencia que tiene la compañía de las materias primas?
B.V.: Para nosotros son entre el 70 y el 80 por ciento del coste, mientras que solo el níquel representa un 60 y el 65 por ciento.
¿Temen que la tendencia deflacionista del níquel pueda ir más allá de 2016?
R.M.: Imaginemos que es cierto que el precio del níquel se mantiene bajo. A esos niveles tendrían que cerrar muchas de las fábricas de níquel.
Pero, ¿los fabricantes chinos exportan deflación al resto del mundo?
B.V.: China ha pasado de fabricar un 3 por ciento de la producción mundial en el año 2000 al 50 por ciento en 2014. Y sigue liderando el mercado del acero inoxidable -a través de distintas empresas-. Ahora mismo, los dos primeros fabricantes del mundo son chinos (a través de empresas), después se sitúan Alemania y Corea del Sur y el quinto seríamos nosotros.
La devaluación del yuan va ya por el 6 por ciento desde el año pasado. ¿Y cómo contemplan que pueda ser la desaceleración china?
B.V.: Desde los últimos años hemos sufrido el cambio de China de pasar a ser un importador de acero a ser un exportador. La mano de obra barata del país está provocando que lo que antes se fabricaba en Europa, ahora provenga de allí. China se había llevado un 20 por ciento del mercado de productos terminados de acero que antes se hacían en Europa y Estados Unidos. Pero en 2015, hemos visto el fenómeno contrario bajando la cifra de exportaciones, algo que no se producía desde hace quince años. El saldo neto ha bajado en un 20 por ciento y piensan reducir capacidad. El cambio de modelo se está produciendo ya y para nosotros esto es bastante positivo.
¿Exportarán, entonces, a China?
R.M.: No a China, pero sí a Asia. Somos los únicos acereros occidentales que tenemos una pata en Asia.
Se refieren a la última de sus fábricas, la de Malasia, pero ¿qué supondrá para su producción cuando esté a pleno rendimiento?
B.V.: Tendremos un millón de toneladas de producción en Malasia, Sudáfrica y España y un millón y medio en EEUU. Serían 4,5 millones en total.
R.M.: Afortunadamente, nuestra ventaja competitiva es enviar productos semiterminados que se culminan allí y, cuando el modelo chino termine de ajustarse, tendrá sentido acabar la inversión. El 80 por ciento del material que vendemos proviene de Sudáfrica y España.
¿Se nota la ralentización de la economía mundial en su producción en EEUU?
B.V.: En EEUU la fábrica no ha crecido más, básicamente, porque no da más de sí. En Europa sí estamos a un 20 por ciento de capacidad por debajo de los mejores años.
¿Cómo les influye el componente dólar?
R.M.: Para Acerinox es positivo porque estamos trasladando resultados fuertes en dólares a un euro débil.
Las medidas 'antidumping' creadas en Europa y aquellas en proceso de elaboración en EEUU, ¿en qué punto se encuentran?
B.V.: Hablamos de mediados de 2016. El Gobierno americano tardará unos 5 meses en establecer medidas preliminares y otros 10 en tomar las medidas definitivas. China, ahora mismo, tiene un 10 por ciento de la cuota de mercado estadounidense.
¿Cuota que asumiría Acerinox en caso de que entraran en vigor las medidas de competencia?
B.V.: Una parte, sí, pero el potencial de crecimiento en EEUU es mayor al que podríamos hacer frente.
¿Qué previsión de resultados manejan?
B.V.: La situación de las materias primas dificulta mucho hacer estimaciones, pero, desde luego, que si el níquel se estabiliza, su recorrido a la baja es muy inferior al de antes. Los analistas hablan de niveles de 13.000 dólares tonelada de níquel para el año que viene (cuando ahora cotiza a 8.500 dólares)
R.M.: Nuestra diversificación geográfica nos da una ventaja competitiva. Mercados como el americano y el europeo tienen perspectivas para 2016 que no son malas y mantenemos una posición financiera saneada. Siempre puede haber cualquier cataclismo, pero si eso no se diera, nuestra posición es buena.
¿Les preocupa que se les considere una 'compañía española' en momentos de incertidumbre como el actual?
R.M.: Si alguien cogiera una lupa y se preocupara por lo que es Acerinox en la actualidad, se daría cuenta de que nuestro volumen de venta en España es tan sólo del 8 por ciento.