Bolsa, mercados y cotizaciones

La 'gran escapada' del mercado de bonos amenaza también a la bolsa

Bernanke

El temor a que la Reserva Federal abandone su programa de compras de deuda y vuelva a subir tipos es cada vez más evidente y puede dañar a las economías emergentes

Tapering, dícese de la reducción de ejercicio en los días previos a una competición importante. Este simple término, adoptado por los expertos a la hora de hablar de la presunta reducción del programa de compra de bonos de la Reserva Federal (Fed) ha provocado estragos en los mentideros financieros de todo el mundo. En un momento en que Ben Bernanke sigue sin ofrecer señales claras sobre su próxima hoja de ruta y mientras que al otro lado del planeta Haruhiko Kuroda, capitán del Banco Central de Japón (BoJ), ha decidido que por el momento es suficiente con todo el arsenal de medidas que ya tiene en marcha, la incertidumbre ensombrece el panorama en los mercados de deuda.

¡Que viene la gran rotación!

Tras meses de especulación sobre el fenómeno bautizado por Bank of America Merrill Lynch como la gran rotación de activos, es decir, el abandono de la renta fija y materias primas (especialmente metales como el oro, con carácter de activo refugio) a favor de activos de mayor riesgo como es la renta variable, los mercados de bonos atraviesan su particular crisis existencial. De hecho, los rendimientos se han disparado en casi todos los países clave por las ventas de los inversores (en renta fija, cuando cae la demanda sube el rendimiento que ofrecen los títulos y viceversa) y el mercado vive su cuarto peor mes de las últimas dos década.

En un informe publicado esta semana por el fondo SLJ Macro Partners LLP, Stephen L. Jen y Joana Freire señalaban que cualquier reducción -por pequeña que ésta sea- en el programa de compras de la Fed, comúnmente conocido como Quantitative Easing o QE, perjudicará las economías de Europa y Asia, donde la atención se centra en la política monetaria laxa. Esta disociación hará mella particularmente en los mercados emergentes, que hasta ahora han sido verdaderas esponjas del capital bombeado por la Fed. Un ejemplo clarísimo ha sido el mercado mexicano, que se beneficia indirectamente del QE estadounidense: sólo en la última semana su bono ha experimentado una espectacular caída desde el 5,622 hasta el 5,248 por ciento, actuando como una suerte de activo refugio frente a los temores de un viraje de la Fed hacia una política más ortodoxa; en cambio su principal índice, el Mexbol, cede cerca del 10 por ciento en el año, frente al eufórico 15 por ciento que sube el Dow Jones en el año, con corrección y todo.

Caídas inéditas desde 2004

De momento, los datos no dejan lugar a dudas. Las cifras del proveedor de datos sobre flujo de fondos EPFR y Bank of America Merrill Lynch demuestran una venta agresiva en el mercado de bonos, con el Índice de Bonos de Mercados Globales de BoAML desplomándose alrededor de un 1,5 por ciento el mes pasado, su mayor pérdida desde abril de 2004. Un informe publicado por el estratega de divisas de Citigroup, Steven Englander, apunta que los rendimientos de los bonos a 10 años subieron cerca de 83 puntos básicos de media en los mercados emergentes desde el pasado 1 de mayo, mientras el alza alcanza los 29 puntos básicos en las economías desarrolladas. El tipo de interés del bono del Tesoro de EEUU a 10 años, el T-Note, aunque en los últimos tres días ha recibido compras que le han permitido bajar hasta el 2,12 por ciento desde sus máximos anuales, que marcó el pasado 12 de junio, previamente había sufrido una salida masiva de capital que provocó que pasase de cotizar a 1,62 por ciento el 2 de mayo hasta el 2,228 del miércoles pasado.

Los inversores han reducido posiciones en aquellos activos que a principios de año todavía ofrecían una ecuación de rentabilidad/riesgo atractiva pero que ahora se han quedado caros, ante las compras masivas de inversores poseídos por la misma idea. Este movimiento se percibe con claridad desde principios de mayo, ante las expectativas de que la Reserva Federal comenzará a reducir su programa de compra de bonos previsiblemente después del verano, o incluso después de que se produzcan las elecciones generales en Alemania según comentan algunas fuentes de mercado. "Los mercados globales han comenzado a preocuparse ante el hecho de que la economía de EEUU se mueve en la dirección correcta, algo que podría convencer a los funcionarios de la Fed para endurecer su política", reconoce Jan Hatzius, economista jefe de Goldman Sachs. Como resultado de esta incertidumbre, los rendimientos de los treasuries han subido, los diferenciales de las hipotecas y crédito se han ampliado, y los interesados en valores defensivos con características similares a los bonos han desinvertido de forma masiva. Asimismo, Wall Street ha sufrido una corrección para sanear unos índices muy sobrecomprados, y cuyos soportes -al menos de momento- están aguantando. Como consecuencia de todos estos movimientos, la volatilidad ha vuelto a hacer presencia en Wall Street después de meses de calma chicha, con un repunte del 13 por ciento del VIX en la última semana.

Preocupación por los emergentes

"Aunque las condiciones financieras de EEUU se han endurecido ligeramente hasta el momento, los movimientos en los mercados emergentes han sido mucho más violentos" determina Hatzius, quien reitera que pese a lo que piensa el mercado, "la economía de EEUU no lo está haciendo tan bien como parece todavía".

Dicho esto, Jim O´Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management, advertía durante una entrevista con la cadena Bloomberg que "si seguimos viendo un aumento en los rendimientos de los bonos estadounidenses veremos reacciones agresivas en muchos mercados emergentes, donde hay un déficit por cuenta corriente". Y ello por no hablar que muchas de las divisas emergentes han perdido competitividad frente al dólar durante los QE, siendo el caso de Brasil el más emblemático.

Los gestores de fondos Steve Russell y Hamish Baillie, del fondo de pensiones británico Ruffer, apuntaron a la cadena CNBC que la posibilidad de sufrir un contexto similar al de 1994, cuando los inversores perdieron dinero tanto en la renta variable como en el mercado bonos como consecuencia de la subida de los tipos de interés ante un buen panorama económico, es en estos momentos una "muy preocupación real". No hay que olvidar que desde el testimonio ofrecido por Bernanke el pasado 22 de mayo, la renta variable mundial ha desintegrado un valor aproximado de 2,7 billones de dólares.

Patrick Legland, de Société Générale, se suma a las advertencias de Rusell y Baillie al afirmar que el aumento de los rendimientos de los bonos está directamente relacionado con la mejora en la economía de EEUU y aseguró que esta tendencia podría contagiar a los mercados de renta variable. De hecho, en tres de las cinco ocasiones durante los últimos 30 años en que EEUU ha experimentado una abrupta subida de tipos desde sus mínimos, la renta variable ha sufrido una corrección de entre el 15 y el 45 por ciento.

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