El idilio de los inversores con el fabricante de vehículos eléctricos continúa. Pese a perder casi 230 millones de dólares en el tercer trimestre (el triple de los 75 millones del mismo periodo del año pasado) y rebajar su estimación de ventas para este año, el valor subió un 10% en el after hours. Detrás de esta subida, la promesa de una mayor producción, una esperada compatibilidad de sus modelos y la esperanza en unos mejores márgenes.
Los inversores siguen confiando en la compañía de Elon Musk, pese a que en el tercer trimestre apenas vendió 71 coches más que en el segundo y a que sus ingresos, 1.240 millones de dólares (un 33% más), quedaron por debajo de lo previsto por los analistas de Wall Street, que eran 1.260 millones. En términos de pérdidas por acción, los 58 centavos (excluyendo extraodinarios) anunciados también son mayores de lo esperado por el consenso de Reuters.
Además, Tesla anunció un cambio importante en la dirección, la llegada como director financiero de Jason Wheeler. "Jason era básicamente el número 2 en finanzas de Google", según explicó ayer Musk en su presentación.
Se trata del décimo trimestre consecutivo de pérdidas, y las de mayor cuantía, y por el momento, cuanto más crece Tesla, más dinero pierde, y algunos expertos dudan de que llegue al nivel de ventas necesario para conseguir ser rentable en el futuro.
Lo que importa es el futuro
En cuanto al futuro más inmediato, Tesla también redujo sui estimación de entregas para este año hasta los 50-52.000 vehículos, frente a los 50-55.000 previstos en el trimestre pasado, cifra que en verano ya había rebajado. Dentro de sus planes, prevé fabricar entre 15.000 y 17.000 vehículos en el cuatro trimestre y entregar entre 17.000 y 19.000 entre octubre y diciembre, en la parte alta de las previsiones de los analistas.
Pese a los evidentes problemas presentes, los analistas siguen viendo un futuro brillante en Tesla. Varios factores animan este optimismo. En primer lugar, este trimestre fue el primero en el que se empezó a comercializar el Model X, el SUV, y su llegada no ha frenado el crecimiento de su clásico sedan, el Model S. El riesgo de canibalización parece menor.
Precisamente en el futuro de su nuevo modelo, el Model 3, también están puestas las esperanzas de los inversores, que esperaban ayer novedades. Tesla confirmó que este nuevo modelo, dirigido al gran público con un precio de salida de 35.000 euros, llegará en marzo de 2016, si bien la compañía puntualizó que tardaría unos dos años más en comenzar a producirse.
En este sentido, la atención también estaba puesta en la gigafactoría que está construyendo Tesla en Nevada. Y aquí la compañía dijo lo que muchos querían oír, que está yendo más rápido de lo previsto.
Porque la gigafactoría parece la clave de bóveda de Tesla: en ella confía producir el nuevo Model 3 y las baterías solares domésticas; en ella confía para mejorar sus economías de escala, que junto a los menores costes de los materiales debería ayudarle a mejorar sus márgenes por encima del 30%.
Y su capacidad de producción precisamente supone también uno de los factores de preocupación. La propia Tesla reconocía que podría tener problemas en las entregas en el cuatro trimestre por la llegada del Model X, que está haciendo que tengan tensiones con el suministro de componentes.
Por otro lado, Musk volvió ayer a confiar en un mercado que genera dudas como es China. El fundador de Tesla recalcó que las ventas en el gigante asiático habían subido sustancialmente, y recalcó que esperan que sigan creciendo de manera importante. Pero en 2014, año en que llegó, ya fracasó: Musk confiaba en vender unos 5.000 vehículos, y finalmente se quedó en menos de 2.500.
De momento, Tesla sigue valiendo más de 27.000 millones de dólares, y cotiza alrededor de los 210 dólares por acción, lejos de los máximos de 282 dólares de este verano.