
La victoria de Dilma Rousseff en las elecciones de Brasil provoca caídas en el principal índice brasileño, el Bovespa. ¿Por qué a los inversores no les gusta el modelo del Partido de los Trabajadores? La política económica del país está en una encrucijada y los mercados lo saben y ejercen presión.
El pueblo brasileño se ha planteado si es hora de dar un giro al socialismo y al intervencionismo actual para liberalizar más la economía y dar independencia a la autoridad monetaria, el Banco de Brasil. A pesar de que Rousseff ha resultado vencedora en las elecciones de este fin de semana, la diferencia con respecto a su principal oponente ha sido muy estrecho porque solo obtuvo el 51,6% de los votos.
En los 11 primeros años en los que el PT estuvo en el poder -hasta 2013- el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita en Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) avanzó un 4,74% de media anual, según los datos del Banco Mundial, mientras que el resto del mundo creció al 5,06%.
El despegue social no llega
Cifras parecidas refleja la evolución del PIB per cápita, que en Brasil avanzó un 4,58% y en el resto del mundo un 5,04%. Datos que reflejan que el fuerte despegue de Brasil de los últimos años no se ha traducido en una producción y unos ingresos mucho mayores.
Entre los grandes logros del Partido de los Trabajadores (PT) se encuentra la mejora de los indicadores de educación y sanidad en el país. El gasto en educación del país sobre el PIB avanzó en 2010 -último dato corroborado por el Banco Mundial- hasta el 5,8%, mientras que los países de América Latina y del Caribe y el resto del mundo se encuentran en el 4,8 y 4,9%, respectivamente.
Por su parte, el montante que dedica el país a la sanidad sobre su producción marcó en 2012 un nuevo máximo histórico en el 9,3%. Cifra que supera el 7,7% que dedica el conjunto del mundo, pero que no alcanza el 10,2% que destinan a salud los países de la región.
Por otro lado, este mes saltó uno de los casos de corrupción que refleja los peligros de la política intervencionista. El escándalo saltó con la petrolera estatal Petrobras, que presuntamente desvió fondos para financiar la campaña para la reelección de Rousseff. La propia presidenta ha admitido el desvío de dinero y los juzgados tendrán que depurar responsabilidades.
Buscando un nuevo rumbo
El modelo socialista de Brasil, orientado hacia China como país al que exportar sus materias primas y como referencia de control del banco central y de las entidades nacionales, empieza a generar dudas entre una amplio grupo de la sociedad. Y aunque ésta finalmente ha decidido darle otra oportunidad al modelo del PT, no ha sucedido lo mismo con el mercado, que esperaba con ansia una victoria de sus oponentes, lo que explica que los futuros de la bolsa brasileña apunten a nuevas caídas este lunes.
No en vano, los dos candidatos que se oponían al PT eran Aécio Neves, líder del Partido de la Social Democracia, y Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño, que quieren dar un giro liberal al país.
"Para Neves, disminuir el déficit fiscal es uno de los objetivos prioritarios, al igual que para Silva", explica el equipo de análisis de Banca March. También quieren "dar autonomía al banco central para luchar contra la inflación y que no intervenga en el mercado de divisas. Asimismo, prometen una simplificación del sistema tributario y mayor participación del sector privado en obras de infraestructura e industrias".
Políticas que suponen cambiar la estrategia económica de Brasil para seguir los pasos de los países desarrollados de Europa y Norteamérica. Unas medidas que coinciden en muchos puntos con lo que piden los mercados.
La bolsa del país ha subido con fuerza en los últimos meses al calor de las encuestas que daban posibilidades a las alternativas a Rousseff. "El último rally responde a la esperanza de que la presidenta no sea reelegida", explicaba el equipo de análisis de Fidelity.
Los inversores se muestran más confiados con un Ejecutivo que quiera consolidar las cuentas públicas, ya que los analistas temen que el déficit presupuestario se amplíe este año hasta el 3,6% según la OCDE, o hasta el 4%, según el consenso de mercado recogido por Bloomberg, cifras que reflejan el mayor deterioro de las cuentas públicas en más de 15 años.