El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ha asegurado hoy que el calendario propuesto para la reducción del programa de compra de bonos no está escrito en piedra. Bernanke insiste en que la política de estímulo es necesaria en un "futuro inmediato".
"Quiero enfatizar esto, porque nuestras compras de activos dependen de los desarrollos económicos y financieros, y por eso no están de ninguna manera predefinidas", dijo Bernanke en su comparecencia ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes.
El presidente de la Fed repitió sus previsiones de mediados de junio, en las que consideraba que sería apropiada empezar a moderar el ritmo de compra de activos a finales de este año y acabar con las operaciones a mediados del año que viene.
Asimismo, Bernanke explicó que el banco central reaccionará al desarrollo de los acontecimientos, y si las condiciones económicas mejoraran más rápido de lo previsto, la retirada de estímulos podría ser más rápida. Al mismo tiempo, si ocurriera lo contrario, "el actual ritmo de compras podría mantenerse durante más tiempo". Incluso podría elevar el ritmo de compras.
El presidente de la Fed explicó que el calendario que anunció es "la trayectoria probable si la economía evoluciona como está previsto", y que no supuso ningún cambio en la política monetaria de la institución.
Además, para enfatizar que sus decisiones dependían de la evolución económica, subrayó los riesgos que actualmente persisten sobre EEUU, aunque han disminuido desde el pasado otoño. Entre ellos, citó la amenaza de la política fiscal, que podría frenar el crecimiento en los próximos trimestres más de lo que esperan desde la Fed.
En este sentido, apuntó directamente al Congreso y sus debates presupuestarios, señalando que es necesario que se eleve techo de deuda este año, ya que podrían dañar la recuperación económica.
Bernanke también habló de la inflación, que sigue por debajo del objetivo del 2%. "La suavidad refleja en parte algunos factores que probablemente sean transitorios", dijo antes de añadir que las expectativas a largo plazo son "estables".
Sin embargo, también advirtió de que los miembros de la Fed "son ciertamente conscientes de que una inflación muy baja supone un riesgo para la economía, por ejemplo elevando el coste real de la inversión de capital, e incremento el riesgo de deflación". Por ello, la Fed "actuará como sea necesario" para asegurar que la inflación, actualmente situada en el entorno del 1%, volverá a su objetivo del 2%.