
La semana pasada Mario Draghi dejó claro el nuevo giro de la institución que dirige. Al afirmar que cuentan con una hoja de ruta que incluye mantener los tipos de interés bajos "durante un periodo extenso de tiempo" puso de manifiesto su ruptura con la tradición del BCE de no atarse las manos a largo plazo, y también con la Fed. Sin embargo, al repasar las opciones con las que verdaderamente cuenta para apoyar la economía de la euro zona son escasas y limitadas. ¿Bastará su nuevo brío para mantener los mercados a raya?
Las palabras del banquero central se recibieron con sorpresa, ya que no existían precedentes en el que la institución marcara pautas de actuación para su política monetaria.
Clara ruptura
Draghi, que hace un año aseguró que haría todo lo necesario para preservar el euro, se ha mantenido fiel a su palabra hasta ahora. Tras haber bajado los tipos de interés al mínimo histórico del 0,5% y haber prestado a la banca europea cienos de miles de euros a través de las subastas extraordinarias, los LTRO, el banquero central ha conseguido relajar las tensiones sobre los periféricos.
"El mensaje de Draghi fue una ruptura clara del anterior 'nunca nos comprometemos' del BCE del pasado", resalta Andrew Bosomworth, gestor de Pimco, en declaraciones a Reuters. En su opinión, representa el "sólido compromiso" de la institución con la política acomodaticia durante el tiempo que sea necesario, algo que ahora la distancia de la Fed. El BCE adelanta a la Fed: ofrecerá 'dinero barato' durante más tiempo.
Y es que el anuncio de que Ben Bernanke podría empezar a cortar el grifo de sus inyecciones de liquidez a finales de este mismo año ha reavivado la incertidumbre sobre el estado de salud de las economías mundiales, ampliamente habituadas al gotero de dólares procedentes de la Reserva Federal estadounidense.
La amenaza de la Fed
El impacto se dejó sentir en las bolsas y en la renta fija europea, donde los bonos soberanos de los periféricos se vieron presionados de nuevo. Unos días después, en medio de la crisis política en Portugal y las dudas sobre el cumplimiento de Grecia de las condiciones del rescate, la mera mención de sus intenciones sirvió a Mario Draghi para insuflar calma en unos mercados bastante revueltos.
Pero hay quien piensa que este tipo de movimientos tiene una eficacia limitada. El problema para muchos expertos es que cuando llegue el momento real en que la Fed arranque con la retirada de su política de estímulos y comience a elevar los tipos de interés, las palabras no serán suficientes para proteger a la región comunitaria de las consecuencias.
Entonces será cuando el BCE tenga que pasar a la acción y cuando se hará patente que la capacidad de maniobra del banco central europeo es limitada.
"Lo que ha hecho es muy suave. Nadie sabe qué es un 'periodo extenso'", afirma Anders Svendsen, analista de Nordea. Para el economista de RBS Richard Barwell, fue incluso una "obviedad".
Pocas herramientas
La medida estrella del BCE, el programa de compra de bonos de Transacciones Monetarias Abiertas (OMT, por sus siglas en inglés), requiere que el país que vaya a solicitar su intervención en el mercado de deuda pida antes un rescate a Bruselas, con las exigencias que eso conlleva.
Esta condición ha hecho que, hasta ahora, ningún Gobierno haya querido dar el paso. Aunque el efecto calmante de su anuncio todavía se nota, las dudas persisten. "¿Qué pasa si no funciona? ¿Qué pasa si el contagio llega a pesar de todo? Entonces, volverán a verse en la situación de tener que hacer algo más que hablar", se pregunta el economista de RBS.
De esta forma, de nuevo el foco vuelve a caer sobre los próximos recortes de los tipos de interés como la herramienta más inmediata a la que recurrir. Pero aquí también se identifican problemas. El más evidente, que las ventajas de los tipos bajos no están favoreciendo a todos los países de la Eurozona por igual y tampoco se están trasladando de la banca a la economía de a pie.
Una nueva ronda de crédito barato para la banca, con un tercer LTRO, que el Fondo Monetario Internacional vería con buenos ojos, podría ser otra opción, aunque aún no se ha puesto sobre la mesa.
Con la constante oposición de Alemania a medidas más drásticas y a una política monetaria expansiva a través del presidente del Bundesbank y miembro del Consejo de Gobierno del BCE, Jens Weidmann, Draghi tendrá que sacar toda su artillería llegado el momento en el que la Fed decida retirarse.