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Año preelectoral... año de bienes: Wall Street se aferra a su enésimo mantra alcista

Con la bolsa americana luchando por el signo positivo en 2015, los optimistas se aferran al ciclo electoral, que según la tradición conlleva un periodo alcista

Entre estadísticas, algoritmos y demás referencias históricas, Wall Street intenta, a veces sin éxito, leer el futuro y predecir el comportamiento de la renta variable estadounidense. Algunos idolatran oráculos y refranes como aquello del Sell in may and go away (es decir, vendamos en mayo y desaparezcamos) mientras otros prefieren diseccionar con una precisión quirúrgica los aspectos técnicos de la bolsa norteamericana.

Sin embargo, el presente ejercicio se ha convertido en un excelente caso a seguir, donde los convencionalismos y la realidad de las circunstancias podrían echar un pulso en detrimento de los inversores. En lo que llevamos de ejercicio, tanto el Dow Jones como el S&P 500 sufren por alejarse de las pérdidas en un momento en que la volatilidad en los precios del petróleo, las tensiones geopolíticas y la divergencia entre los bancos centrales de todo el mundo generan incertidumbre sobre los derroteros que tomarán los selectivos de Wall Street de aquí a final del ejercicio.

De momento, los más optimistas se aferran al ciclo electoral estadounidense, que según su linaje, apunta que este año debería ser alcista para la renta variable de Estados Unidos. "La teoría más arraigada estima que durante el tercer año de un ciclo electoral, los políticos promueven una agenda acomodaticia y a favor de las empresas para que la economía se mantenga fuerte, las bolsas suban y los votantes mantengan su optimismo de cara a las urnas", explica Peter Lee, analista del banco UBS.

Es cierto que desde 1939, el año de la Gran Depresión a este lado del Atlántico, el Dow Jones no ha registrado ninguna pérdida durante un año preelectoral en la mayor economía del mundo. De hecho, durante los cuatro años que un presidente suele mantener su cargo en la Casa Blanca, el año preelectoral es históricamente el mejor periodo para la renta variable. De media, Wall Street ha acumulado una rentabilidad del 10,43 por ciento desde 1833 en el año previo a una elección presidencial.

Una meta que este año podría quedarse lejos si miramos las proyecciones que rondan en la cabeza de muchos. Por ejemplo, David Kostin, estratega jefe para Estados Unidos de Goldman Sachs, considera que acabaremos 2015 con el S&P 500 tocando los 2.100 puntos, lo que supone una rentabilidad del 4 por ciento. Según sus cálculos, la renta variable europea superará a la estadounidense con un beneficio del 6 por ciento para el Stoxx Europe 600, que terminará el año en niveles de 390 puntos. El único indicador que se postula a superar la rentabilidad media acumulada por Wall Street durante un año preelectoral será el Topix nipón, que a ojos de Goldman podría llegar a subir hasta un 17 por ciento y cerrar en los 1.650 puntos en los próximos 12 meses.

Desde Bank of America Merrill Lynch son algo más optimistas y según Savita Subramanian, estratega jefe de la entidad, el S&P 500 debería acabar el año en los 2.200 puntos, lo que implica una rentabilidad del 6 por ciento. "La renta variable es sin duda más atractiva que los bonos, pero cuando se compara con otra clase de activos, su atractivo es menos claro", advierte. Incluso desde Morgan Stanley, quizás los más alcistas dentro de la flor y nata de la Calle del Muro, Peter Knowles, estratega del grupo, reitera que el indicador podría acabar el año en los 2.275 puntos, es decir, un incremento del 10 por ciento con respecto al año pasado.

Otras profecías

En esto de las profecías bursátiles, otro vaticinio ya ha dejado frío a más de uno. Cuando el domingo pasado Tom Brady y los New England Patriots ganaron la Super Bowl, los gestores más supersticiosos se echaron las manos a la cabeza, ya que la leyenda indica que si el equipo ganador tiene su origen en la antigua Liga Nacional de Fútbol (NFL), la renta variable terminará el año al alza. Por el contrario, si el equipo de la victoria tiene sus raíces vinculadas a la Liga Americana de Fútbol (AFL), los osos se apoderarán de Wall Street, en este caso, los Patriots de Nueva Inglaterra comulgan con las tendencias bajistas de este índice, cuya certidumbre bate un 80 por ciento de aciertos desde su creación.

"Debemos tener en cuenta cuando hablamos de años preelectorales que en 1979 el Dow Jones acumulaba pérdidas del 1,3 por ciento en los primeros siete meses del año. Sin embargo consiguió remontar y cerró el ejercicio con una rentabilidad del 1,5 por ciento", señala James F. Weaver, gestor de Morgan Stanley. Por su parte, Peter Lee, de UBS, recuerda que "generalmente el S&P suele retomar la senda claramente alcista tras las elecciones legislativas, a partir de entonces coge impulso hacia el año preelectoral y puede extenderse hasta el año electoral".

Entre los refranes y las repetidas coincidencias que se convierten en norma existe otro dicho, As January goes, so goes the market, que viene a decir que cómo marche el arranque del año así se comportará el mercado. En un 77 por ciento de las ocasiones desde 1950, la renta variable estadounidense ha seguido el tono marcado por el primer mes del año. Con esta referencia, algunos tiemblan al recordar que el Dow Jones cerró enero con una caída del 1,92 por ciento. Sin embargo, el año pasado el S&P 500 arrancó el ejercicio recortando un 3,6 por ciento de su valor en enero y acabó cerrando el ejercicio con una subida del 11,4 por ciento.

