Si en Grecia hay temor a un impago, en Rusia hay pánico al rublo. La depreciación en vertical de su divisa ha provocado que los mercados exijan una rentabilidad muy elevada a los bonos del país en su propia moneda. El miedo se centra principalmente en los tramos cortos, hasta el tres años, ya que el riesgo de obtener retornos negativos por el efecto divisa es muy elevado. Al cierre del miércoles, la rentabilidad del bono ruso a tres años superó el 13,1%, lo que supone un máximo de la serie histórica del mercado secundario.
Una situación que no deja de ser paradójica si se tiene en cuenta que para el título a 25 años, los inversores se conforman con una rentabilidad del 11,8%. ¿Están anticipando un impago en Rusia? No, ya que el montante de la deuda del país es limitada. A cierre de 2013, el pasivo de las administraciones públicas cerró en el 7,9% del PIB, una situación muy holgada aunque los intereses exigidos a su deuda se disparen.
El miedo de los inversores surge por el descenso en picado del rublo. Solo en los últimos tres meses, su divisa ha perdido un tercio de su valor frente al dólar, lo que provoca que los inversores extranjeros obtengan rentabilidades reales negativas, pese a los altos intereses.