Si hay alguien que cree a pies juntillas en esta clase de cábalas, apoyadas eso sí en fórmulas que demuestran dichas tendencias, es Jeffrey Hirsch, el editor de The Stock Trader Almanac, algo así como el almanaque del corredor de bolsa, quien señala que en los años preelectorales como en el que nos encontramos, el mes de enero ha marcado el tono para el resto del año en un 87,5 por ciento de las ocasiones. "Este año podríamos ver una rentabilidad de hasta el 50 por ciento desde los mínimos marcados por el Dow Jones en 2014 y los máximos que llegaremos a registrar este año", explica. Eso sí, reconoce que los séptimos años de gobierno de un presidente que ha ocupado dos legislaturas, de cuatro años cada una, "suelen ser más débiles que otros años preelectorales ya que el electorado y el país en general pierde la excitación y demuestra algo más de apatía".

Por suerte o por desgracia, 2015 coincide con la tendencia bursátil más fuerte del ciclo presidencial, es decir, el año preelectoral, pero a su vez coincide con el séptimo año de una Casa Blanca controlada por Barack Obama. Previamente, otros mandatarios como Wilson en 1919, Roosevelt en 1939, Eisenhower en 1959, Reagan en 1987, Clinton en 1999 y G.W. Bush en 2007 han ocupado durante más de siete años el Despacho Oval. En este periodo, antes de completar su periplo presidencial, el Dow y el S&P 500 han acumulado una rentabilidad del 13 y el 5,6 por ciento respectivamente, con 1939 siendo el único año en que se registró una caída. De ahí que podamos preguntarnos si este año será la excepción que confirme la regla.

El presente ejercicio no sólo juega a su favor con el impulso de un año preelectoral sino también con el hecho de ser el quinto año de la década, que suele ser el mejor año para las bolsas estadounidenses. Sólo ha habido un quinto año bajista en las últimas 13 décadas mientras que en los últimos 130 años, el Dow Jones ha acumulado una rentabilidad media del 28,3 por ciento durante los años terminados en cinco.

El pulso de los Clinton y los Bush

Todavía es pronto para determinar qué contrincantes demócratas y republicanos se verán las caras en la próxima carrera electoral en Estados Unidos. Aunque a puerta cerrada la más que posible candidatura de Hillary Clinton es un secreto a voces, el que ya se ha posicionado del lado republicano es Jeb Bush, hermano del ex presidente George W. Bush e hijo del también ex presidente George Bush. Pero antes de adelantarnos a los acontecimientos, recordemos que el proceso para determinar quienes serán los dos elegidos que pelearán por ocupar el Despacho Oval es largo y tedioso, podemos repasar el legado bursátil del demócrata Bill Clinton y el republicano George W. Bush.

En el caso del primero, conocido por haber generado el primer superávit en tres décadas, con más de 9.000 millones de dólares sobrantes de un presupuesto de 1,7 billones, el boom en la renta variable fue más que evidente. El Dow Jones llegó a revalorizarse un 223 por ciento pasando de los 3.255 puntos en enero de 1993 hasta los 11.500 puntos a comienzos del año 2000. Por supuesto, por aquel entonces, el efecto de la burbuja de las punto.com desató la euforia de unas bolsas que pronto se desinflarían, no sólo por el estallido de las dotcom, sino por el efecto de los terribles atentados del 11 de septiembre de 2001, con Bush ya en la Casa Blanca.

El arranque de la era Bush llegó marcado por el impacto de estos ataques terroristas que desataron las guerras contra Afganistán e Irak, que acabaron por desbaratar el déficit del país. Mientras una burbuja inmobiliaria y la exuberancia irracional de los mercados se dejaba llevar en forma de hipotecas de alto riesgo y una desregularización del sector financiero, el país sentaba los pilares para la crisis financiera de 2008 que culminó con la peor recesión desde los años 30. Bajo estas circunstancias es difícil destacar el testamento bursátil de Bush, ya que durante su presidencia el Dow Jones recortó un 21,7 por ciento, algo más de 2.300 puntos.

Es por ello que aunque el actual presidente de Estados Unidos, el demócrata Barack Obama, heredase una economía a punto del colapso, donde la tasa de paro llegó a tocar el 10 por ciento, la intercesión de la Reserva Federal (Fed) y sus estímulos se convirtió en el mejor impulso para Wall Street. No olvidemos que el balance del banco central de Estados Unidos se ha expandido hasta sobrepasar los 4,2 billones de dólares gracias a tres rondas de compras de activos y bonos del Tesoro. Además, los tipos de interés se mantienen entre el 0 y el 0,25 por ciento desde antes que el afroamericano tomase posesión de la Casa Blanca. Factores que han contribuido a que el Dow Jones se haya revalorizado hasta la fecha un 115 por ciento, sumando más de 9.000 puntos al indicador.

Aún así, muchos se preguntan si tras seis años de tendencia alcista en el mercado de renta variable de Estados Unidos esta dinámica podrá mantenerse a corto y medio plazo. Por su parte, Janet Yellen (presidenta de la Fed) y sus chicos se preparan ya para la normalización monetaria y el encarecimiento del dinero.

Mientras tanto, el bombeo de liquidez de estos años ha encarecido notablemente las acciones a este lado del Atlántico en un momento en que el alicaído mercado europeo o el japonés se convierten en las niñas bonitas de los inversores, dado que sus respectivos bancos centrales han recogido el testigo de los estímulos de antaño de la Reserva Federal estadounidense.

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